La cooperativa SAJIES cumple 30 años



Una cooperativa femenina cumple 30 años en la brecha de la confección.
En 1978 doce mujeres muy hábiles en la costura crearon Sajies · Una veintena se enfrenta cada día al difícil reto de la globalización · Charo Porras recoge ahora el testigo que deja la gerente Cristina Pérez en la Cooperativa Sajies de San Pablo de Buceite.

La industria textil tiene un bastión en San Pablo de Buceite. Confecciones Sajies nació hace 30 años gracias a un grupo de mujeres que creyeron en un proyecto común. En 1978 nueve féminas de San Pablo, tres de Jimena y una de La Estación crearon una cooperativa que se mantiene pese a la importante crisis que atraviesa el sector. Cristina Pérez, recién jubilada, ha sido gerente pero sigue visitando a diario el taller aunque ahora haya tomado el relevo la que fuera su mano derecha, Charo Porras. Llegaron a ser 40 socias y actualmente, son 20.

Los orígenes de Sajies -iniciales de San Pablo, Jimena y Estación- fueron en un local de la iglesia cedido. Más tarde se trasladaron a la nave de la calle Sebastián Pineda en la que siguen abriéndose paso. Cristina Pérez reconoce que se embarcó en el proyecto por necesidad. "Mi marido era camionero y teníamos cinco hijos. Hacía falta una ayudita en casa y así empezó todo", dice sin tapujos. Además le acompañaron un cúmulo de circunstancias. De los cursos de Corte y Confección organizados por la Agencia de Extensión Agraria surgió la iniciativa de montar un taller tras visitar una cooperativa en la Barca de la Florida (Jerez). "De allí unas salimos más animadas que otras. Nunca pensamos en crear una empresa, simplemente en trabajar en un proyecto que nos reportara beneficios para llevar a casa", explica.

La experiencia, buenísima según Cristina pese a los malos momentos, comenzó con la compra de siete máquinas de coser. Emocionada asegura que la aventura le ha permitido a sus hijos estudiar en la Universidad. Rachas malas por supuesto ha habido también. "Imagina cobrando las camisetas a 17 pesetas. Ahora encima hay que pelear con los chinos. Son muchos. Si le hacen un encargo un viernes, lo tienen el lunes. Y para colmo, ellos comen arroz a diario y nosotros queremos arroz con pollo", revela. La apuesta de estas mujeres que trabajan de lunes a viernes de siete de la mañana a tres de la tarde era tener un régimen general, pagar la seguridad social, tener derecho a vacaciones y a la jubilación. "Rezamos de duras. Eso lo da trabajar por producción", asevera Charo Porras.

Los comienzos fueron duros. Hace tres décadas cuando no había casi de nada un grupo de mujeres desafiaron a los tiempos que corrían y decidieron apostar por un sueño. Nadie les ha regalado nada y están convencidas de que el reto es mantener los puestos de trabajo. Cristina Pérez recuerda que hace cinco o seis años tuvieron mucho volumen de negocio. "La globalización y la crisis han venido de la mano", explica no sin hacer hincapié en que la gente está acostumbrada a no tener iniciativa. "Nosotros quisimos emprender este camino quizás por la ignorancia. Ahora los jóvenes saben mucho más pero son más cómodos y tienen miedo", confiesa.

En tres décadas este grupo de valientes ha dejado de cobrar si era necesario y se han negado muchas cosas para alcanzar el objetivo. La que fuera gerente comenta con sorpresa que ahora vienen niñas preguntando por las clases que inciden en cuánto les van a pagar. "En mi casa me enseñaron que para aprender hay que apoquinar", replica. El futuro de Sajies va a depender de las ganas que tengan las socias de tirar del carro. Empezaron de forma sumergida hasta que en 1983 se constituyeron como cooperativa. Al principio las artífices estuvieron sin cobrar porque había que invertir. En la actualidad su sueldo coincide con el salario mínimo interprofesional. El testigo que recoge Charo Porras, hija de una socia fundadora, es duro. Desde los 16 años está al pie del cañón. "Hay que creer para seguir luchando", reconoce con timidez.

Múltiples consejos y asambleas han llevado a Sajies hasta aquí. Han ido contracorriente si era necesario y confían en sobrevivir a las adversidades. "Hay que ser una profesional. Son las exigencias del mercado", precisa la gerente mientras atiende a las compañeras que no pierden puntá. Nadie levanta la mirada de su faena y evitan así la cámara que sólo por un día recoge el extraordinario esfuerzo que les ha traído hasta aquí.
Publicado hoy en Europa Sur.

9 de marzo de 2008
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