En el marco de la crisis estructural del capitalismo, la burguesía y sus gobiernos han lanzado una ofensiva brutal contra los derechos y condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares.
Está claro que el programa a desarrollar por el nuevo gobierno, continuación del que ya había puesto en marcha el anterior, consta principalmente de crear las condiciones que permitan salir de la crisis a los capitalistas sobre la miseria de la clase trabajadora.
Ninguna otra explicación cabe a permitir
que la gran banca robe centenares de miles
de viviendas, que se congelen los salarios y
las pensiones, que se reduzcan nuestros
derechos en sanidad y educación, que se
dispare la carestía de vida, que se suban los
impuestos que más gravan a las rentas del
trabajo, o que se llegue a dar una estocada
mortal a los derechos laborales con la última
reforma laboral, permitiendo el despido
libre y los descuelgues de las condiciones de
trabajo y salariales en los convenios
colectivos que pasan a ser papel mojado.
Pero contra esta situación de agresividad sin
límite, la clase trabajadora no podemos
quedarnos como meros espectadores en un
banquete de buitres donde somos la comida.
Por ello
felicitamos
las
diferentes
convocatorias de Huelga General para el día
29 de marzo. Pero alertamos también que la
batalla va a ser larga y que no bastará una
huelga para hacer retroceder la sed de beneficios de los carroñeros. Y que sólo de
la acumulación de fuerzas en la lucha y de la
unidad del conjunto de la clase obrera podrá
venir una salida que supere las verdaderas
causas de una crisis que proviene de las
mismas entrañas del sistema de explotación
capitalista.
Por ello, desde el PCPE hacemos un
llamamiento a toda la clase trabajadora, en
activo o en desempleo, a hacer de la Huelga
General y de las manifestaciones del 29 de
marzo elementos de acumulación de fuerza
y de ruptura con la barbarie capitalista.
Organizándonos en Comités para la Unidad
Obrera. Y siendo conscientes además que no
podemos seguir pensando, ni confiando, en
que un pacto social a posteriori podrá
solucionar nuestros problemas como clase,
como así lo demuestran las tres décadas de
retrocesos rubricados a base de firmas de
pactos sociales.
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