EL Arca de Ricardo en Castellar


El colectivo Info Zoo denunció hace algunas semanas que el zoológico de Castellar no cumple con los requerimientos mínimos de bienestar animal ni de seguridad establecidos por la legislación vigente. Para comprobar la veracidad de sus afirmaciones, este diario se trasladó el sábado, 4 de abril, al recinto sin avisar previamente a la dirección.
Cinco familias con sus pequeños esperaban al mediodía a que el biólogo del zoo, Alberto Ovidio Sánchez, iniciara una nueva ruta por el recinto. Algunos eran repetidores e incluso pedían que fuera él y no otro colaborador el que les mostrara las especies salvadas por la familia de Ricardo Gistas quien, en septiembre de 2002, creó un centro de recuperación de especies para ofrecer una segunda oportunidad a los animales cuyo fin era el sacrificio al haber sido decomisados por la Guardia Civil en toda la geografía española.


Alberto se colocó el micrófono para comenzar la función, "a lo Britney Spears", como él mismo bromeó. Es que la garganta ya se resiente porque son muchos los colegios que pasaron por allí esa semana. Mientras él contaba que el cocodrilo del Nilo está en peligro de extinción, los dos metros y cuarenta centímetros de bicho se pusieron de pie para alcanzar el trozo de pollo que Tomás, uno de los voluntarios del zoo, le facilitó con un brazo metálico. Aunque finalmente decide no usar el altavoz, lo coge para llamar a gritos a Rafi. ¿Y quién es Rafi?-se preguntaban todos. Rafael es el mono más simpático del zoo, que se divierte al coger pipas haciendo las delicias de los visitantes. Rafi y sus dos compañeros disfrutan en Castellar de una nueva vida tras ser retirados a una pareja de ecuatorianos en una carretera valenciana, por carecer de la documentación pertinente. Cada animal tiene su nombre en el zoo y una historia trágica de abandono o irresponsabilidad de sus dueños para contar.

Lejos del mundanal ruido, en una finca de una hectárea, alcornoques y otras especies foráneas arropan a los animales para que se encuentran como en casa en sus jaulas, adecuadas en lo posible a las necesidades y a las medidas de seguridad que precise cada especie. Los tamaños de las jaulas son las asignaturas pendientes del zoo según la nueva normativa de la Asociación Mundial de Zoos y Acuarios (WAZA, en inglés), aunque su condición de centro de recuperación de especies, por la que no pueden prever la cantidad de animales que tendrán más las obras que ejecutan para subsanar deficiencias, le eximen de culpa.

Tras unos cuantos trucos de "magia" con emúes y avestruces con los que Alberto se ganó a niños y a mayores, llega el momento de visitar a los macacos. Sin advertir nuestra presencia, el cuidador contó con resignación que han sido criticados por una oenegé madrileña llamada Info Zoo que asegura, entre otros asuntos, que tienen a los monos de Gibraltar "hacinados" en jaulas y que uno de ellos presenta una herida en la cola. "Lo que no saben porque no preguntaron, es que éste no es un mono de Gibraltar, es un mono pata, que por el estrés que trae al ser un animal decomisado tiende a autolesionarse porque no reconoce sus extremidades", justificó Alberto, que mantiene al sujeto separado hasta que supere sus problemas de conducta.

Continúa la visita guiada con más juegos y demostraciones sobre el comportamiento de los primates, pasando por los cerdos vietnamitas -donados por quienes los compraron pequeños y no pueden con ellos cuando crecen- hasta llegar a los llamativos mandriles de cara azul junto al ocelote que, a pesar de lo que asegura la organización crítica, no vive en una urna. Sólo un cristal de seguridad separa el público del felino, si bien el techo y la parte superior del cristal son de enrejado. Además, dispone de dormitorio privado y, en cuanto finalicen las obras, hará suyo el espacio de los vecinos.

"Sabemos que vinieron hace poco porque el ocelote no lleva mucho tiempo aquí", admitió el biólogo, que "alertó" a los padres con sorna sobre lo cercana que está la jaula de los leones, otra de las críticas de Info Zoo. Nada más lejos de la realidad. Muy al contrario, la pareja de reyes de la selva vive en una jaula que, aunque no lo suficientemente grande para la WAZA, está separada metro y medio de la zona de visitantes por una valla metálica.

El biólogo animaba a los visitantes a dar pipas y maíz seco a los animales, como parte de un programa de enriquecimiento pensado para entretener a las especies, aparte de su alimentación habitual. De hecho, el propio zoo vende en la taquilla bolsas de comida para primates. Es de destacar la limpieza de las estancias y el cariño con el que el personal trata a los animales. Al terminar la visita guiada, este diario se descubrió ante el cuidador, que agradeció no haber advertido nuestra presencia previamente.
Leído en Europa Sur.

12 de abril de 2009
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