"Identidades" de Miguel Angel Trillo.


Trillo en el CCAA
Tres décadas de instantáneas del fotógrafo jimenato se exhiben en el CAAC de Sevilla
"Miguel Trillo.

Identidades". Sevilla, hasta el 05/07/09
CENTRO ANDALUZ DE ARTE CONTEMPORÁNEO. CAAC
Monasterio de la Cartuja de Sta. Mª de las Cuevas
C/Américo Vespucio, 2 Sevilla (España)
Comisario: José Lebrero Stals
Obras: 170 fotografías
Organizan: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla y Consejería de Cultura, Deporte y Turismo de la Comunidad de Madrid

170 fotografías realizadas en distintos países del mundo y dedicadas a mostrar la evolución de las jóvenes tribus urbanas de las últimas tres décadas componen la retrospectiva "Identidades", que el CAAC de Sevilla exhibe hasta el 5 de julio y que rinde homenaje a la labor del artista gaditano Miguel Trillo.

El andaluz se adentró en el campo de la fotografía profesional en los años setenta elaborando imágenes experimentales de composiciones inventadas o fantásticas y resonancias surrealistas; posteriormente, y tras editar su conocido fanzine Rococó, optaría por retratar paisajes urbanos en blanco y negro. Ya en la década de los ochenta, Trillo se adentró en la movida madrileña para plasmar en sus fotografías a los protagonistas de aquel movimiento y a los iconos mediáticos del momento, pero también a representantes del new wave londinense y norteamericano. Desde entonces recorrería España y sus estados limítrofes buscando jóvenes de apariencia distinta y especial que le sirvieran como modelos, miembros de los colectivos punk, mod, heavy o rapero que, desde sus instantáneas, dejaran constancia del cambio social que sacudió España tras el franquismo. Fue entonces cuando la producción de Trillo se integró en mayor medida en el proceso de globalización audiovisual.

El encuentro entre artista y modelo tiene origen siempre accidental, con el objetivo de mostrar a los sujetos representados en los contextos y ambientes que les son cotidianos. Además de servir como testigos documentales de la rápida transformación cultural que experimentó nuestro país en un breve periodo de tiempo, cada una de las instantáneas de Trillo estudia también el modo en que jóvenes y no tan jóvenes tratan de construir su identidad a través del uso de una determinada indumentaria y de la asunción de unos roles concretos, así como las contradicciones que todo ello supone.


Miguel Trillo

La verdadera novedad en el conjunto del trabajo del gaditano radica en el enamoramiento del artista hacia la temática empleada, su identificación y sentimiento de pertenencia con una generación de jóvenes que ya no lo son tanto y que en su momento prescindieron de normas, imposiciones o hábitos tradicionales para abrir caminos nuevos y expresarse a través de la música, uno de los escasos elementos que les unía.

Esta muestra se expondrá, desde el 22 de septiembre y hasta el 15 de noviembre de 2009, en la Sala Canal de Isabel II de Madrid.



Miguel Trillo Identidades

Nacido en Jimena de la Frontera, Cádiz, en 1953, Miguel Trillo puede ser considerado, después de haber cumplido más de tres décadas de labor fotográfica, como un testigo privilegiado de una época. A lo largo del

tiempo y con una constancia férrea, ha documentado la evolución de las jóvenes tribus urbanas en la España de la Transición hacia la democracia y hasta nuestros días. Sus fotografías han sido incluidas en las publicaciones

más innovadoras del último cuarto de siglo y componen un retrato colectivo del todavía inconcluso proceso de la sociedad española hacia la normalización que le permita ser considerada como un país avanzado del siglo XXI.

Se inició en la fotografía profesional con la experimentación en la década de los años setenta de "fotografías fantásticas" , de talante surrealista y planteando composiciones inventadas. Editó después el lengendario fanzine "Rockocó" y se centró en fotografiar paisajes urbanos todavía recurriendo al blanco y negro. Trillo formó parte activa a la vez que discreta de lo que en los años ochenta se bautizó como "movida madrileña registrando a los protagonistas de conciertos

de la movida, del new wave londinense y neoyorkino y fotografiando a los iconos mediáticos de aquella época.

Lo que empezó como una especie de viaje a la por entonces periferia de la fotografía crítica oficial se convirtió en una vocación como bien describe la historiadora Laura Terré en su contribución a la publicación que acompaña esta muestra:

"El encuentro entre el tema y el fotógrafo que acaba en pasión se dio de manera fortuita, pero no repentina, no premeditada, sino como un proceso natural bien arraigado en la biografía, como suele suceder en los fotógrafos de un tema (en Joan Colon, en Diane Arbus, Larry Towell, Antoine D'Agata, García Alix y un largo etcétera.) Como quien se enamora al cabo de muchos años de una amiga de la infancia, Trillo encontró en su pasión por la música el tema fotográfico que le hará cambiar de derrotero expresivo.


Estando en Madrid, cuando empieza a llevar la cámara a los conciertos, se da cuenta de que lo que de verdad le apasiona de aquel ambiente es poderlo fotografiar. La música es importante, porque sin ella no se produciría el fenómeno humano del concierto, pero Trillo no se queda en la representación

del fenómeno musical -cantantes famosos y escenografías-, en él se lleva a cabo un proceso lento de identificación del tema del reportaje que poco a poco se ve desplazado de los escenarios al público de la sala.

Los grupos siempre hacían lo mismo sobre el escenario, siempre representaban el mismo papel, ya fuera en París, en Roma, en Londres,

en Madrid… pero en el patio de butacas, en la arena de la plaza, el espectáculo era nuevo cada vez.

Esa era la gran novedad que suscita en él el enamoramiento: la identificación con el público, el descubrimiento de pertenencia a una generación que se abstrae de cualquier contexto social o político, que se desentiende de las normas, de las imposiciones, que abre nuevos caminos de expresión a través

de una música que les une e identifica. Gente que está allí únicamente para disfrutar. Trillo se comprendió a si mismo: él no era un fetichista coleccionando fotografías de las estrellas del rock. Él era uno más en aquel entorno, con una cámara de fotos en las manos, atrapando vida en un contexto de vida y libertad. Cuando Trillo se da cuenta de todo esto ya va camino de los 30, y el flechazo se lo clava la manera de entender la vida de la generación que le sigue: los jóvenes que entonces tienen menos de 20 años. Le fascina aquella manera de ser tan libre que él nunca había experimentado, bien por haber sido un chico de pueblo, bien por no haber gozado de las más mínimas libertades

durante la dictadura.

Yo sentía que allí estaba naciendo algo nuevo. Una necesidad de militancia diferente. Mi hermano mayor se dedicó a la política y mi hermano menor a la música. Yo sinteticé esas dos pasiones y actitudes: hice de la música un instrumento para conquistar la libertad en la vida, en mí, a través de la fotografía."



Posteriormente recorrió el estado español buscando esos jóvenes raros, diferentes, corrientes que pueblan nuestras calles para dejar constancia de que una nueva generación de mods, punkies, siniestros, raperos o heavies había dejado atrás el franquismo. A partir de 1994 se ocupa de retratar a jóvenes

en ciudades fronterizas de España y los países que la lindan. De aquí la obra de Miguel Trillo de algún modo se integra en los procesos de globalización audiovisual y la forman sus conjuntos de Habaneras o los proyectos con los que se finaliza esta muestra retrospectiva, Gigasiápolis retratos realizados en

las metrópolis asiáticas o Desfile/Parade en la zona de fronteras portátiles neoyorkinas.


Con esta muestra retrospectiva se encuadra la obra de Miguel Trillo en un contexto más complejo del que hasta ahora se le solía ubicar. Ahora parece que le preocupa menos haber sido borrado en su día de la prehistoria de la fotografía artística de la Transición, algo que inconscientemente interpretó como un exilio definitivo a los territorios de la fotografía de reportaje. Esa dicotomía en la fotografía fue la característica de aquel momento en el que se estaba estableciendo la normalización de la cultura fotográfica en el país. Existía una necesidad de dar un giro definitivo a la trayectoria de la fotografía

española. Abandonar la realidad y experimentar en el campo de lo surreal, cogiendo al vuelo una corriente europea de tardosurrealismo que agrupaba a autores bien diversos como Duane Michals, Arthur Tress, Paul de Noijjer, Les Krims…

De un modo general su obra pertenece al género de la fotografía documental: un registro que vivifica el hecho, dando cuenta de los encuentros del fotógrafo con los sujetos fotografiados gracias al encuentro accidental, en su caso mostrando aspectos e indumentarias de la vida cotidiana de jóvenes anónimos en la ciudad. En este sentido el enfoque que Trillo hace de las tribus urbanas

es afirmativo y está claramente puesto al servicio de un fin: "la vida y la obra de un artista están en su coco y en su manzana habitual. No hay que confundir el arte con la realidad en porciones" afirma para después añadir con la sabiduría que ha ido aprendiendo de la ley de la calle: si separáramos a los artistas en

dos grupos, cazadores y pescadores, yo seria pescador. La música y la ropa son quizás los signos que unen de un modo universal a esta multitud de sujetos que vienen del deporte, el trabajo, la cultura o la noche.


El fotógrafo andaluz, desde su residencia en Cataluña, ha realizado en estos

Miguel Trillo, nació en Jimena de la Frontera (Cádiz) el día de su onomástica de 1953.

Posee las licenciaturas de Imagen y de Lingüística Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.




Desde los años 70 ha ido retratando a jóvenes en un entorno musical (conciertos de rock, fiestas en discotecas).
Al principio estos jóvenes pertenecían a su ámbito familiar y a sus amistades (Málaga, Sevilla).

En los 80 en Madrid convierte a los personajes anónimos de la Movida en su objetivo primordial (exposiciones en la galería Ovidio -1982- y en la sala Amadís -1983- y edición anónima de seis números del fanzine Rockocó -1980 a 1984-).
La década la terminó Trillo reflejando un relevo generacional en dos trabajos publicados en la revista de creación Sur Exprés: Los nuevos pijos (1988) y Madrid hip hop (1988).

Al inicio de los 90 realiza para el dominical del diario El País un retrato de la juventud española en pequeñas capitales de provincia.
Dicha obra la expone en la galería Moriarty (1992), de Madrid, con el título Souvenirs, editando como catálogo tiras de postales turísticas.


En 1993 transforma la galería El Manantial, de Barcelona, en una tienda de souvenirs con sus fotos reproducidas en objetos turísticos.

Desde 1994 vive en la capital catalana, donde ha desarrollado la serie Geografía Moderna, un viaje por fronteras lingüísticas o territoriales de la Península Ibérica.


Con los retratos de estos jóvenes ha ido editando sellos de correos (revista El Europeo –1997-, galería H2O, de Barcelona –1999 y 2004-).

En 2001 en Árdora Editores publicó el libro ¡Agüita!, un ensayo visual en torno al agua a modo de libro de sensaciones de un viajero.






Sus dos últimos proyectos ya acabados -pero inéditos hasta 2005- llevan por títulos Vitolas y Habaneras. Los dos, aunque distintos, tienen en común las referencias al tabaco y a la sexualidad en un entorno tropical (Manila y La Habana).

La obra de Miguel Trillo -entre el documento, el concepto y la pasión- se encuentra en importantes colecciones públicas y privadas españolas.




Bibliografía

Miguel Trillo. Diez años de estéticas juveniles y rocanrol. Ediciones Municipales. Logroño, 1989.



Miguel Trillo. Parejas. Ediciones Cúbicas. Madrid, 1992.
Miguel Trillo. Retratos de una década (1980-90). Ayuntamiento de Alcorcón, 1996.
Miguel Trillo. Editorial La Fábrica-TF (Photobolsillo nº 11). Madrid, 1999.
Similitudes. Ed. Centro Nacional de Fotografía. Torrelavega (Cantabria), 2001.
¡Agüita! Árdora Editores. Madrid, 2001.
Miguel Trillo. Retratos 1990-2000. Ed. Cajastur. Alcorcón. (Madrid), 2002.

Asimismo, se ha autoeditado cinco números -de 1980 a 1984- del fanzine Rockocó (Imágenes del Pop-rock madrileño), el libro de artista Madrid, las calles del ritmo (1989), cuatro tiras de postales turísticas de la serie Souvenirs (1992-1994) y seis hojas de sellos de correos de la serie Geografía Moderna (1994-2004).

EL CÓCTEL DE MIGUEL TRILLO
Diario Málaga Hoy 21.06.05 Escrito por: IGNACIO TRILLO
Miguel, erudito de la imagen y las letras, ya todo un clásico, siempre ha sabido adelantarse, a través de su cámara, a los fenómenos de la posmodernidad urbana. También ahora, donde cabalga con su local impronta en las olas que emergen de este planeta cada día más globalizado.






Rebelde e inquieto desde su más tierna infancia, transformó su pasión de chiquillo por los pantanos, o su vocación de bombero forestal, mientras cubría su déficit de calcio a base de alimentarse de los caliches de las blancas paredes de Jimena o de los polvos talcos de ese cuarto de baño lugar de castigo donde lo encerraban, con una cámara de foto siempre a cuesta para que con su especial sensibilidad nos captara el presente, a la vez que nos adelantaba lo que de interés podía depararnos el futuro.



En sus inicios, imágenes fijas en blanco y negro de su adolescente etapa con contenidos escabrosos, como si con ello deseara mostrarnos a esa España profunda que se negaba a ser enterrada. Después, dio paso a otras escenografías, de explosión colorista, donde las tribus urbanas juveniles con trasfondo musical y variopintas estéticas iban desfilando a través de su retina. El fenómeno de la movida de los ochenta nunca podrá ser historiada si no cuenta con la obra fotográfica y literaria de Miguel Trillo. De ahí, a esa otra España olvidada, primero en sus capitales de provincia más estancadas donde no tenía estación ese tren europeo que todo lo va transformando. Posteriormente, adentrándonos en esas ciudades fronterizas donde la mezcolanza étnica y lingüística adquiere vida y hasta fuente para la transmisión de esperpénticas escenas, cuando no, acercándonos el fenómeno ultra radical de la hinchada futbolística o a las nuevas corrientes migratorias. Por medio, la Málaga de sus pasiones, como la del litoral que recoge la magnífica exposición patrocinada por Málaga Hoy, aun no comunicada en sus decenas de publicaciones y exposiciones ya llevadas al efecto, donde la evolución urbana malagueña es recogida a través de paisajes y personajes, inéditos y anónimos todos ellos. Aquí estoy seguro de que un día nos sorprenderá presentándonos, entre otros, la historia de la feria de Málaga que ha ido transcurriendo a lo largo de los más de veinte años que viene a visitarla, sólo por el lúdico placer de captar miles de imágenes


Sus dos licenciaturas, en Filología Hispánica e Imagen, ambas por la Complutense de Madrid, así como las cuatro ciudades de su alma: la Jimena de la Frontera en Cádiz que lo vio nacer, la Málaga que supo elegir para sus incansables idas y vueltas, y esas Madrid y Barcelona donde a contra corriente milita en el castellano de la historia de la literatura española, no le han podido frenar para ser constante viajero y ciudadano del mundo en su empeño de proporcionarnos el placer estético de nuestra cotidianidad. Instantáneas para invitarnos a hacer una obligada parada en el vertiginoso ritmo de la sociedad de locura que nos ha tocado vivir. Quizás para que la saboreemos mejor en la dirección de reflexionar sobre cuanto de bello y trascendente hay en todo lo que nos rodea.



Como dice José Luis Caballero -más objetivo de lo que pueda manifestar este hermano carnal- en el resumen que hace con motivo de la presencia de la obra de Miguel en el pabellón de España, en la última Expo celebrada en la japonesa ciudad de Aichí: “¿cómo es posible que las imágenes de un creador tan heterodoxo transmitan al espectador la sensación de hallarse ante la presencia de un clásico?” A la vez, el mismo autor de este interrogante nos desvela acertadamente la receta de ese cóctel: “un tercio de minuciosidad, un tercio de sensualidad y un tercio de perplejidad”.

25 de mayo de 2009
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