Cuando se piensa en los pueblos del interior de Cádiz viene a la memoria el calificativo de blanco. Sin embargo, lo inmaculado de los muros gaditanos nada tiene que envidiar al verde del patrimonio natural que rodea sus localidades.
Nuestro recorrido comienza en Jimena de la Frontera, localidad en la que destaca su castillo árabe, que pasó a ser renovado por los cristianos cuando éstos se hicieron con el poder, y por las casas apiñadas de su casco antiguo. En Jimena se encuentra uno de los centros de interpretación del vecino Parque Natural de los Alcornocales, una de nuestras primeras paradas verdes.
La mejor forma de disfrutar desde el coche de este parque es tomar, desde la circunvalación de Jimena, la carretera CA-3331 en dirección a Alcalá de los Gazules. Estrecha y no exenta de curvas, la ruta nos permitirá hacernos una idea de esta extensión de 170.000 hectáreas protegidas, en las que predomina el alcornoque pero también el acebuche, el quercus o el roble.
Aproximadamente unos cinco kilómetros antes de llegar al puerto de Galis se encuentra el área de La Sauceda, desde donde parten varios senderos: el más conocido es el que, en cinco horas, permite coronar el pico del Aljibe, aunque hay otros, incluso algunos recomendados para los amantes de la bicicleta. Siguiendo en dirección hacia Alcalá nos encontraremos con otra área desde la que iniciar más excursiones: desde la zona de El Picacho es muy recomendable hacer el sendero de la Garganta de Puerto Oscuro que, aunque se trate de una ruta sencilla, permite adentrarnos en el bosque autóctono e incluso poder ver el nacimiento del río Barbate.
Publicado en ocholeguas.com
de El Mundo /viajes.
Riqueza verde, pueblos blancos
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