A lo mejor ha sido casualidad, pero cualquier experto en comunicación política consideraría una jugada maestra la que ha ejecutado el Gobierno del PP contra Zapatero, precisamente el día en el que se despide de su partido y de la vida política. La melancolía del discurso del secretario general en su informe de gestión estuvo a tono con las noticias del día.
El presidente más izquierdista clausuró su etapa de Gobierno indultando a un banquero multimillonario y el presidente a quien el PSOE acusa de neoliberal a las órdenes de la Escuela de Chicago ha pegado un hachazo a los sueldos de algunos banqueros. Está claro que en esta crisis nada es lo que era.
Los delegados que asisten al 38 Congreso del PSOE tíenen motivos para preguntarse por qué Zapatero aprobó dos planes de saneamiento del sector bancario sin limitarles sus escandalosos sueldos ni un céntimo de euro.
Lo que el presidente que dormía con el carné de la UGT en la mesilla no se atrevió a hacer, lo ha hecho un ministro que trabajó en Lehman Brothers. Luis de Guindos ha tomado una medida que los ciudadanos estaban pidiendo a gritos desde que empezó esta pesadilla y la ha colocado encima de la mesa casi a la misma hora en la que Zapatero decía adiós definitivamente. Por si alguien no se hubiera dado cuenta.
Seguramente a Zapatero no le importa que le hayan sacado los colores de forma tan llamativa desde el punto de vista ideológico. Él está viviendo en la gloria. Haciéndose preguntas retóricas sobre qué hubiera pasado si la crisis no fuera la crisis. Y sin preocuparse por la prima de riesgo cuando sale a hacer footing por la mañana. Él ya no se inquieta por pequeñeces. Está en la globalización. Como Felipe González.
Leído en El Mundo.es
Recomendado por José Guzman.