Obama y la empresa malagueña ... por Ignacio Trillo.


EL martes tomó posesión en EEUU Barack Obama, gracias al sorprendente triunfo electoral logrado el pasado 4 de noviembre. Este hito puede hacer cambiar la historia. Por lo menos así es el deseo de este mundo sumido en una profunda crisis económica y de valores. Según una macroencuesta llevada a cabo por distintas televisiones americanas, hubiera ganado Obama en todas las naciones del planeta con la excepción de Filipinas.

Cuatro años antes, saliendo elegido como senador por Illinois, pasó desapercibido para la mayoría de los analistas. Y hace 23 meses, menos de dos años, todavía era un perfecto desconocido más allá de su distrito electoral. Nadie apostaba porque este joven abogado de 47 años, de la etnia afroamericana que constituye el 12% del total de la población de EEUU, se convirtiera en su presidente número 44. Tan sólo menos de medio siglo, su anterior generación estaba condenada por las leyes de segregación racial. No podían votar, ni entrar en un restaurante o tan siquiera subirse a un transporte público. Luchó muy duro, ya que desde muy pequeño imaginó con llegar a ser presidente de EEUU. Huérfano a temprana edad, sería su abuela, lamentablemente fallecida dos días antes de su victoria electoral, la que, con el coraje que se echa cuando las cosas vienen mal, tiró del nieto hacia adelante para que cumpliera su sueño americano.

Coincidir a escasa distancia con acontecimientos políticos de este calibre que pueden hacer cambiar nuestras vidas es, cuanto menos, un privilegio. También me ocurrió hace cuatro años cuando asistí desde el mismo escenario a otro 4 de noviembre. Esa vez fue con sabor bien distinto. Era derrotado el candidato demócrata, J. Kerry, frente al peor presidente, según valoración de su ciudadanía, que ha tenido EEUU: G.W. Bush. Sin embargo, esa gran noche electoral todo fue diferente, recordándonos el lema de país de oportunidades donde todo es posible.

Para que se produjera este triunfo no hay que olvidar la enorme contribución que le reportó el voto y la movilización de la población latina, con una participación hasta entonces desconocida. Cambiaron muchos Estados, de tradición republicana, donde el escaso porcentaje de Obama respecto a MacCain fue debido a electores hispanos. Tampoco hay que desconocer que EEUU constituye la segunda nación, por delante de España y detrás de México, donde más hispanoparlantes existen; y esa cifra está exponencialmente en crecimiento. Constituye la primera minoría, por encima de los tres puntos porcentuales de la afro. Además, lo hispano está de moda en grandes sectores de esa población y, sobre todo, entre su juventud. Por ejemplo, en el Estado de Florida, por primera vez, los demócratas son mayoría en la tercera generación nacida de aquellos cubanos que en 1959 huyeron de la isla caribeña ante la llegada al poder de Fidel Castro.

Encuestas de días antes y a pie de urnas estimaron que hasta un 78% del voto hispano fue a parar al Partido Demócrata. Está claro que la crisis económica, la apuesta por una sanidad pública y el problema migratorio, a los que Obama ha prometido darle solución, están en la raíz de este triunfo. La imagen asociada de que los republicanos representan la xenofobia pasó factura a McCain, a pesar de que hubiera luchado dentro de su partido contra esta tesis.

Por eso, desde esa noche de amarga derrota para los republicanos, la primera autocrítica que en los debates posteriores exponen, es que, si en un futuro desean volver de nuevo a la Casa Blanca, deben cambiar la política migratoria y su relación con los hispanos, que ahora esperan que Obama cumpla con ellos. Nunca más un candidato podrá llegar a ser presidente de EEUU si no cuenta, al menos, con el 40% del voto hispano.

Tomen nota de este proceso nuestros gobiernos así como las empresas malagueñas, bien conocedoras del mercado globalizado en el que deben desenvolverse. Sinónima de crisis, junto a ingentes riesgos, es, igualmente, aparición de grandes oportunidades. La necesidad de abrirse a nuevos mercados solventes es hoy más prioritaria que nunca. Y esto no se encuentra exclusivamente en los países emergentes. También en EEUU, cuyo modelo económico con Obama va a asistir a un drástico proceso de reconversión. Así, la fuerte demanda que va a reportar el nuevo y colosal plan de infraestructuras anunciado, la puesta en pie de un modelo sanitario de carácter universal o el vuelco hacia la creación de empleos verdes, a través de las energías renovables o la biotecnología, son muestras que no deberían pasar desapercibidas por nuestro tejido empresarial.

De otra, la población interior estadounidense de habla hispana, que supera ya al total de habitantes de España, con una media de alrededor de 60.000 euros de renta anual, es clave no sólo para la elección de un presidente que anuncia cambio, sino como potencial mercado para nuestros bienes culturales, turísticos, alimenticios, sanitarios o ambientales, a la vez que pasarela para que desde este sector social irradie en el conjunto de los EEUU y en toda Latinoamérica.

Si Obama ha conseguido el milagro de llegar a ser elegido presidente de EEUU, ¿por qué no puede ser posible este otro desafío que planteo?

26 de enero de 2009
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