Junto a la charca, el molino. Ya sólo quedan los restos. El tiempo y el abandono han dejado su huella. Su voz se apagó. Permanece quieto y callado. Los tejados han desaparecido; los muros caídos... El cao, que encauzaba la energía del agua, se ha cegado. Unos envejecidos naranjos se resisten al olvido en el cercano y gastado huerto. En unos momentos borro la realidad y viajo al pasado. Evoco el habla cansina de la rueda de piedra y la voz del molinero. Ruido de cascos en el empedrado...
Cruzo el río por la presa. Camino por el muro del cao, de vuelta a casa, dejando atrás el sonido del agua en la chorrera...
Saludos.
F.Vera
El Viejo Molino
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