Un señor llamado Petrus Johannes, por ejemplo, firma de forma humorística un documento leonés fechado en 1199 con el pseudónimo “Pixa Feliz”. Esta misma palabra figura en el Glosario del Escorial del año 1400 y se repite en el Cancionero de Baena, una producción típicamente cortesana, de carácter culto y artificioso que, compilado por Juan Alfonso de Baena, agrupa a una serie de poetas palaciegos y de trovadores al servicio de los nobles de fines del siglo XIV y de principios del XV.
Progresivamente se va relajando su pronunciación y “pixa” se articula “picha”, no sólo en Andalucía sino también en Murcia e, incluso, en el Alto Aragón. La amplitud geográfica en el empleo de esta palabra, considerada hoy como un vulgarismo, no nos debería sorprender excesivamente, si tenemos en cuenta que procede del vocablo onomatopéyico “pis” -“orina”- que, aunque en castellano carece de verbo, sí lo tiene el francés -“pisser”- y el italiano -“pisciare”- con el significado de “expeler naturalmente la orina”.
José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.