Con su conocido sentido crítico, el amigo Andrés Rebolledo ha publicado aquí una aguda crítica a mi artículo sobre la madurez democrática demostrada en las tres sesiones de investidura del nuevo ayuntamiento. Agradezco las palabras amables que me dedica, pero por supuesto que considero muy positivo que se expongan públicamente éstas u otras opiniones, sean coincidentes o discrepantes, sobre temas de política local. Especialmente ahora que se abre una etapa que sigo considerando novedosa e histórica y creo que también inesperada si no cualitativa sí al menos cuantitativamente. Creo que, dados los precedentes de los últimos treinta y dos años, pocos esperaban que el vuelco electoral local llegase al extremo de que el PP superase en votos al PSOE.
Que es novedoso e histórico lo acredita el hecho de que es la primera vez en la historia democrática que un partido de derechas derrota a uno de izquierdas en Jimena. Esta circunstancia hace que estos resultados pasen a inscribirse en la historia que en el futuro estudiará las elecciones municipales de Jimena. Igual que fueron históricas las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 que trajeron la proclamación de la República dos días después y en las que en Jimena se proclamó alcalde Fernando Calvo, el alcalde más efímero de la historia de Jimena, del que hablaré en una próxima ocasión. O que lo fueron las primeras elecciones democráticas del 3 de abril de 1979, después de cuarenta años de dictadura y en las que en Jimena ganó el PSOE y se proclamó alcalde José Carracao.
Como ejemplo de la diferencia entre la valoración política y la simple crónica del hecho histórico podemos citar el ejemplo más trascendente de unas elecciones municipales en la historia de España: las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 trajeron como inmediata consecuencia en los tres días siguientes la huida de España de Alfonso XIII, el fin de la Monarquía y la proclamación de la República. Lo histórico es la mera constatación de estos tres hechos sorprendentes en solo tres días. La valoración política sería de verdadero desastre para la derecha sobre todo para los monárquicos y de un éxito sin precedentes para los republicanos y para toda la izquierda. Esta es la diferencia entre la valoración política de una noticia, siempre muy respetable y la simple crónica histórica, que es lo que yo pretendía.
En cuanto a la abstención del PA e IU yo me limité a constatar el hecho, sin entrar en valoraciones políticas. Pero sí es histórica también esta postura puesto que, por primera vez, el partido vencedor lo hace no por mayoría absoluta sino por mayoría simple y tendrá que gobernar en minoría. Esto no sería posible sin esas abstenciones porque bastaba con que el concejal del PA o uno sólo de IU, rompiendo la disciplina de voto, apoyase al PSOE, para darle la victoria a éste. Esta situación nunca se había dado anteriormente. Todas las victorias del PSOE lo fueron por mayoría absoluta y daba igual la postura que adoptasen los otros partidos. Esto es también un hecho novedoso y, por tanto, histórico. Y también trascendente, puesto que, sobre todo IU, tendrá mucho que decir sobre cualquier tema que se plantee en los plenos, ya que bastaría que uniese su voto discrepante al del PSOE para derrotar cualquier propuesta del PP. Esto también es nuevo, incómodo para el partido gobernante pero una garantía para el ciudadano, ya que cualquier decisión habrá de pasar el filtro de la oposición, cosa que hasta ahora no ocurría.
En cualquier caso, mi artículo no pretendía ser una visión global de los resultados electorales. Si así se interpretó seguramente fue debido a mi falta de precisión en la exposición. Yo pretendía centrarme en unos aspectos que me consideraba en el deber moral de exponer públicamente: por un lado dejar constancia, como cronista oficial, de la dimensión histórica de los resultados electorales. En segundo lugar, hacer constar la gran ética y corrección (incluso en la indumentaria) demostrada por toda la nueva corporación en los tres actos de investidura; el hecho de haber sido necesarias tres sesiones es también novedoso y obedece a las razones por todos conocidas. Consideraba también un deber dejar constancia, en estos momentos tristes para ellos, de mi relación con el alcalde Pascual Collado y el concejal de cultura Juan José Rondón, de cuyo trato no tengo más que recuerdos elogiosos. A mi juicio han sido arrastrados por la circunstancia de tratarse de un sistema de listas cerradas, ya que no todos los miembros del equipo de gobierno del PSOE han sido “prepotentes y soberbios” y coincido con Andrés en que Pascual ha sido lo contrario. A eso principalmente me refería al decir que “pagan justos por pecadores”.
En cualquier caso me parece indudable la influencia de la crisis general y el desgaste del PSOE y de Zapatero en los resultados electorales de muchos municipios y entre ellos el de Jimena, en donde se está dando un enorme índice de paro. Las acusaciones de prepotencia, soberbia, no aceptación de propuestas y similares que Andrés expone las llevamos oyendo muchos años y sin embargo, elección tras elección, en Jimena el PSOE sacaba mayoría absoluta. Algún factor externo tiene que haberse dado en esta ocasión para que se produjese tal huida de votos a derecha e izquierda de este partido.
Quiero terminar manifestando mi esperanza y la de mucha gente en la renovación generacional que supone la nueva Corporación Municipal. La primera impresión en la toma de posesión fue de grata sorpresa ante la seguridad con que se desenvolvieron el nuevo alcalde Guillermo Ruiz y los nuevos jóvenes concejales de los distintos partidos. A todos les deseo el mayor de los éxitos en esta nueva y complicada etapa. Quiero terminar con un nuevo recuerdo al amigo Paco Pineda, a quien deseo una pronta y total recuperación.
José Regueira
