Barreras arquitectónicas en pocos metros.


Si alguna vez has tenido que maniobrar una silla de ruedas, el tema de este artículo te será conocido. Con los recientes trabajos realizados en la Avda. de los Deportes parece que se han olvidado de que hay personas en Jimena en esas sillas. No las vemos mucho quizás por las muchas dificultades que les presentan las calles del pueblo. La foto que encabeza este artículo es posiblemente el mejor ejemplo de lo que decimos, pero hay muchas más



Esta farola se ha colocado en el medio de una acera estrecha, la que recorre el costado del colegio. Lleva su papelera y la pavimentación sin terminar, además de una tubería que algún siglo de estos soterrará el tendido eléctrico. No solo es imposible transitar por esa acera en silla de ruedas sino también empujando un carrito de niño chico.


Bajando por la misma acera nos encontramos con un borde muy alto. Se dirá que hay un paso peatonal a unos metros hacia la derecha de la foto, pero esos metros son bien cansinos. El instinto natural es bajar a la calle, al tráfico, instinto que no es exclusivo de minusválidos, sino también de niños y mayores de cualquier índole.


El problema antedicho se exacerba ya que no existe acera del otro lado de la calle. Es imposible andar de ese lado sin hacerlo por entre medio del tráfico. ¡Y no hablemos de la forma de aparcar!


Habiendo cruzado la calle frente a la nueva fuente llegamos a un desértico acerado que puede o no haberse planificado según una futura remodelación de esa esquina. Algo más abajo, llegando casi al restaurante, nos topamos con una farola que no solo parece estar algo borracha por su inclinación, sino que la base está completamente oxidada. Es de suponer que habrá algún que otro cable eléctrico por dentro. De todos modos, no habría que empujar mucho para que se cayera todo el tinglado. Y ¿has maniobrado una silla de ruedas sobre gravilla suelta?


Una pregunta: ¿Cómo pasar frente al restaurante con una silla de ruedas? Puede que haya que cruzar la calle hacia el supermercado, Sin embargo, si ibas hacia la piscina municipal, como pretendíamos en estas secuencias, ya te está costando el doble de trabajo y esfuerzo. En todo caso, estacionamiento como aquí se demuestra, se puede encontrar a cualquier hora del día.


Otra ilustración tomada unos minutos después de la anterior. Pensemos por un segundo en alguien en silla de ruedas, esperando al sol o a la lluvia a que se termine la carga y descarga. (Durante los pocos minutos que tardamos en sacar estas imágenes, pasaron dos veces los municipales. No pararon.)


Si hubiésemos elegido bajar por la otra acera, la que pasa por delante del almacén de materiales de construcción, nos hubiéramos encontrado con esta chapuza de aceramiento y señalización. Será un cruce peatonal pero la palabra peatón implica que puedas levantar las peirnas. No solo es difícil para una silla de ruedas, sino bastante confuso para aquel que tenga problemas de la vista.


El otro lado de ese mismo cruce peatonal presenta esta imagen, que ilustra otra dificultad más para nuestra silla. Y no hablamos de los coches mal estacionados sobre el mismo cruce a la espera de alguien que esté comprando en el supermercado si no es el mismo conductor o conductora.


Pero nos dirigíamos hacia la piscina por la acera de enfrente (¡Nada de cachondeo!). Habríamos tenido que bajar a la avenida, y una vez recuperada la acera, nos encontraríamos con la entrada del almacén de piensos, donde casi siempre hay vehículos aparcados (no hubo foto). Zanjada esa entrada, nunca mejor dicho, bajamos por la amplia acera hasta llegar a su fin, donde nos encontramos con la inmensa confusión de escaleras y coches mal aparcados. Otra vez, nuestra silla de ruedas está en la calle, siempre suponiendo que no haya que esperar al conductor del vehículo que puede o no tener consciencia de su mala conducta.


Llegamos por fin a la entrada de la piscina municipal. Por suerte no bajábamos hacia el campo de fútbol porque hubiéramos tenido que estar nuevamente en la calle.Los conductores de los vehículos blancos tuvieron la amabilidad de dejar libre ese espacio para bajar o subir, pero, claro, hubiera sido muy complicado llegar hasta allí.


Volvemos a la entrada de la piscina. Hoy se pudo entrar sin problemas porque no había un coche aparcado en la misma entrada que está bien señalizada en amarillo pero que, según socios de asociación La Estrella del Regüé, no suele ser así. Entramos a la piscina listos para cambiarnos y disfrutar - pero se presenta un problema: tenemos que ir al servicio. ¿Alguna vez has tratado de empujar una silla de ruedas por el cesped? ¿O por arriba de las piernas de alguien? Las lozas no tienen la anchura suficiente para las cuatro ruedas de nuestra silla, y los ángulos de acceso a la rampa de la entrada de los servicios presentan sutiles pero serias dificultades.


Queríamos tomar un refresco en el bar, que ya hacía falta. Sin embargo, no quedaba más remedio que dejar la silla y su ocupante cerca de la entrada ya que no solo nos encontramos con otro escalón sino que este tiene un nivel muy difícil, sin mencionar el barro que genera la ducha. ¿Alguna vez se te ha quedado atascada una silla de ruedas en el barro?

La secuencia que demostramos arriba se trata de una travesía de unos 400 ó 500 metros - ¿te imaginas lo difícil que puede ser en otros lugares del pueblo? Ya que se están realizando tantísimas obras gracias al Plan E (pensamos especialmente en las del Mirador o la Plaza de Olof Palme) esperamos que se tengan en cuenta aquellas personas con minusvalías, aunque no menos derechos, que nosotros. ¿O será mucho esperar?

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Artículo de: http://jimenapulse.wordpress.com

20 de agosto de 2009
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