A partir del sábado ya seré oficialmente HIJO ADOPTIVO de Jimena. Por una extraña conjunción astral que hizo coincidir una serie de circunstancias aterricé en este pueblo cuya existencia no conocía. Venía para estar dos o tres años. El que viene cumplo medio siglo. El alcalde y el Ayuntamiento han querido hacerme el mejor regalo en estas bodas de oro: hacerme HIJO ADOTPTIVO de Jimena. Qué hermoso nombre para una madre. Alguien dijo en este mismo blog que más bien me deberían nombrar abuelo adoptivo. Ya lo soy. Mi nieta se llama Jimena. A partir de ahora, seré abuelo e hijo de Jimena.
Un lío de familia. Pero qué hermoso lío. Es el regalo más inapreciable que me podían dar. Gracias por ello al alcalde Pascual que hizo la propuesta y a la Corporación Municipal que la aprobó por unanimidad. Será una fecha que nunca podré olvidar y que, además, la casualidad ha hecho que sean un día y una hora fácil de recordar: el día doce del doce a las doce. Quedará eternamente grabada en mi memoria. Gracias también a las asociaciones y personas que apoyaron la propuesta con su firma o la recogida de las mismas.
Con este motivo estoy recibiendo muchas felicitaciones: personalmente, por correo y a través de este impagable medio de comunicación digital que es TIO JIMENO. Quiero desde aquí agradecer todas estas felicitaciones. Quiero también expresar mi gratitud a todos los jimenatos, los que viven en el término y los que viven fuera, los que están y, en la memoria, a los que ya se han ido para no volver. Si algún mérito tengo para merecer tan honrosa distinción, a vosotros os lo debo, vosotros me habéis modelado tal como soy. Llegué en el año sesenta a un pueblo con una terrible problemática social que fue operando en mí una nueva escala de valores, una nueva visión de la vida. Yo venía como farmacéutico a dispensar medicamentos para enfermedades individuales, pero no conocía ni el origen ni el posible remedio para aquella tremenda problemática social: una población masculina que trabajaba de sol a sol en las duras faenas del campo o del monte para ganar un jornal de miseria y unas mujeres que operaban diariamente el milagro de la subsistencia familiar administrando este jornal… cuando lo había. Ellos y ellas fueron mis maestros, los que me impulsaron a buscar explicación a aquella situación estudiando la historia de Andalucía, del Campo de Gibraltar y de Jimena. Hoy puedo decir que soy licenciado en Farmacia por la Universidad de Santiago, en Óptica por la de Barcelona y en Historia, en Humanidad, por la Universidad Popular de Jimena de la Frontera.
Quiero dedicar un recuerdo y un reconocimiento público a mi familia. Mi mujer, Queti, se casó conmigo y se vino a Jimena con veinte años dejando a medias su brillante carrera de medicina. Como yo, se vino a más de mil kilómetros del pariente más próximo. Estando aquí nacieron nuestros cuatro hijos y fue ella quien los crió porque yo, entre el horario permanente y perpetuo de la farmacia en aquellos tiempos y que soy un padre a la vieja usanza que nunca ayudé a mudar pañales, preparar biberones ni otras labores domésticas, tengo que reconocer mi nula aportación a estas tareas.
Como también había hecho Magisterio, ella encontró su realización profesional en su escuela de párvulos, siempre en Jimena porque nunca quiso pedir traslado a otra población. Creo que dejó huella en los que fueron sus alumnos, que siguen teniendo con ella una relación de afecto y gratitud. Pienso que ella se merece al menos el 50% de este homenaje porque sin su apoyo yo no estaría aquí. Quiero también tener un recuerdo para mis hijos, a los que les resté las muchas horas que dediqué primero a la Farmacia y luego a la investigación histórica y a la escritura de libros y artículos.
También quiero tener un recuerdo para los que a lo largo de estos años han sido mis colaboradores en la Farmacia, desde los primeros, Paco Gutiérrez Ordóñez y Martín Cano, a los actuales. Ellos han sido un apoyo imprescindible y quienes han hecho posible este medio siglo de un servicio farmacéutico en Jimena que en el año 2.000 mereció el premio Chape, el más valioso concedido por el Colegio Farmacéutico de Cádiz a la farmacia con mejor trayectoria profesional y social de la provincia. Ahora con mis hijos Víctor y Héctor siguen prestando un valioso servicio, que quiero agradecer sinceramente
Gracias a todos por darme en adopción una madre de hermosísimo nombre: JIMENA.
José Regueira.
Unas líneas de agradecimiento... por José Regueira Ramos.
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