Cuando el payaso Charlie Rivel
se entregaba a descubrir
la sonrisa de los niños,
con su lenguaje y su cariño,
se hizo universal.
Un catalán sin la palabra,
con su silla y su guitarra
que puso al mundo entero a sus pies,
el mundo de la sonrisa,
interpretando los gestos
de cada pequeño
con sus payasadas
y rematando la escena
con un chaparrón de ovaciones
a golpes de carcajadas.
Tú sin embargo presidente
de Cataluña revenía,
tú ni eres payaso ni eres na
y has deshonrao al catalán
por reírte de los niños de mi Andalucía
y yo maldigo tu conciencia
que explota la inocencia
que parió la tierra mía.
No te empeñes presidente,
tú no sirves pa payaso,
miserable señoría,
que los niños de esta tierra
pa hacer gracia no necesitan palabras,
ni una palabra pa decir tus tonterías,
tus tonterías.