Que Dios me libre si pretendo entrar en polémica alguna sobre los hechos que desgraciadamente ocurrieron en los disturbios de la malograda Guerra Civil Española.
Barbaridades cada uno tiene para contarlas, y sin lugar a ningún genero de dudas, cuando el sentimiento es personal apreciado sobre un ser querido de tu propia sangre ahí comprendo que puede hasta entenderse como un odio sin paliativos. Los hechos ocurrieron hace setenta y cinco años y creo que tiempo hubo como para colocar cada cosa en su sitio.
En la imagen que presento hoy, la que a mi personalmente me concierne, quiero resaltar el nombre de; PEDRO GARCIA COPADO, hermano de mi abuela materna; Martina García Copado, natural de Villanueva de Córdoba, que comparte presumiblemente fosa común en algún lugar hasta ahora desconocido. Mi tío abuelo, sastre de profesión, querido como el que más en una población que pudo llegar tener hasta quince mil habitantes, en sus ratos de ocio se dedicó a amenizar con un biolín las celebraciones eclesiasticas. Lo que nunca este buen hombre pudo pensar era que un grupo de amigos contrarios a sus convicciones cristianas vilmente le arrebataran la vida dejando viuda y una sola hija de corta edad.
Martín Blanco
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