Somos Campeones : La gloria para el mejor



La prensa digital dedica todo tipo de elogios a la selección española:
La gloria para el mejor , titula El País
Reyes de Europa , dice el Marca
¡Campeones! es el titular del AS a toda página.
La mejor recompensa para el buen futbol: Diario Sport.
España conquista Europa. Diario El Mundo.
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Ya está, no hace falta que se restrieguen los ojos, es verdad, somos CAMPEONES DE EUROPA. Sí, con letras mayúsculas, porque así hemos conquistado esta Eurocopa. Por fin se ha hecho justicia y el mejor fútbol se ha visto premiado con un título. La Roja hizo una apuesta clara por el juego y ese riesgo se ha traducido en el momento más grande que recordamos desde hace 44 años. La alegría que vive todo el país, personalizada en Casillas levantando al aire de Viena el trofeo de campeones del Viejo Continente, es el mejor premio para estos héroes del fútbol total.


EL PAIS : La gloria para el mejor:
Hay muchos caminos que conducen a la gloria, pero pocas veces se alcanza la cima con tantos méritos como lo hizo ayer el ganador de la Eurocopa. La púrpura fue para el equipo que mejor ha jugado, el más goleador, el más estilista, el que eliminó al campeón del mundo, el que acabó con la maldición de San Paulino y en la traca final soportó con firmeza y menos músculo la embestida de Alemania, que no es cualquiera. España no sólo reconquistó un título 44 años después, sino que lo hizo con grandeza, de forma deslumbrante de principio a fin del torneo, hasta despertar la admiración unánime. Incluida la de Michel Platini, que devolvió a Casillas la Copa que debía a Arconada. Fue una gran España, la mejor de la historia, en una gran Eurocopa, lo que revaloriza la meta alcanzada. Y nada impide presagiar que sea el inicio de un ciclo. No quedan fantasmas, el pasado ya no cuenta y los optimismos contagian. Es lo que transmite esta estupenda cosecha de jugadores que, tras algunos nubarrones, tan bien ha sabido manejar finalmente Luis Aragonés, que devolvió a tiempo a los futbolistas todo su protagonismo. Todos juntos, hijos de la pluralidad, provocaron el éxtasis general en un país al que ya sólo le faltaba el fútbol, al que le ha costado sacudirse la caspa, para convertirse en la mayor multinacional del deporte, un sector que cada semana le ofrece motivos de orgullo.Como en su día los chicos del baloncesto y los del balonmano, la España futbolística se desplegó con todo el descaro. No se dejó atemorizar por los mazacotes alemanes y su enciclopédica tendencia a la victoria. De hecho, su aproximación a la gran final fue del todo serena. En las vísperas no hubo tiritonas. Un rasgo más de la normalización de este grupo, su principal vía hacia el éxito. Se asoman al fútbol sin grandilocuencias ni estridencias. Esta generación procesa el juego de forma natural, sin complejos. Se acunó en el aperturismo de los ochenta, como Gasol, Alonso, Nadal, Pedrosa, Contador, todos ellos deportistas transfronterizos que triunfaron en pañales, desde las categorías inferiores. Se saben competitivos y no se reconocen en el fatalismo de sus antepasados, subyugados por tantos años en la caverna. A España le faltaba la entronización de su selección de fútbol, casi siempre a un paseo lunar de sus heráldicos clubes. Hasta que de la mano de Luis se han agrupado en el momento justo, en plenitud y absoluta armonía, con el colectivo como gran héroe. Ganar fortalece y el estilo distingue. Por la senda del triunfo España ha impuesto su sello hasta terminar en trance.

Frente a Alemania, el equipo supo imponer su mayor virtuosismo al tiempo que mantuvo siempre el pulso, lo que no es fácil ante una selección tan cementera como la de Löw. La selección de Luis no se dejó enredar y soportó con una firmeza admirable los continuos asaltos del rival, que al verse superado en el juego y el marcador actuó con cierto matonismo con la complicidad de Rosetti, otro mal árbitro. Con el campo minado, España acertó a gravitar en torno a sus medios, con Xavi y Cesc como principales catalizadores. Donde los alemanes querían imponer su armadura, los españoles se encomendaban a la pelota y a Fernando Torres. Cada pared, cada jugada trenzada al toque desgarraba a Alemania. Estos centrocampistas españoles no maniobran en función de lo que sucede, sino de lo que pueda suceder.

Si los alemanes daban con la tecla para atascar la circulación, entonces tenían que medir a Torres con sus pesadotes centrales. Era cuestión de insistencia. Así lo entendió Xavi, siempre tan aplicado. A la media hora enlazó con el ariete del Liverpool, al que propuso un esprint con las vigas alemanas. Torres les dejó a rebufo, incluido a Lahm, en apariencia con menos tronco que sus compañeros de trinchera. Ante la salida de Lehman, el "Niño" picó la pelota con tres dedos, de forma tan cariñosa que ésta parecía resistirse a llegar a la red. Con la caricia de Torres no hubo alemán que siquiera pudiera pellizcar el balón. No daban con la pócima ante el delantero español, ni por tierra ni por aire, pues minutos antes del gol ya había cabeceado al poste entre varias pértigas alemanas.

El tanto español encendió al conjunto germano, que comprendió que no tenía otra salida que atizar la hoguera. Al toque de corneta de su capitán, Ballack, que intentó sin éxito amedrentar a Cesc a estacazos, el partido se incendió, con trifulcas por todos los rincones. Una mala señal para España, que podía haber caído en la trampa, en un duelo que no le interesaba para nada. No fue así, y el equipo supo templarse, nada de desquicios. Xavi siguió al mando y con Cazorla y Güiza de nuevo como agitadores se lanzó de contra en contra para cerrar la final. Le faltó dinamita y, por momentos, mayor pegada y menos arabescos. Pero ese es el estilo que le ha conducido al nirvana y no tenía por qué renunciar. Por supuesto, Alemania, siempre Alemania, no claudicó hasta el último suspiro, ese en el que tantas veces ha alimentado sus vitrinas cuando los adversarios se sentían a un milímetro de la adoración. El equipo de Luis se ganó el jubileo. Y el entrenador, que ha pasado del calvario de 2006 a la épica de 2008, también, aunque ello le costara, a sus 69 años, ser manteado por el grupo. En la gloria todo vale. Cuarenta y cuatro años de espera fueron muchos.


AS: ¡CAMPEONES!
España, campeona de Europa. Suena raro, pero es así. Por una vez, un torneo de máximo nivel premió a la selección que mejor fútbol hizo durante tres semanas. Se habló de Holanda y después de Rusia, se incidió en la maldición de los cuartos de final, se objetó la competitividad de Italia y, ya al final, la eterna suerte de Alemania. Nada de eso. Ni hablar. Un gol de Fernando Torres en el viejo Prater de Viena en el minuto 33 de la primera parte dio a España su segunda Eurocopa. Al fin, una bella historia que contar a los nietos.

Debían ser los nervios. O la responsabilidad, quién sabe. Quizá fue el saberse, aun a tantos kilómetros de distancia, representantes de un país paralizado, de una España entera pendiente de unas imágenes, de unas pantallas, de un televisor. El caso es que la Selección no se pareció en el arranque a nada de lo que veníamos viendo en las últimas tres semanas. Por primera vez, Casillas rifó balones, por primera vez no se buscó el centro del campo, por primera vez veíamos balones volando por encima de las cabezas de nuestros pequeñitos.

Fueron diez minutos, pero parecieron diez siglos. Tan raros nos veíamos que hasta Alemania nos parecía un equipo. Resuelta la pantomima de si Ballack iba o no a estar (¿alguien se creyó que no iba a jugar?), la eterna Germania se sintió dueña del partido. Fueron minutos de sudor frío, con Lahm, Ballack y Hitzlsperger apurando a Casillas, a le defensa roja y a España entera.

Papeles cambiados, sí, pero por poco tiempo. El suficiente hasta recomponerse, hasta recuperar viejos hábitos, hasta saberse, como siempre, dueños del fútbol y del balón. La batuta, otra vez, la tomó Xavi, secundado por Cesc y por Iniesta. Los tres jugones para encontrar la tecla. Combinando hasta la extenuación, Alemania empezó a correr detrás de España y encontró ahí su perdición, justo donde empezaba la bendición de España. Toque y pausa en espera de la jugada, en busca del pase bueno, de la carrera de Torres, del momento de gloria, del grito en el cielo.

Un alarido de gol y fiesta que se intuyó con un remate de Torres al palo, de cabeza, imponiéndose a los tallos del Norte, cuando ya España se imponía a su rival de cabo a rabo. Minutos intensos, con el uy siempre a punto hasta que Cesc pide el balón entre líneas, hipnotiza a todo lo blanco que por ahí pasa y la pone larga para Torres, como a él le gustan, con especio para su velocidad. Por el medio Lahm, desastroso en la cobertura, y por encima, muy por encima, el Niño, lo suficientemente listo, lo suficientemente bueno para humillar a Lehman y firmar el gol de la Eurocopa, el 1-0 de la final, el tanto que siempre marcan los grandes.

Demasiado bonito para ser verdad y demasiado tiempo por delante. Peso era antes, cuando España se sumía siempre en las maldiciones y en la mala suerte, en el gol de rebote que siempre la hundía. Historias viejas y ya rancias. Lejos de contemporizar, el equipo de Luis mantuvo su ley y su juego, algo terrible para Alemania, impotente, y para Ballack, la estrella desquiciada y perdedora.

El buen camino

Fue por ahí por donde España encontró el definitivo camino de la victoria. Tuvo aún que sufrir en la segunda parte, en otros diez minutos de miedo con la apisonadora alemana buscando el milagro eterno que habitualmente salvaba los muebles de su desastroso juego. Pero no hubo caso. España no podía perder, era imposible y, sobre todo, era mejor.

La última media hora resultó un recital español. Torres, Xavi, Iniesta, Ramos? Oportunidades fastuosas que no encontraron la red por mucho que lo merecieran. Pero estaba el espíritu del juego de España. En un último detalle de grandeza, Luis quitó a Torres y, lejos de cualquier amago conservador, situó a Güiza en punta. Y España siguió igual, dominando a su rival, arrinconándolo en su área a base de buen fútbol. El buen fútbol del campeón de Europa. Sí, el buen fútbol de España.

El Mundo: España conquista Europa

ESPAÑA VENCE 1-0 A ALEMANIA CON GOL DE TORRES EN LA FINAL
¡¡¡La Eurocopa es nuestra!!!


MADRID.-España ha roto la última maldición. España entera gritó gol a los 32 minutos, cuando Torres batió a Lehmann. Fiel a su fútbol de siempre, termina el torneo con una estadística impecable, sin una derrota. Y con una victoria corta para su merecimiento, pero suficiente para cambiar el rumbo de su historia futbolística. [Narración y estadísticas]

Alemania es una selección poderosa. Dura, pero plana. Veloz a la contra, pero previsible. E inifinitamente corta de ideas. En realidad, sólo plantea una dinámica y otra en los lanzamientos laterales o desde los ángulos. No da más.

España ha enamorado por su juego, por su capacidad de sufrimiento y por su convicción. Por su sabiduría. Sale con el trofeo y con el mejor goleador, con el mejor registro anotador y el menor número de goles encajados. Ha sido líder hasta en 'fair play'. Ante Alemania, cualquier espectador neutral apreció de un vistazo qué equipo se merecía el título.

Alemania empezó dispuesta a ahogar a los centrocampistas españoles, expulsarlos de posiciones de pase y control para salir en velocidad por su única zona potable, la izquierda. Lo consiguió a medias durante el primer cuarto de hora, en la que sacó a colación su único argumento ofensivo: Lahm, el germano que sabe sacar el balón desde atrás, conectó con Podolski o Frings, rápidos en el envío a Ballack, quien a su vez buscó siempre la prolongación otra vez a la izquierda, donde esperan el lateral o el punta de origen polaco. Como siempre, Schweinsteiger a la espera para remachar.

No fuimos Portugal. Ni con esa jugada-tipo, ni perdiéndolo en las faltas, gracias a un portero que ha aprendido a volar y sacar los puños con autoridad. Y Alemania se fue enlatando ella sola, en salsa de fútbol español, el mejor de la Euro con la cabeza erguida y el balón siempre en los pies. A lo más que aspiraban algunos alemanes, como Ballack era a pisar o golpear los tobillos de los 'pensadores' de Luis Aragonés.

Fernando Torres, en los primeros minutos demasiado separado de los enlaces -Cesc, Iniesta, Xavi o Silva, según los casos- se metió unas carreras de salvaje. Se lo ha dicho el seleccionador mil veces, desde que le subió a Primera División: "Usted es alemán". En cuanto el acelerón fue de 15 metros en lugar de 30, en cuanto Xavi midió el pase entre líneas, llegó el gol del 'Niño', superando a Lahm y levantando la pelota por encima de Lehmann con toda delicadeza.

Desde antes, desde el cuarto de hora, los alemanes gritaron ¡piedad!. Los españoles la tuvieron. No se ensañaron y eso les hizo sufrir más de la cuenta. Un palo, varias paradas afortunadas de Lehmann, un rechace de Frings en la línea de gol debieron ser suficientes para rematar a la 'Mannschafft'.

El resultado ajustado no combinaba con el dominio absoluto del balón y del territorio. Los alemanes sacaron los tractores, se emboscaron tras un árbitro miedoso, antítesis de la justicia. España siguió jugando al fútbol. A veces con dificultad, porque el rival se echó para adelante con lo único que posee: el cuerpo a cuerpo, el físico imponente.

Es lo que sucedió tras el descanso, cuando Lahm se quedó en el banco alemán -no por su último error defensivo del torneo en el gol de Torres, sino por lesión- y Joachim Löw lo cambió por Jansen. Después quitó un medio defensivo para meter un delantero más, Kuranyi. Tampoco funcionó el tanque Gómez, que reemplazó al perdido Klose en los últimos minutos.

España ha sido un equipo unido y por eso ha sido de largo el mejor. Y Xavi su jefe sobre el campo. Sólo ahí, donde no admite discusión. En la final volvió a construir una obra admirable desde atrás, desde delante. Y siempre recibió el apoyo, la compañía de cada uno de sus colegas de aventura.

Los cambios de Luis Aragonés fueron de nuevo un acierto. A las andanadas de Löw respondió reforzando la zona de medios con Alonso y Cazorla. Y terminó metiendo miedo con Güiza para dar descanso a un exahusto Fernando Torres, héroe de la noche y de la historia de la selección desde este mismo momento.

A Alemania se le acabaron la potencia y el músculo que destacan en sus planteamientos. Se hartó de correr para nada. Intentó acorralar a la 'niña bonita' del continente con su último estertor del valiente. Pero España terminó el partido con los pulmones llenos de orgullo y los músculos de hierro. Los alemanes, pura paja. Muertos y rendidos al campeón de Europa.

30 de junio de 2008
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