Para conmemorar este evento, nuestro Grupo Parlamentario ha previsto distintas actuaciones.
Una de ellas, que ya pueden tener entre sus manos quienes lo deseen, ha sido la edición de un libro que, a mi modesto entender, dista mucho de poder agotar todo el trabajo que se ha desarrollado durante este tiempo.
Pero que creo que sirve para sabernos y reivindicarnos como parte de un proyecto que, desde Pablo Iglesias, lo hemos integrado 1551 hombres y mujeres.
Un proyecto que, nuestro Grupo ha querido definir, creo que con mucho acierto, siguiendo una cita de Antonio Machado, como el de las voces de Pablo Iglesias. La voz de Pablo Iglesias que siempre se empeñó en la defensa de los desfavorecidos.
Pusimos tanto empeño los socialistas en llegar al Parlamento, veinte años intentándolo hasta alcanzar aquella primera acta de diputado, que a ninguno nos extraña seguir celebrando nuestro contento por aquella victoria cien años más tarde.
Y, no creo que a nadie extrañe el interés de los socialistas por el Parlamento. Los socialistas sabemos bien que el Hemiciclo es el epicentro de la democracia representativa y que ejerce una fuerza gravitatoria sobre la atención de los ciudadanos como no la ejerce ninguna otra institución de la democracia. Estoy convencido, que puestos a identificarse con una tarea en política, los ciudadanos y las ciudadanas les gustaría ser antes que nada parlamentarios. ¿Quién, vencida su timidez, no se ha visto subido en la tribuna del hemiciclo denunciando una injusticia o proponiendo soluciones a los problemas de nuestra sociedad?
El 25 de junio del 1910, la voz de Pablo Iglesias resonó por primera vez en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. El primer –y único diputado socialista en aquella legislatura- tuvo que hacerlo para defender su condición de obrero y de representante de los obreros. Desde aquel día las voces socialistas no han dejado de estar presentes en el parlamento con el afán de hacer progresar a nuestro país hacia un horizonte de más democracia, libertad, justicia, igualdad y solidaridad.
Pablo Iglesias fue el primero de nosotros. Luego le hemos seguido muchos más. Y seguirán llegando socialistas al Parlamento mientras los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, sientan la necesidad de que alguien suba a la tribuna a expresar sus deseos de libertad, de igualdad y de justicia.
Han pasado 100 años. Lamentablemente, no podemos hablar de 100 años de normalidad parlamentaria. Los gobiernos de la monarquía, cada vez más débiles y superados por los acontecimientos, mantuvieron cerradas las Cortes durante largos períodos. La dictadura primoriverista primero y la franquista después fueron incompatibles con el régimen parlamentario y con la democracia. Aún así, los diputados y diputadas socialistas, con el Parlamento abierto o cerrado, ejerciendo sus responsabilidades o perseguidos, se mantuvieron fieles al compromiso adquirido con los ciudadanos que habían en ellos depositado su confianza y su representación.
Creo que es justo recordar que ese compromiso llegó hasta sus últimas consecuencias en el caso de los diputados que componían el Grupo Parlamentario Socialista durante la guerra civil y la represión franquista. Treinta y dos fueron ejecutados desde los primeros momentos de la sublevación militar hasta 1942. Cincuenta y nueve tuvieron que exiliarse. Seis sufrieron prisión, uno de los cuales Juan Besteiro, falleció en la cárcel de Carmona en 1940.
Han pasado cien años. Los últimos treinta, tras la aprobación de la Constitución de 1978, han sido sin duda alguna, los mejores de nuestra historia. Yo no he querido dejar pasar la oportunidad que me brindaba este aniversario para mirar hacia nuestro pasado: una magnífica manera de entender nuestro presente y de afrontar los desafíos del futuro.
José Carracao (Senador por Cádiz)
