Lo mismo podríamos decir de la imagen de Nuestra Señora que lo preside. Posiblemente nos encontramos con una imagen románica, la única de estas latitudes. No existen documentos que lo acrediten. Sólo la imagen nos podría hablar en su lenguaje de piedra.
La imagen representa a nuestra Madre, ya de edad avanzada, aunque de belleza extraordinaria. Posiblemente el artista que la esculpió trató de representárnosla en su última edad, cuando, después de resucitada y asumida, es coronada por Reina de los Ángeles y de los hombres.
Sin embargo, tiene al Niño en sus brazos y juegan entrambos con una breva, cuyo simbolismo no he podido descrifrar. La tradición oral o leyenda nos habla de la imagen como encontrada a principios del s.XVI en pleno campo o mejor en una cueva, escondida allí por los mozárabes al arreciar la persecución mahometana. Por eso se le dedicó allí mismo, primero una ermita y luego un Santuario.
Más tarde y siguiendo la costumbre de la época, se la vistió y así ha llegado a nuestros días. De todas formas, son ya muchas las generaciones de jimenatos que se han postrado a sus pies en súplica de socorro a sus necesidades.
El Santuario está situado a poco más de dos kilómetro de la ciudad, rodeado de un paisaje encantador y lejos de todo ruido. Por lo que puede deducirse de su arquitectura, debió ser en un principio una ermita con edificaciones adosadas, de las que aún sobrevive una parte en los que pueden verse arcos de herradura de clara influencia morisca.
Sin embargo, a fines del s.XVI o principios del XVII, como se deduce en las fechas esculpidas en la piedra, se emprendió la construcción del actual edificio. Los constructores, de honda espiritualidad e indiscutiblemente artistas, lograron un convento en el que por doquier se respira el simbolismo mariano. El "huerto cerrado" y la "fuente sellada" son claras muestras de este simbolismo.
Sus moradores, los hijos de San Francisco, sembraron por la cortijadas de esta campiña, honda religiosidad, de la que aún queda un fuerte rescoldo. Ellos vieron crecer al mismo tiempo una tierna devoción a la Señora najo cuyo anto se cobijaban. Fue así como los hijos de jimena llegaron a venerar a la Reina de los Ángeles como a Madre, Señora y Reina. Hoy, esos Ángeles han vuelto a tomar forma material en pinturas que cubren las paredes desnudas, y pienso que un día no muy lejano la Reina de los Ángeles de Jimena se verá plenamente rodeada de sus fieles vasallos."
Pbro. (Publicado en 1957, en "La información del lunes" del 30 de Diciembre)
