Andando por Jimena : Subida al pico del Aljibe I



Situado en la Sierra del mismo nombre, al norte del Parque Natural de Los Alcornocales, el Aljibe, con sus 1095 metros de altura, constituye la máxima cota de las unidades del Campo de Gibraltar.
Para ascender a él, la ruta más cómoda y bella es, sin duda, la que partiendo de la zona recreativa de La Sauceda ( de la que ya hablamos en números pasados ) recorre uno de los canutos más hermosos de estas sierras malagueño-gaditanas.
Tendremos que remontar el arroyo Pasadallana hasta llegar al llano donde descansan las ruinas de lo que fue la ermita del antiguo poblado.

En un extremo de este llano una angarilla nos deja en una pista que, hacia la derecha, nos lleva a otra que circunda toda la zona de La Sauceda.Nosotros iremos hacia la izquierda, siguiendo las indicaciones de un hito cilíndrico que encontramos clavado en el suelo.
El camino asciende entre alcornoques y helechos por la margen izquierda del arroyo. Más adelante se estrecha y se convierte en una veredilla. Pasamos por la base de unas grandes piedras de arenisca, cubiertas por completo de musgo y helechos.Sobre el cauce del arroyo crecen hermosos ejemplares de ojaranzo, verdaderas joyas botánicas del Parque que en este canuto tiene buenos representantes. También encontraremos alisos, avellanillos, durillos, laureles e incluso algún ejemplar de acebo.
El camino se separa del cauce ganando altura para de nuevo encontrarnos con él, antes de hallar un llano donde abunda el pastizal debido a la humedad que éste rezuma. Bordeamos el llano por su izquierda y, poco más allá, damos con el carril que antes mencioné, el que rodea toda la zona. Sobre la misma pista existe un depósito de agua de la que nos aprovisionamos.
Tras tomar un descanso continuamos la ascensión. Para ello seguimos un rato la pista a la derecha, camino del puerto de Ortela, hasta que nos llama la atención un arroyuelo que, a nuestra izquierda, salva un pequeño desnivel sobre una piedra tapizada por completo de un verde intenso . Justo al lado del arroyo parte una vereda ( aquí también encontraremos otro de los hitos ) que, con una mayor pendiente, asciende rápidamente con un trazar sinuoso. Esta vereda no tiene pérdida y constituye el tramo de más dificultad de toda la excursión.
En uno de sus recodos atravesamos un pequeño bosquete de espinos majuelos cuyas hojas son enormes, y cuyo verde característico es visible desde bastante más abajo.En este tramo también sorprendimos a un grupo de ciervos y, poco antes, a un corzo que escapó rápidamente dejando tras de sí su típico ladrido.
A medida que ganamos altura, se nos van haciendo visibles los paisajes que antes nos impedía ver el bosque de quejigos y alcornoques. La vereda desemboca en un camino más ancho que a la izquierda nos lleva a la cumbre. Si optamos por continuar a la derecha, hallaremos un bosquete de robles melojos de pequeño porte.
Continuamos el camino hacia la izquierda, ya con mucha menos inclinación, casi llano. Los alcornoques poco a poco desaparecen y atravesamos una zona donde sólo encontramos matorral compuesto por brezo, robledilla, coscoja, jara, etc.
El camino, que ya es bastante ancho , termina en una gran piedra de arenisca. Ya hemos llegado a la cumbre. En realidad, ésta es una altiplanicie en la que destacan dos grandes rocas: ésta ( a la que hemos llegado) y otra situada pocos metros más al Oeste.
En la parte superior de la primera hay esculpida en la piedra una tumba protomedieval a la que llaman Pilita de la Reina, topónimo por el que, por extensión, es también conocido el pico del Aljibe. La leyenda cuenta que en ella se bañó Isabel la Católica.
En la otra piedra se encuentra el vértice geodésico y hacia ella nos encaminamos. Lo cierto es que tuvimos suerte con el día y la vista que contemplamos desde allí fue impresionante: El peñón de Gibraltar, el Estrecho, las sierras de la zona sur del Parque de los Alcornocales, el embalse del Barbate, Alcalá de los Gazules, Vejer, la bahía de Cádiz,la Sierras de Grazalema y, en un primer plano, el pico del Montero destrozado por las instalaciones militares que son visibles en su cima. Pero lo cierto es que resulta extraño el día que estas alturas no son azotadas por el levante, o que estén completamente despejadas.
(continuará)
Publicado por Luga en la revista El P@seo nº 170 ( mayo del 2000)

30 de abril de 2008
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