Eclipse de estrellas en la segunda jornada del Festival Flamenco de Castellar


Nunca veinte euros dieron para tanto. La jornada del sábado en el caserío de Castellar Viejo se vio envuelta en el realismo mágico de una noche de eclipse de luna llena, el último del año. Mientras que la luna se destapaba de la sombra de la tierra y volvía airosa a ser la protagonista, una treintena de artistas desfilaron por la plaza del Salvador para cerrar el festival flamenco más auténtico de toda la comarca.
La noche empezó con partituras y mucho viento y terminó con maestría y un frío propio de otras estaciones. Pasada las once en el reloj, el carismático presentador Agustín Delgado abría la segunda jornada de festival pidiendo duelo por Quino Román, figura del flamenco campogibraltareño, fallecido el mismo sábado por la mañana. El primero en subir fue Nicasio Moreno. El violonchelista flamenco, arropado por los 15 artistas que comandaba y la ventolera que se invitó sola, dio fe de sus inquietudes rareza tras rareza. Dicen que nadie es profeta en su tierra pero lo cierto es que muchos fueron los que se acercaron al castillo o bajaron la calle sólo para escucharlo a él. Flamenco y jazz, español e inglés, cuerdas y vientos, danza contemporánea y oriental, hicieron curiosas parejas durante los 45 minutos de espectáculo.
Le siguió la joven cantaora onubense Sandra Carrasco, muy seria pero con timbre caliente, acompañada al toque de la guitarra de Dani de Morón, el Pau Gasol de las cuerdas que hizo doblete en Castellar, ya que también actuó la noche del viernes. Pureza en los palos pero peculiaridad en la expresión, de tarantas a fandangos, el cante de las minas se hizo presente en la noche campogibraltareña.
Antes del descanso, el grupo Sabor Jerez adelantó la fiesta por bulerías de la que más tarde hablaría el maestro Miguel Flores. La fiesta flamenca de las hermanas Vargas y compañía vino de perlas a la afición que en el momento que tuvo la oportunidad, tocó las palmas sin pausa y con mucho compás para quitarse el frío del cuerpo.
Tras diez minutos de descanso, la bailaora jimenata Lucía Álvarez, acompañada al cante de Roto y Jesús Corbacho y a la guitarra de Fran Vinuesa, arrancó oles a un público que ya pasadas las tres de la mañana, no se conformaba con cualquier cosa antes de ver a Capullo de Jerez. Firme y seria, con entrega, provocó los oportunos comentarios tipo “esta niña llegará lejos”.
Y cuando Miguel Flores, El Jerito y sus palmeros subieron a las tablas del Salvador, también lo hizo el compás del que no sabe hacer otra cosa que cantar y tocar. “Aquí vengo a quitaros el frío”, dijo el Capullo y poniéndose feo cómo tan sólo él sabe, le cantó “a la naturaleza” de un Castellar “lleno de jipis”, como decía este personaje del flamenco. Veinte minutos estuvo y nada más cantando coplas a los hijos, a la libertad, a los enganchaos y hasta a Crónicas Marcianas y Sardá. Pero no hizo falta más tiempo para dejar a la gente llena como sólo lo hacen los grandes. “Yo vengo aquí a gustarles a ustedes y a gustarme a mí”. Objetivo cumplido.




Crónica y fotos: María del Mar Gómez.

17 de agosto de 2008
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