Hoy es un día triste porque ha fallecido Don Manuel Carrasco, mi maestro de la infancia en Jimena, al que tenía un especial cariño y al que asocio casi todos mis buenos recuerdos de niño en la escuela.
Un maestro que siempre nos sentaba a los niños en clase según las notas obtenidas en los exámenes y que a mí siempre me sentaba el primero, el segundo o el tercero.
Un maestro que me enviaba a echarle la quiniela al kiosco y que siempre me decía que si le tocaba me regalaría una bicicleta.
Nunca le tocó, aunque cuando se fue de Jimena le tocó una Primitiva.
Un maestro que me mandaba hasta al banco a sacarle dinero.
Un maestro, Culé confeso, que siempre nos daba caña a los madridistas.
Un maestro que amenizaba las clases silbando canciones haciendo sonar el soniquete de las monedas en su bolsillo.
Un maestro al que le gustaban las bromas, como hacerte gritar con todas tus ganas en el pasillo, junto a la dirección, en el silencio de las clases.
Un maestro de los de antes, de los que empezaron a ser modernos y rompieron con el estereotipo de maestro antiguo y duro.
Un maestro al que le debo su dedicación en enseñarme muchísimas cosas.
Un maestro que siempre contó conmigo para jugar al fútbol con los mayores aún siendo yo el más pequeño.
Descansa en paz, Don Manuel.