La comunidad de regantes de Tesorillo insiste en reclamar a la Guardia Civil mayor presencia en las fincas durante la noche
Los problemas nunca vienen solos. Al menos cuatro agricultores de la
zona de San Martín del Tesorillo han sufrido en la última semana el robo
de maquinaria agrícola y carburante en sus fincas. El último en sufrir
el asalto a sus propiedades, en la madrugada de ayer, fue el propio
presidente de la comunidad de regantes, Martín Blanco, quien denunció la
sustracción de un depósito con capacidad para 700 litros de gasóleo (no
pudo precisar cuánto contenía), dos baterías eléctricas y diversas
herramientas con un valor estimado en total de 1.000 euros.
Blanco, quien puso en conocimiento de la Guardia Civil el robo de estos bienes -que almacenaba en una nave en el interior de su finca agrícola- sostuvo que en la misma noche robaron el depósito con hasta mil litros de carburante en otra finca, por lo que dijo entender que los ladrones cuentan con una estructura relativamente bien organizada que, sin embargo, escapa al control de las autoridades.
Durante el fin de semana, el asalto a una tercera finca se saldó también con la sustracción de carburante de uso agrícola, un generador eléctrico (utilizado para bombear agua e iluminar) y las baterías mientras que hace justo una semana otro comunero de la zona de Toconal encontró desvalijado su cuarto de aperos de labranza, expuso.
Blanco insistió en que la mayoría de las fincas agrícolas de esta zona de jimena tienen acceso desde las carreteras A-2101 y A-2102, por lo que reclamó públicamente como presidente del colectivo de agricultores tesorilleros que la Guardia Civil incremente la vigilancia nocturna de ambas vías, con especial celo a la entrada y salida de las fincas ante posibles movimientos sospechosos o la entrada de vehículos en las mismas a horas intempestivas.
Blanco anunció que pretende exponer estos hechos a los mandos de la Guardia Civil a los que ha solicitado una reunión, aún pendiente de fecha, para abordar los robos de fruta de las explotaciones (naranjas) que luego son vendidas de forma ambulante a bajo precio y sin ningún tipo de documentación que acredite su lícita procedencia. "A los bajos costes a los que se pueden vender los frutos ahora hay que sumar los robos, un problema más", comentó.