A la memoria de mi tia Antonia Delgado Gómez,con motivo del aniversario de su fallecimiento... por Ruth Gutierrez.


En el aniversario de la muerte de Antonia Delgado Gómez...
Lo más duro de la muerte de nuestros seres queridos es que las cosas nunca son ya como lo eran antes. Por más que nos digamos que la vida sigue y que nosotros con ella debemos seguir, las cosas nunca son como lo fueron antes. Cuando nos dejan, huérfanos, abandonados, sin acostumbrarnos ni hacernos a tamaña ruptura, afloran con una claridad reveladora todos los bienes que nos hicieron en vida. Como diría el poeta romano, se nos aparecen coronados de laureles. Y nos parece tarde para darles las gracias, para oírles reír, para disfrutar un poco más de su presencia. Algunos se van de inmediato, repentinamente o cuando parecían estar en la flor de su vida; otros, cuando en su ancianidad, se apagan como la luz tenue de una vela: sin embargo, tanto los unos como los otros, y como el fruto maduro, ya lo habían dado todo y bien.


Con el recuerdo de mi tía Antonia, no pretendo remover (ni quisiera) las entrañas del dolor porque no es exactamente ese sentimiento el que diría que nos invade, tras cumplirse el año de su fallecimiento: más que desgarro, su ausencia despierta una serenidad incomprensible por lo mucho que la echamos de menos. Y es que se me antoja que nuestra tía Antonia no se ha ido de verdad, no ha muerto. Paradojas: pues sabemos que por mucho que la llamemos, no responde; por mucho que la busquemos, no la encontramos en los lugares que ella frecuentaba, su casa, los campos, su querido pueblo de Jimena de la Frontera. Pero todo lo inunda su presencia y, aún sobreviviendo en esa insatisfacción un poco amarga y en la impotencia que produce ese no hallarla entre nosotros, quiero traer todo lo que nos dio en vida y nos ha dejado en muerte. Pues como ella, pocos han sabido sacarle a la vida su jugo más preciado: el de la entrega constante a todos, a su familia, a los que puso en la cima de sus desvelos, sus actividades y a los que regalaba día y noche, cariño, esfuerzo, alegría, optimismo, tesón; a sus hermanos, sobrinos, cuñados, sus familiares y amigos, conocidos, transeúntes, Antonia fue generosa con todos.

Por ello, sé (quizá sea lo único que sé) que hay un precioso lugar en el Cielo -preparado para ella con la flor del tomillo, la hierbabuena y la rosa- desde donde nos sigue cuidando con el mismo ¡o más! esmero que lo hizo aquí. Y esa certeza sólo nos motiva a seguir su senda que no fue otra que la del Amor, noche y día, desde su querida Jimena.



Ruth Gutiérrez Delgado
Pamplona
San Antonio, 13 de junio de 2011



13 de junio de 2011
comentarios gestionados con Disqus

El Rincón de...

El Rincón de Contreras El Rincón de María El Rincón de Calvente El Rincón de Isidoro El Rincón de Gabriel El Rincón de Lupe El Rincón de Doncel El Rincón de Paqui
Comentarios recientes
TJD RECOMIENDA