Zarzuela y Bandas en la segunda jornada del Festival de Jimena


La Compañía Lírica María Malibrán fue la encargada de abrir la programación de conciertos de la segunda jornada del Festival. Y lo hizo con un género, la zarzuela, que no había tenido cabida en ediciones anteriores de esta cita cultural. El coqueto auditorio del Centro Cultural Reina Sofía, que registró una notable entrada, se inundó con los sones y las letras de algunas de las más conocidas piezas del género chico español.
Con el sólo acompañamiento del piano de Noelia Sierra, las voces de la soprano Carmen Teba, el tenor Pedro Cuadrado y el barítono Vicente Montaña transportaron a los espectadores a ambientes y pasajes de obras de Ernesto Lecuona, José Serrano, Pablo Sorozabal, Pablo Luna o Amadeo Vives entre otros.

El programa estuvo compuesto por fragmentos de obras populares y conocidas por el gran público, como María de la O, La del manojo de rosas, La tabernera del puerto o La pícara molinera.
El espíritu de la Compañía Malibrán,empeñada desde 2002 en acercar la lírica a públicos no familiarizados con este tipo de arte, casa como anillo al dedo con el del propio Festival de Jimena que, en sus ya ocho años de historia, ha supuesto el punto de iniciación de muchas personas en el conocimiento de estilos musicales que, de entrada, parecerían vetados.

Más ritmos populares
Y si uno de los principales atractivos del Festival es el encuentro de estilos en apariencia incompatibles, la jornada del viernes vino a corroborar que la Música no entiende de guettos. El recinto amurallado del Castillo debutó como escenario del Festival con un recital de una banda de música, también la primera que actúa desde la instauración de esta cita en 2001.
La fiesta popular comenzó sobre las 21.30 horas en el Paseo de la Constitución, donde la Banda Municipal de Música de Jimena se encargó de iniciar un pasacalles musical que iba a recorrer las tortuosas calles del casco histórico mientras, a la manera del Flautista de Hammelin, “recogía” a participantes y curiosos y los dirigía hasta el monumento que corona el Cerro de San Cristóbal.
Arriba, en el recinto romano-árabe, junto a la Torre del Homenaje, ya esperaba la Banda Municipal de Música de San Fernando, que llenó de acordes unas murallas que llevaban demasiados siglos en silencio. El Festival había puesto al descubierto otro escenario mágico por acústica y cercanía del público.
Para la ocasión, la banda desplegó un repertorio en el que se mezclaban temas cultos con otros más populares como bandas sonoras de películas legendarias y, como no, pasodobles y ritmos festivos.

4 de julio de 2008
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