Ayer tarde en La barca Moreno, mientras tomábamos el te con un trozo de bizcocho jimenato, se quedaron unos cuadros de colmenas fuera para después cogerlos y depositarlos en unas colmenas vacías, pues cuando salimos resultaba imposible acercarnos a los cuadros por la gran cantidad de abejas, que apenas en 10 minutos, habian acudido al suculento manjar.
Prodigiosa naturaleza que dota a estos eres de una sensibilidad enorme para detectar el alimento y transmitirse entre ellos la identidad del producto y el lugar exacto de la ubicación sin equivocación alguna.
Con no poca dificultdad pude hacerles unas fotos sin resultar picado esta vez.
Un abrazo.
Las colmenas de Currini
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