Después
de un tiempo prudencial, esperando que se hiciera algo de luz en la
Comunidad de Regantes, y vistas las historias que el Sr. Blanco Aguayo
insiste en predicar, creo que va siendo hora de pedir luz y taquígrafos
en una corporación de derecho público que, ya parece que por tradición, parece condenada a ser un cortijo más del nadie rinde cuentas.
De
unos años a esta parte el tema estrella del Sr. Blanco para justificar
todos los males de la comunidad parece ser el “despido” de un trabajador
de ésta. Pues igual le viene bien aclarar algunos detalles. Esos
sobre las que guarda silencio en las Asambleas Generales, tal vez
porque no las considera un órgano tan válido como sus cartas a los
blogs.
La
comunidad, hasta lo que yo sé, siempre ha tenido un trabajador como
mínimo, a lo largo de toda su historia. Personalmente pienso que son
pocos medios, ya que en verano he comprobado como este cargo precisaba
echar 10 horas diarias siete días a la semana para poder mantener el
ritmo demandado por los regantes. Éste,
por supuesto, es un pequeño detalle sin importancia que el Sr. Blanco
olvida cuando recita lo malo que era el trabajador mileurista que tanto
ha costado a la comunidad.
Este
puesto de trabajo se ha mantenido antes, durante y probablemente siga
después de la aparición del Sr. Martín Blanco en la Comunidad de
Regantes, por lo que cuando se refiere a “despido” igual no elige los
términos correctos. En realidad su petición siempre fue de
“sustitución”. Sustitución por otro más de su confianza, que hiciera lo
que él le pidiera sin rechistar tal vez.
Llegados a este punto hay que dejar claros un par de aspectos.
1.-
El guarda de canal está supeditado a la Junta de Gobierno, y más
concretamente a su Presidente –no al jurado de riego, al menos
formalmente, como se ha hecho creer-. No tiene por tanto el tesorero
–cargo que ocupaba Martín Blanco- competencias sobre él directamente.
2.-
El trabajador en cuestión fue contratado antes de irrumpir el Sr.
Blanco en la Comunidad, por otra Junta de Gobierno distinta, y contratado de nuevo al llegar cambiar ésta.
La Junta la componen siete miembros, por lo que las contrataciones se
deciden por mayoría. Eso explica que el Sr. Blanco, uno sólo de los
vocales, no pudiera cambiar al trabajador si los otros no estaban de
acuerdo.
Ahora bien…. ¿por qué había perdido el trabajador la “confianza” del Sr. Blanco para que éste pidiera su cese?...
probablemente porque con la cantidad de trabajo que había en la
comunidad, el trabajador no considerara prioritario, ni mucho menos
parte de sus funciones, hacerle “el favor” de ir a hacer campaña para el Sr. Blanco a las fincas de los regantes ante la proximidad de una Asamblea General.
El resto de la Junta de Gobierno, visto que tampoco pidió el cambio del trabajador por semejante “falta laboral”,
tampoco estaban de acuerdo con las exigencias del Sr. Blanco. Si quiere
pasar el cepillo que haga él de monaguillo, debieron pensar, antes que
malgastar unos recursos de todos en una campaña partidista habiendo
tanto trabajo que hacer.
Esos
son los motivos éticos y formales (falta de ética de su petición de
cambio del guarda de canal y falta de apoyos en la Junta para poder
llevarla a cabo), pero luego están los motivos económicos que tanto esgrime.
Desde
que el Sr. Blanco decide que no le gusta el trabajador opta por no
firmar los pagos de sus nóminas. De este modo, al ser necesaria su firma
y la del presidente éste no puede cobrar, y así lo mantiene más de ocho
meses. Inclusive deja claro en correos electrónicos que o se cambia al
guarda o no le firma un euro más y, a la vista de los resultados, eso
fue lo que hizo.
Durante
ese tiempo en las cuentas de la comunidad llegaron a tener más de 11
mil euros, pese a que no eran meses de aportaciones, y sin contar con
que gran parte de la recaudación se guardaba en efectivo en una caja
“b”, en contra de los Estatutos, por una empresa que sólo parecía
ingresarlo en cuenta el mismo día de cobrar sus pagarés.
Tener
miles de euros en la cuenta corriente y no pagar a los trabajadores, no
dice nada bueno de una empresa que, costando su asesoría sobre 8 mil
euros al año, casi un 10% del presupuesto anual, debería tenerlo claro.
Así
las cosas no resulta extraño que si viene un inspector de trabajo
sancione por incumplir una obligación fundamental: pagar las nóminas de
los trabajadores. ¿Y ahora quién es el responsable?, ¿el Secretario que
no tiene firma ni voto?, ¿el presidente del Jurado de Riego que no tiene
nada que ver con lo laboral?, ¿el presidente que no se impuso al
tesorero ante su negativa a firmar las nóminas?... ¿o el tesorero que,
por motivos personales, sin ninguna justificación, y existiendo saldo en
las cuentas, se negó a abonar las nóminas?
Bueno, pues el primer resultado ya está claro: una sanción de más de seis mil euros porque el Sr. Blanco, incumpliendo sus funciones de tesorero,
quiso coaccionar al trabajador para que se largase de la empresa
dejando de pagarle ocho meses su salario… y encima sus caprichos los
tienen que pagar entre todos los regantes.
Pero
aún hay más. Para satisfacer las “ansias de cambio” del Sr. Blanco
había que despedir, mejor dicho sustituir, al trabajador, y como todos
tienen derechos laborales había que abonar un finiquito… ¿deben pagar
todos los agricultores los caprichos del Sr. Blanco y cía.?, por lo
visto sí, porque lo hacía por el bien de esta su comunidad…
Segundo
apartado entonces, el finiquito del trabajador, también responsabilidad
de quien decide que hay que cambiarlo por otro –no despedirlo, ya que
la comunidad nunca se quedó sin trabajador- y esa decisión conlleva
gastos evidentemente.
El
resto de la cantidad que el Sr. Blanco estima que ha costado el
trabajador es el salario idéntico al del anterior y probablemente al de
su sustituto, así que no creo que nadie sea responsable directo del pago
de un puesto tan necesario.
El
ahorro de los caprichos del Sr. Blanco es cero, porque un cambio no es,
como parece querer vender, una amortización de plaza de trabajo.
Simplemente antes cobraba un trabajador y ahora lo hace otro, y para
hacer eso hay que cumplir la normativa laboral y abonar el despido.
Y
el último detalle de tan gloriosa maniobra laboral del Sr. Blanco fue,
pese a los informes de años anteriores de la Secretaría de la Comunidad,
asegurar al sustituto del trabajador por el régimen agrícola, cuando
todos los relacionados con esta entidad conocen que sus trabajadores
deben estar en régimen general. ¿Ahorro?... el mismo que si no les diera
de alta, o contratara esclavos de Egipto, y además podría haber costado
otra suma importante a la comunidad si no fuera porque, según sus
propias palabras, “el inspector de trabajo ha hecho la vista gorda” y volviendo al régimen general de momento no nos costó más.
Eso
sí, ahora igual no tiene problemas en mandar a los trabajadores de la
comunidad a dedicar su tiempo a hacerle campaña por las fincas, no lo
dudo, sólo dudo que debamos pagar los regantes sus campañas
publicitarias.
El
último “desaire” que tuvo el Sr. Blanco con la anterior junta fue, tal
vez, la negativa de éstos a acudir a la cena de Navidad que programó en
el Club de Golf La Cañada. Personalmente dejé claro que no me parecía ni
algo que debiera pagar la comunidad, ni momento con el déficit que se
arrastraba, así que los que quisieran ir deberían pagar de su bolsillo
tal “invitación” del Sr. Blanco.
Desconozco
qué habrá pasado este año, pero visto que en los últimos dos años no se
ha presentado el libro de tesorería, las cuentas se dan someramente con
un par de líneas, el censo sigue igual que se quedó con cientos de
agricultores exentos y otros pagando de más, y, al parecer, e incluso se
ha anulado –por fecha- la Asamblea de Mayo que fue el principal motivo
del Sr. Blanco para presentar una moción de censura contra el anterior
presidente… no queda más que esperar más de lo mismo: los agricultores
obligados a pagar unas cuotas sobre las que no pueden conocer el detalle
del gasto.
Por
último, Sr. Blanco, y aprovechando esta ocasión, le agradecería que no
enviara mensajes a mi padre, a través del trabajador de la comunidad,
para que deje que asistir a la misa dominical porque a usted no le cae
bien. Que yo sepa, hasta la fecha, no le han nombrado alto cargo
eclesiástico, ni otorgado poderes para expulsar de la iglesia a ningún
vecino, por lo que igual resulta mejor que discuta esa extraña actitud
suya con su párroco en el confesionario y deje a los demás en paz.