La Charraná de "El Maniguo" y las morcillas ... por Currini


Estaban en el Bar de la Estación, su propietario Juan Luque y Martín Álvarez charlando animadamente, cuando de pronto aparece el “maniguo” tirando del burro y que amarra en una de las “argollas” habilitadas para éllo en la pared de frente.
Entre camballadas y saltitos producidas por los “juanetes” y “callos” en los piés, el considerado inculto y medio cazurro, cruza la carretera y con una talega en la mano se encamina al bar donde tras sentarse y soltar la taleguita en una esquina de la mesa, pide una copa de vino Sala con una tapita de sangre con tomate.


Se ponen a hablar con él y explica que en la talega lleva una morcilla casera.

Disimuladamente mientras habla y habla el buen hombre, le quitan la morcilla y la esconden. Después de la charla y tomarse varias copitas de vino con sus tapas correspondientes, “ el maniguo” se marcha montado en su burro para el campo.

Una vez desaparecido Juan y Martín desenvuelven la morcilla y con dos medias de “mantecoso” se comen la morcilla del incauto hombre de campo y el consiguiente coro de “cachondeo barato” con todos los que en aquel momento habia en el bar.

Pasado un buen rato aparece de nuevo el hombre y explica que se le habia quedado allí una morcilla olvidada y que si la habian visto alguno allí encima de la mesa a lo que Juan Luque y Martin contestaron que ellos no habian visto nada de nada. Lo que pasa es que esa morcilla me la ha dado mi cuñado ya envenenada para que la trocee y la ponga por la finca para matar una plaga de ratas que tengo en el cobertizo y la verdad me preocupa que alguien la pueda comer.

Los dos timadores quedaron blancos como la pared y salieron corriendo disparados para Jimena en busca del médico y metiéndose los dedos en la garganta para devolver constantemente. Este hombre era conocedor de las faenitas que se gastaban y por eso disfrutó con el tema inventado de la morcilla envenenada pues le habia llegado el soplo de que se habian “papeado” la morcilla con vinito del bueno.

Me reí mucho cuando en el viaje al Camino de Santiago me lo contó con mucha gracia uno de mis amigos de la infancia y hasta dijo el nombre del labrador que hemos querido preservar porque no sabemos si se enfadarían sus familiares o por el contrario lo aceptarian como lo que fue una “charraná jimenata” llena de arte y salero por ambas partes.

29 de septiembre de 2009
comentarios gestionados con Disqus

El Rincón de...

El Rincón de Contreras El Rincón de María El Rincón de Calvente El Rincón de Isidoro El Rincón de Gabriel El Rincón de Lupe El Rincón de Doncel El Rincón de Paqui
Comentarios recientes
TJD RECOMIENDA