Extraordinario concierto de Goran Bregovic en Cádiz


El sábado pasado dos paisan@s nuestros fueron al Teatro Falla de Cádiz a ver el concierto (o conciertazo) de Goran Bregovic. Este músico serbio de larga trayectoria, muy conocido por su participación en muchas bandas sonoras, es uno de esos artistas que perfectamente pueden encajar en el Festival de Música de Jimena, de ahí el motivo de la visita. Si pinchas en el "Sigue leyendo..." podrás ver fotos del maestro Bregovic con ellos dos, además de leer la crónica del concierto que publicó Diario de Cádiz.


Pum, pum, pum... gas, gas
Pum, pum, pum... gas, gas


Goran Bregovic y su banda de bodas y funerales levanta de sus asientos durante dos horas a un Falla abarrotado para bailar al ritmo extenuante del canon balcánico

"Bueno, puedo verlo de pie". "No, hombre, qué lo vas a ver de pie". El habitual despiste del cronista provoca un problema en un Falla que se promete lleno. La amabilidad del teatro busca una silla en el tornavoz. Sentado. No han pasado ni diez minutos desde que dos trompetas con zapatos de duende han cruzado entre las butacas de la platea, a los que se les han sumado otros dos trombones y luego un saxo; diez minutos desde que Goran Bregovic, el más célebre de los músicos balcánicos de la historia, ha salido con su traje blanco... ya sobran las butacas. Hay minoría de público de postura teatral y una inmensa mayoría de improvisados danzantes.



Durante casi dos horas Goran Bregovic, su banda de bodas y funerales y sus dos cantantes búlgaras mantuvieron al público que abarrotó el Falla en un estado de éxtasis zíngaro, una orgía de fanfarria y charanga que nació en el paraíso, un gallinero de espectadores danzarines que movían brazos y botaban haciendo retumbar el teatro... pum pum pum. Había empezado Goran con la canción que ilustraba en Gato blanco, gato negro una cadena de desgracias en una boda por conveniencia y luego las cantantes búlgaras habían dejado sólo un destello de lo que eran capaces con sus gargantas arábigas. El gitano rubio del bombo y el platillo, la voz cantante, acomete con su rústico palo el inicio sincopado del Gas gas, el tema estrella del último disco, Alkohol, y esto ha estallado.



A partir de ahí, el contagioso entusiasmo del público de los cielos se traslada a la platea. Dos guiris ya no se detendrán en una danza electrizante, como alcanzadas por una corriente lisérgica. Se improvisa una conga entre los asistentes. Hay palcos que se convierten en fiestas raciales. Los más intelectuales de la platea se pervierten en un palmerío constante. Estos siete músicos vestidos con trajes regionales, estas dos mujeres de la maragatería búlgara y con flores en la cabeza, alumbran piezas que ponen nudos en la garganta en la borrachera colectiva.

Hay muchos matices en la música de Bregovic. Es una elevación del folclore a otros estadios. Posiblemente, no haya ninguna otra música en el mundo que invite tanto al libertinaje. Aunque él mezcle, aunque sea capaz de llevar a su terreno el clásico soul de Lee Dorsey Ya, ya; aunque coja la emocionante Ausencia de una mujer de Cabo Verde, Cesária Évora, y haga del portugués un idioma minoritario universal; aunque asuma el In the death car que él compuso con Iggy Pop como testamento propio.

Porque lo que queda al final es el viento adriático golpeando un teatro a orillas del Atlántico, un teatro entregado a una locura colectiva. Dos horas de desenfreno, de desenfreno ficticio, bien, porque a la salida todo habrá sido un sueño y se recuperarán las formas detrás de las gafas de pasta. Oh, estuvo muy bien. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto, dirá otra pareja mientras cena en un plato cuadrado una comidita de diseño con salsa azucarada. Goran, su banda de bodas y funerales y sus cantantes búlgaras son, en su verbeneo, patrimonio de nuestra revolución civilizada.

Pero recordad esa última canción, recordad Kalashnikov, cuando el teatro se venía abajo. Recordad a mil personas saltando, haciendo de sus dedos pistolas y gritando a voz en cuello pum pum pum.... Recordad la celebración de la vida con la banda de bodas y funerales. Recordadlo. Es importante. Pum, pum, pum...



Crónica leída en Diario de Cádiz

20 de marzo de 2009
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