Nuestros lectores recomiendan: Cómo perder las elecciones...por Jose Manuel Atencia


¿Está usted harto de ganar de forma consecutiva ocho veces las elecciones autonómicas en Andalucía? ¿Cansado de enfrentarse cada cuatro años a unos comicios donde el resultado se conoce antes de instalar las urnas? No se preocupe, he encontrado en Internet un manual de cómo perder elecciones en cómodos pasos. Un compendio de consejos para afrontar con garantías un fracaso electoral. Una receta testada científicamente este fin de semana en Cataluña, con una derrota más abultada incluso de la esperada. Como sus efectos son más visibles a largo plazo, este manual garantiza que el varapalo en las municipales será todavía peor. Ni desfallezca ni se desmoralice, las elecciones nunca se pierden sino que se gana experiencia en la oposición.

El compendio para perder las elecciones incluye un centenar de consejos. Por razones de espacio, aquí llevan una versión simplificada y adaptada a la singularidad autonómica, ya que en principio este manual estaba escrito para políticos que querían perder las elecciones en Paraguay.
1. Haga un cambio de liderazgo en el Gobierno. Y luego dese prisa y haga un segundo cambio de liderazgo en el partido. Decida entre ser radicalmente tradicional o definitivamente moderno. Si la cosa se pone muy fea, intente cualquier combinación de elementos tradicionales y modernos, pero consiga un respaldo unánime, las crisis en falso siempre se cierran con mayorías a la búlgara.

2. Nunca cambie de opinión o de estrategia, aunque le vaya mal. O cambie cada día de opinión y estrategia para confundir a sus adversarios, aliados o electores. Decídase claramente por una de las dos opciones, aunque si realmente quiere perder las elecciones de forma rápida debe corregirse a sí mismo todos los días, diciendo hoy una cosa y mañana la contraria.

3. Diga cualquier cosa, a cualquiera, y en cualquier lugar, especialmente en presencia de periodistas. Desconfíe de la planificación, confíe siempre en la improvisación. No se trata de que su adversario gane las elecciones, sino de que uno haga todo lo posible por perderlas.

4. Nunca haga usted nada que se parezca a lo que dice. Nunca prepare un material impreso con sus intervenciones, así la gente las olvidará pronto. Nadie sabrá cómo explicarlas y nadie le pedirá explicaciones por no desarrollarlas. Y nunca diga en unos segundos lo que pueda decir en muchos minutos. Deje siempre en manos de los periodistas la interpretación de sus palabras. Si no lo hace, se quedará sin excusa ante los suyos una vez alcance la derrota: "Hemos tenido un problema de comunicación, comunicamos mal lo que hicimos".

5. Si la situación se complica por una crisis económica, búsquese más problemas. Ya sean funcionarios, ERE con sorpresa o subvenciones a familiares. Lo mejor, sin embargo, es reclamar una caja única. En definitiva, no deje para mañana ningún lío que le pueda erosionar hoy. Para ello, rechace todas las técnicas modernas de mercadeo electoral. Vaya a lo seguro: para perder unos comicios sólo hay que proponérselo.

6. Déjese llevar por la inercia. No preste atención a lo que otros candidatos ofrecen o denuncian. Ni defina el producto de la competencia. No explique quiénes son, qué representan, ni qué ofrecen ni qué piden. Y hágase preguntas para convencerse a usted mismo: ¿Quien ha perdido tres veces por qué va a ganar ahora?

7. Si tiene malas noticias, compártalas. Las malas noticias son un arma poderosa para bajar la moral de la tropa.

Siga las instrucciones sin salirse del guión. Y en 2012, no diga perdimos. Diga que ganamos una nueva experiencia política, la de estar en la oposición.
Jose Manuel Atencia. El País.

30 de noviembre de 2010
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