El afilaó ... de F. Vera

Esta mañana, último día de trabajo (me jubilo), nada más salir a la calle llega a mis oidos un soniquete que me transportó a una pila de años atrás. Era el sonido de un juguete muy simple que en mi niñez era muy popular: La mini flauta. Era de plástico. Con siete canutillos La utilizaban los “afilaores” indicando su presencia. Era una llamada muy especial. No cabía duda de quién era el que tocaba. La gente salía de sus casas con los cuchillos y tijeras “embotados”.Éstos quedaban perfectos. Se aprovechaban tanto que, a veces, la hoja no se presentaba recta sino con media luna de tanto pasar por la piedra del “afilaor”.

La fuerza motriz eran sus piernas que, aprovechando los pedales y unas correas, hacían girar la piedra de amolar. Me encantaba observar, no sin cierto temor, las “chispitas” que saltaban. El hombre comprobaba el filo de la hoja varias veces hasta que con un leve toque con la mano determinaba que su trabajo ya había finalizado.

Como decía, escucho la llamada y miro de un lugar a otro hasta que descubro a un singular personaje de enorme barba blanca, gafas de sol, gorrilla, camisa al estilo beach boys y pantalón pirata blanco que rompe la idea que tenía de los antiguos “afilaores”. Ya no lleva bicicleta, sino que tira de un carro de ruedas de goma. En su interior un pequeño motor. Camina ligero. Está en la acera de enfrente. Espero que cambie el semáforo y cruzo entre los coches. Lo alcanzo. Le pido permiso para una fotografia. Se para y posa muy amablemente mientras hace una demostración con la mini flauta. Gracias amigo. Y continúa con su trabajo , creo que feliz, en la vorágine del tráfico.