Entrevista a Lucía Álvarez 'La Piñona' en Jerez Jondo.


"Este premio se lo dedico a mi madre, que estará orgullosa porque se sacrificó por mí y sé que sin ella no sería lo que soy. Me ayudó en la final, aunque me hubiera gustado que hubiese estado allí"
He quedado con Lucía Álvarez Howard 'La Piñona' en la Plaza de la Encarnación, en la obra faraónica más criticada de los ultimos años en Sevilla, el Metroplo Parasol, más conocido popularmente como "Las setas". 

Le pedí días antes de nuestra cita que por favor acudiera con el trofeo del Desplante de La Unión, que acaba de ganar en esta última edición. 

Ella me advierte que el trofeo pesa mucho y doy fe de ello, pesa mucho, tal vez en todos los aspectos. 
Mientras le hacía unas fotos ella me pregunta "Manuel, ¿y no es muy típico esto de hacer fotos en "las setas" como todo el mundo? 
Y yo le respondo con otra pregunta. ¿Cuánta gente se ha echo una foto en "las setas" con un "Desplante" entre sus manos?

¿Es su casa un hogar de tradición flamenca?

Siempre se ha escuchado flamenco en mi casa, Gaspar de Utrera, Camarón, Juan Villar, Lole y Manuel...A mi madre le dio por apuntarme al baile en La Línea, me llevaba en coche dos veces por semana. Cuando llegué a clase me preguntaron, '¿tú que quieres bailar flamenco o sevillanas?'. Sin dudarlo dije: 'Flamenco, y empecé por alegrías', las sevillanas las aprendí mucho más tarde. Tenía 10 años por aquel entonces. Más tardé, con 14, estuve en Jerez con Mercedes Ruiz y seguidamente decidí marcharme a Algeciras. Con 17 años me fui a hacer el Bachillerato a Granada y a la vez, con la intención de estudiar en la Escuela Internacional de La Chumbera de Mario Maya, un 8 de Enero, no se me olvidará nunca porque me denegaron la entrada, no me aceptaron. Estaba decepcionada, no paraba de llorar y no sabía qué hacer hasta que conocí a una gente y me apunté a clases en El Carmen de Las Cuevas donde me apoyaron muchísimo. Después me fui cerquita de Granada, a Santa Fe, aprendí con Luis de Luis y con Esther Marín que después de muchas años sin verlos curiosamente coincidí con ellos hace escasamente unas semanas en Japón, donde he estado de gira recientemente. Un año después, mi padre me apuntó a la Fundación Cristina Heeren y fue cuando decidí venir a Sevilla, llegué con 18 años, y aquí estamos.

¿Qué le parece la pedagogía de la Fundación Cristina Heeren?

El primer año aprendí muchísimo, descubrí otro mundo, descubrí la realidad. Tuve de profesores a La Choni, que venía de la Compañía de Eva la Yerbabuena y ella me enseñó muchos ejercicios de Eva, bastante técnica y noté al avance. Tuve a Milagros Mengíbar y con ella aprendí bata de cola, que nunca me la había puesto. Con Carmen Ledesma también aprendí, porque ella se vuelca mucho con sus alumnas intentando sacar las cosas profundas de cada una, igual que con Rafael Campallo.

Después de la Fundación Cristina Heeren siguió estudiando con algún maestro/a?

Me fue con Andrés Peña, cuya escuela me gusta mucho, además de su estilo de baile, el concepto. Utilizo muchas cosas de él, tengo bastante material suyo.

¿Dónde pone el ojo con más atención a la hora de interiorizar el baile ajeno? ¿Quiénes son sus referentes?

Tengo muchos, Eva Yerbabuena, Manuela Carrasco, Manuela Vargas, aunque también depende del baile. De Manuela Vargas me encantan la caña y el mirabrás, las tres son para mí un gran referente, las miro concienzudamente, pero intento mirar a todo el mundo. Luego, como aficionada, me regocijo mirando vídeos de Eva la Yerbabuena.

¿Tiene su baile definido?

No al cien por cien, tengo 25 años y aún lo estoy buscando. No quiero hacer el baile igual que otros, y aunque quisiera hacerlo igual no podría porque mi cuerpo, mi cara, mi esencia, no son las mismas que las de mis referentes.

Hay gente que le ve mucha personalidad a su baile, que tiene mucha elegancia….

No sé, por supuesto me gusta que me digan que soy elegante, yo hago las cosas bajo mi concepto. Lo puedo hacer conscientemente en parte, pero por otro lado es algo intrínseco en mí, es mi hechura, no lo busco, lo llevo dentro y no lo puedo cambiar. Hay cosas que no se pueden estudiar.

En este caso, por ejemplo, Manuela Vargas es más de raíz, ¿no?

Manuela Vargas es elegante, igual que Eva, pero no sólo en la coreografía, sino en la ropa, en la música, en el orden de los bailes, todo eso hace que una persona sea elegante. Para mí no es sólo el porte, es muy importante la forma de montar el baile. Un baile tiene que ir, desde mi punto de vista, de menos a más, sabiendo que menos, es más, sin gratuitidad, sin cinismo, que tenga sentido, profundidad y un porqué, si no es como el que habla mucho y no hace nada, no tiene sentido.

¿Cómo se plantea el montaje de un baile, tienes una dinámica definida?

Cada vez voy afinando más, es algo que se trabaja, no es fácil. Cuando me meto en el estudio a montar un baile es porque lo he madurado mucho anteriormente. Cada baile para mí es como una película, sino, no puedo hacerlo. En realidad es un proceso muy lento.

¿Y monta el baile pensando en el público?

No. Algunas veces podemos pensar que ciertas cosas puedan gustar al público, pero te puedes equivocar, así que si hay algo que me gusta, lo hago, no pienso en el gusto ajeno.

¿Qué le gustaría bailar que aún no ha bailado todavía?

La caña, sin dudarlo ni un segundo. La caña ha sido siempre un valor muy tradicional en los tablaos. También los tangos de Málaga, estoy loca por bailar tangos de Málaga.

Hay muchas bailaoras que están más pendientes de su baile que del cante. ¿Usted es de las que escucha el cante?

Sí, y además me gusta mucho. (Lucía se queda pensativa y comienza a reírse).

¿Por qué se ríe?

Me acuerdo de una anécdota, estando en el metro en Japón a las diez de la mañana medio dormidos. Uno de mis compañeros me preguntó, ‘¿qué escuchas?’, y yo le dije que escuchaba a Caracol. Todos comenzaron a reírse porque era muy temprano para escuchar a Caracol. Sí, me gusta mucho Caracol, Chocolate, La Paquera, Vallejo, Juan Villar.... Siempre, antes de montar un baile, escucho mucho cante. Me gustan todos los cantes, todos, no hay cante que no me guste. Para escuchar un buen cante, me pongo una serrana, o una buena soleá. No sé, Chocolate o Vallejo por tarantos son para morir.

¿Cuándo decidió que iría a participar en Festival Internacional del Cante de Las Minas de La Unión?

Pues mira, me he apuntado tres veces y nunca fui porque no me sentía preparada, pero este año tenía muy buenas vibraciones. Era algo extraño, estaba nerviosa porque superficialmente siempre tienes dudas, pero en el fondo de mi corazón sabía que iba a salir bien, por eso fui tan decidida. Nunca me había pasado nada igual.

¿Lo decidió sola, o contó con apoyos?

Como dije antes, tenía mis dudas. Yo pensaba ‘a dónde vas tu a La Unión’ pero esa intuición fue la que me empujó finalmente a hacerlo. También recibí muchísimo apoyo de mi familia y de mis compañeras, la cantaora Rocío Márquez y la bailaora Ana Morales, ambas ganadoras en La Unión en ediciones anteriores. Ellas me han ayudado mucho.

¿Cuánto tiempo necesitó para montar los bailes con los que fue a La Unión?

Ufff, mucho (sonríe Lucia), mucho tiempo. Para el taranto tardé muchísimo, tenía que pulir, mejorar aspectos, pero a mí me gustan las cosas así, es algo visceral. En el taranto, por ejemplo, no metí tangos para no arriesgar en exceso, tenía sólo diez minutos y no quería tentar la suerte, es complicado. La soleá me costó trabajo bailarla, porque hubo un momento que estaba bailando y me sentí tan a gusto que a punto estuve de empezar a improvisar. Menos mal que me vino la luz y dije, ‘Lucia, no metas ahora la pata’. No hice ni entrada de guitarra, mucho escuchar, mucho templar mi salida, así fue.

Niño de Elche, Moi de Morón, El Trini, Miguel Pérez y Jorge Pérez fueron los músicos con los que contó para el Festival de La Unión, ¿por qué ellos?

Son los artistas con los que trabajo normalmente, me siento muy cómoda con ellos. Miguel Pérez ha sido con quien conté para montar los bailes, le estoy muy agradecida porque ha sido un caballero y es un músico de los pies a la cabeza. Miguel es de lo mejorcito que yo me he encontrado, mientras que él quiera, no lo cambio por nada del mundo y hay mucha gente que me gusta cómo está tocando en la actualidad pero Miguel se involucra, como si fuera algo suyo. Cuando le dije que íbamos a La Unión, a los dos días ya tenía la música del taranto en el correo, siempre me apoya, me anima, es demasiado. Musicalmente es muy completo, es muy flamenco, compone estupendamente y para el baile es único, le agradezco todo. Si esto ha salido bien es gracias a él y a todos los demás que se lo han tomado como si fuera suyo, con muy buen rollo, muchas risas, muy buena energía. Incluso otros compañeros que competían me lo comentaban, que se veían muy buen rollo entre nosotros.

Antes de llamar a sus músicos, ¿sabía que bailes iba a llevar?

Sí, más o menos lo tenía claro. En cuanto me dieron el sí (la organización del festival) , le di cosas a Miguel y el las montó. Él también me mandaba músicas y yo las integraba en el baile. Luego, con los cantaores montamos unas semanas antes.

Este ha sido un año de muchos sobresaltos en su vida, en todos los aspectos. Su madre falleció este año, cuando ya se habías apuntado al concurso. ¿Influyó de alguna manera?

Por supuesto, sentía que tenía que darme esa oportunidad y dedicárselo a ella. Al principio no tenía fuerzas, ninguna gana, pero luego valoré, me hizo sentirme más adulta y decidí presentarme con más fuerzas que nunca. Indudablemente, este premio se lo dedico a mi madre, ella estará súper orgullosa, se sacrificó mucho en vida por mí, me pagó el baile, los zapatos, todo, si no fuera por ella... Yo pensaba en mi madre en muchos momentos de mi baile, me hubiera gustado que estuviera allí.

Una vez que ha terminado el Festival, ha tenido unos días de relax, con la familia en Jimena…

Con la familia y los amigos. Me hicieron una fiesta en la terraza del Anón y fue una sorpresa. Pusieron una pancarta con una cita preciosa sobre la danza, una foto grande con el premio, tarta, champán, antorchas, fue impresionante. Desde el Ayuntamiento también me felicitaron personalmente.

¿Qué proyectos tiene en mente para este futuro inmediato?

Estoy preparando mi nuevo espectáculo, que va a ser algo sencillo, flamenco tradicional, mostrándome tal y como soy, porque no tengo que mostrar nada a nadie. Yo me he traído el premio, pero no tiene cláusula que diga que tengo que hacer las cosas de tal manera, yo voy a ser yo, yo he ganado un premio de bailaora flamenca, bailando por derecho. Tengo 25 años y estoy empezando a estar en el camino, voy a hacer lo que sienta y también, por qué no, lo que me surja, pero no va a ser gratuita por tener que vender. Desde luego tengo que defender el premio, no es fácil, pero tampoco tengo prisa. Evidentemente, tengo que aprovechar el tirón para poder hacer mis cosas sola, pero sin prisas, tampoco me voy a poner a hacer grandes producciones ni nada por el estilo.

Supongo que ahora habrá mucha gente atenta a usted, ¿dónde será su próxima actuación?

En el Ciclo de baile Punta-tacón, en Sevilla, el próximo 18 de Septiembre. Estoy un poco nerviosa porque va a ser mi primera aparición en público después de haber ganado en La Unión. Pero es un sitio muy íntimo y me apetece mucho hacerlo, vendrán conmigo Niño de Elche y Miguel Pérez.

TEXTO Y FOTOS: MANUEL SUALIS

Lucía Alvarez " La Piñona" tan solo hace unas semanas logró el prestigioso 'Desplante' del prestigioso Festival Internacional de La Unión y ahora se prepara para volver a la escena en el ciclo 'Punta y Tacón' en Sevilla. Con sólo 25 años, esta joven bailaora algecireña intenta abrirse camino en el difícil mundo del flamenco y lo pretende hacer bailando por derecho, todo un reto en estos tiempos de búsqueda que nos asolan

11 de septiembre de 2011
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