El Camino de Santiago y sus Prodigios... por José Regueira Ramos


Todos los años hago el “Camino de Santiago”. 
Y no una sola sino varias veces.
 Claro que esta afirmación requiere alguna matización. No lo hago completo. 
 Me explico: todos los años solemos ir más de una vez al pueblo de mi señora Queti Mauriz que es de Cacabelos, como bien saben todos los que la conocen porque ella es una excelente pregonera de su pueblo y de su tierra berciana. El Camino de Santiago atraviesa el pueblo de punta a punta como saben muchos lectores que lo han hecho y me lo han comentado. 
Pues bien: el tramo del camino que yo suelo hacer es la travesía del pueblo desde un área de descanso situado en lo que en la localidad se conoce como el “Campo de San Bartolo” hasta algo más del final del pueblo. Entre ida y vuelta, un total de unos cinco o seis kilómetros. En el retorno me cruzo con un incesante rosario de peregrinos que cubren la etapa hasta Villafranca del Bierzo. Al día siguiente les espera la dura ascensión hasta O Cebreiro. Una experiencia que han hecho y me han referido muchos campogibraltareños y de la que todos regresan encantados.
Reconozco que la distancia que yo recorro no es como para presumir de peregrino ni siquiera de modesto senderista como lo son los admirados componentes de la Asociación Caminete de Luna (muchos, como el amigo Juan Vega, no tan modestos sino avezados caminantes y hasta maratorianos). Pero mi pretensión no es presumir de caminante sino referir algunas de las muchas reflexiones que me ha sugerido mi reciente recorrido por mi modesto tramo del Camino.
Como algunos en su día me comentaron, el alcalde de Cacabelos es aquel alcalde del PP que al poco tiempo de las últimas elecciones municipales salió lloroso en televisión anunciando que, ante la situación ruinosa del Ayuntamiento, había decidido jugar un número de Lotería en nombre del pueblo como única milagrosa solución a la catastrófica situación de las arcas municipales. No hubo suerte. No tocó. En vista de lo cual ahora ha tenido otra idea no menos imaginativa: nombrar a la patrona del pueblo, la Virgen de la Quinta Angustia Angustia, alcaldesa Honoraria y Perpetua. Algo que aquí nos suena porque son los mismos títulos que otorgó Algeciras a la Virgen de la Palma en tiempos del alcalde Antonio Patricio González. Pero este alcalde del PP parece que lo va a tener difícil porque IU, bajo cuyo consentimiento preside el Ayuntamiento (igual que en Jimena) no está por la labor y el PSOE ha dicho que, ya metido en nombramientos celestiales, que nombre una Corporación Municipal con todos los santos cuyas imágenes se veneran en las iglesias y capillas de la localidad.
Claro que en cuestión de dirigir la mirada al cielo hay experiencia en la localidad. Precisamente el día 17 de abril, en las mismas fechas que se difundía la propuesta del alcalde y la oposición de los otros partidos, se celebraba el primer centenario del avistamiento en el pueblo de un eclipse de sol que solamente era visible en muy pocas localidades de España. Cacabelos fue la localidad preferida por un escogido grupo de científicos españoles y extranjeros que allí se desplazaron con los más sofisticados equipos de observación de la época. Entre estos científicos estaba el vicealmirante Tomás de Azcárate, director del Real Observatorio de la Marina de lo que en ese año todavía se llamaba Real Villa de la Isla de León y que a partir del año siguiente, 1913, se llamaría San Fernando. Este observatorio fue creado para formar astrónomos y científicos para la Marina, en un siglo, el XVIII, en que Cádiz tenía el monopolio del comercio colonial con América. Era un organismo paralelo y coetáneo al también pionero y prestigioso Real Colegio de Medicina y Cirugía gaditano, creado para formar médicos para las naves del comercio colonial. En 1912 el observatorio llevaba ya quince años en el emplazamiento actual cuyo edificio se inauguró en 1897. Ya en aquella época era (y sigue siendo) uno de los más prestigiosos observatorios astronómicos de España.
El punto exacto elegido por estos científicos para sus observaciones fue el Campo de San Bartolo, justo el sitio en donde inicio mi habitual tramo del Camino. Algo mágico debe tener este lugar, en donde hay un descansadero en el que dejan los peregrinos grabados múltiples mensajes en recuerdo de su peregrinaje. Pero, lamentablemente, no existe ninguna referencia al singular acto científico de 1912.
Este avistamiento fue rescatado del olvido por Carlos de Francisco, un profesor de Cacabelos que con su blog “Castroventosa” viene haciendo la misma magnífica labor de información y divulgación que hace en Jimena nuestro admirado Ricardo Gómez con “Tiojimeno”. Se da la circunstancia de que Carlos es hijo de un farmacéutico, Eusebio de Francisco, que me había precedido a mí en la regencia de la farmacia de Toral de los Vados, cercana a Cacabelos y que fue la causa de que tanto él como yo acabásemos casándonos con sendas bercianas. Con la diferencia de que él permaneció en El Bierzo (otro hijo suyo es actualmente farmacéutico en Cacabelos) y yo me vine a estas cálidas (climatológica y afectivamente) tierras campogibraltareñas.

25 de abril de 2012
comentarios gestionados con Disqus

El Rincón de...

El Rincón de Contreras El Rincón de María El Rincón de Calvente El Rincón de Isidoro El Rincón de Gabriel El Rincón de Lupe El Rincón de Doncel El Rincón de Paqui
Comentarios recientes
TJD RECOMIENDA