Sobre el Día de los Difuntos por... Padre Antonio Jesús.


Acabo de terminar el responso que hemos hecho en el cementerio de Jimena. Junto a la oración he pasado por todas las tumbas del campo santo bendiciendo y pidiendo por el eterno descanso de los que reposan en ese lugar.
Es conmovedor escuchar los testimonios de las diferentes personas que pedían por sus seres queridos, de la misma forma impresionan las circunstancias de la muerte y el abanico, tan amplio como la vida misma, de edades que uno se encuentra (desde un niño con 5 días a una anciana que superaba los 90 pasando por un sacerdote muerto con 43 años a finales del s.XIX).


El cementerio de Jimena tiene historia. Desconozco si alguien habrá hecho un recuento de personas enterradas en ese lugar a lo largo de la historia, pero viendo que el enclave del castillo tiene restos del tiempo de los romanos y que la presencia de personas en esta zona ronda los albores de la humanidad (si tenemos en cuenta las pinturas pre-históricas existentes) el número será incontable.

Hoy escuchaba historias de los años 40, cuando la miseria azotaba toda España y cómo tenían que enterrar personas de una forma excesivamente sencilla, historias de madres que perdieron a sus hijos, historias de hijos que perdieron a sus padres, historias de personas que rezan y se preocupan de nichos de los que nadie se acuerda, ... historias de la vida misma.

Al terminar este recorrido, que nos llevó como una hora, salí solo del cementerio mientras unas pocas personas aún quedaban adornando las tumbas de sus seres queridos y mientras bajaba la pendiente, me detuve un momento a ver el paisaje.

El castillo al frente, testigo silencioso del correr de los años, a la derecha el parque natural de los alcornocales, con el brillo especial de este raro otoño tan seco y caluroso y a la izquierda, la población de Jimena con la Estación al fondo donde se atisbaba el Santuario de la Reina de los Ángeles.

Y pensé: ¡qué hermoso lugar para ser enterrado! Puedo entender que en esta sociedad donde prima lo práctico sobre lo histórico o las costumbres, donde prevalece la prisa frente al pasear y disfrutar de la vida, este cementerio sea "incómodo" o "poco práctico" o que no cumpla "no se qué normas hechas desde un despacho", pero sin duda la calidad de vida que tiene Jimena se traslada al lugar de reposo de sus difuntos.

En una sociedad como la nuestra donde habitamos en una especie de vacio de valores, donde cada uno es su propia ley, donde Todos los santos se transforma en una fiesta americana "como en las películas" y donde la muerte para muchos es el final de todo, es necesario recuperar la trascendencia, en necesario esperar la Resurrección. Quizá muchos la esperen como los discípulos de Emaús, sin esperanza. Otros directamente no creen en esas cosas.

Esta tarde al salir del cementerio, al contemplar ese paisaje y pensando en estas cosas que acabo de escribir se ha reforzado mi ESPERANZA, y me digo ¡qué mejor sitio para esperar la Resurrección que un cementerio en un entorno como el de Jimena!
Leído en: http://lareinadelosangeles.blogspot.com

2 de noviembre de 2009
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