Tragedia Taurina en Jimena ... por Ignacio Trillo


Foto: Libro Retratos (1992)
Tal y como prometí, después de relatar en este blog mi encuentro durante la infancia con la historia del cine en calidad de actor secundario: “CUANDO DE NIÑO ME HICE ACTOR DE CINE (02.10.2012)” http://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/10/02/11624/, continuando con parte del recorrido de mi adolescencia a través de los boys scouts y la música en aquel club juvenil de nuestra pasión: “CÓMO ÉRAMOS: ADOLESCENCIA, SCOUT Y MÚSICA (02.11.2012)” http://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/11/01/12928/
Abordo en esta tercera entrega, otro hecho que de alguna forma me marcó durante un tiempo.

En esta ocasión se relata, a diferencia de la placidez que se rezuma en los anteriores hechos, un caso nada agradable que acaece durante mi paso de la pequeñez a la adolescencia, entre esas dos etapas joviales.
Sucedió un fatídico y siniestro accidente con trasfondo bruscamente trágico: El hundimiento de la plaza de toros, donde me hallaba de  inocente espectador, que por sus consecuencias tiñó de negro durante un cierto tiempo el horizonte de Jimena de la Frontera.

Jimena de la Frontera contemplada desde los aledaños donde se instaló la plaza de toros
Jimena de la Frontera, contemplada desde los aledaños donde se instaló la plaza de toros
Antes de entrar en la descripción de la faena taurina del siniestro, querría contar la gestación de esta crónica que conoció en el libreto de la feria de agosto 2011 de Jimena su primera puesta en escena.
José Regueira, farmaceútico, cronista de Jimena
José Regueira, farmaceútico, cronista de Jimena
Avanzaba el mes anterior, julio del 2011, cuando recibí una llamada telefónica nocturna procedente del paisano, aunque nacido en Galicia, y cronista Oficial de la muy fiel, leal, noble y monumental villa y ciudad de Jimena de la Frontera: El entrañable farmacéutico, José Regueira, “el amigo Pepe”, que tanto lleva realizado, y continua, por las gentes, la cultura y las raíces históricas de nuestro milenario pueblo, hoy tan entroncado e identificado con el Parque Natural de Los Alcornocales.
El motivo de fondo para telefonearme estaba centrado en solicitarme autorización para usar mi nombre en un trabajo que él había elaborado muy en línea con el periodismo histórico; precisamente, en correlación con el artículo que pocos años antes publiqué sobre el modo en que llegó la II República a Jimena, tras la caída de Alfonso XIII y el pacífico advenimiento del nuevo orden constitucional, y que, según me expresó, le había posibilitado la fortuna de contactar y encontrarse con la descendencia del que fue primer y fugaz alcalde republicano de nuestro municipio, don Fernando Calvo de la Fuente, originario onubense e hijo de minero.
Ambos trabajos sobre la II República, el de Regueira y el que previamente llevé a cabo, los reproduje en este Blog, el pasado 14 de abril del 2012, coincidiendo con el 71 aniversario del advenimiento de este periodo histórico: “CÓMO LLEGÓ LA II REPÚBLICA Y SU PRIMER ALCALDE A MI PUEBLO (14.04.2012)”
,http://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/04/14/6767/
Fernando Calvo, primer alcalde de la II República de Jimena
Fernando Calvo, primer alcalde de la II República de Jimena
Como se puede constatar, por las palabras escritas de Regueira, ni tan siquiera la propia familia de don Fernando Calvo -hombre enormemente culto dedicado al magisterio y con talla de intelectual, como gran parte de aquella malograda generación- sabía que su antepasado había llegado a ser alcalde de Jimena, en tanto no lo había referido ni en los momentos que precedieron a su fallecimiento.
Quedaba claro que intentaba salvar así cualquier riesgo para sus parientes y herederos por lo que estaba siendo la brutal represión política de la postguerra que llevaba a cabo el franquismo contra todo lo que fuera el inmediato pasado republicano, y contra las personas que hubieran participado en su defensa, para así borrar, en la huella de la memoria histórica, aquel tiempo constitucional y no fuera conocida su realidad por los nuevos españoles que posteriormente nacieron bajo la Dictadura.
Regueira, en esa improvisada e inesperada conversación, me contó la agradable sorpresa vivida, así como el cúmulo de casualidades que se dieron para el descubrimiento de esa familia, coincidente además con que uno de sus descendientes emparentados era de su misma profesión farmacéutica, asiduo además a encuentros comunes del sector de medicamentos que tenían lugar en Cádiz, lo que hizo que, partiendo de mi artículo, desembocara en su grato encuentro con los herederos de don Fernando Calvo, cuyo contenido bien relata en su artículo que acompaño en el anterior link reproducido.
Cómo no, le di la autorización que me solicitaba, sin reparo ni reserva alguna, tal como le dije, y para citarme cuantas veces lo estimara oportuno.
A partir de ahí, como hacía tiempo que no charlábamos, estuvimos recordando y repasando escenarios comunes sobre vivencias de aquella entrañable Jimena que ya fue y que compartimos en su momento, desde generaciones y apariencias distintas, con dos décadas de diferencias, abismales en su momento pero que el paso del tiempo las ha aproximado hasta fundirlas.
Placa del pregón de la feria de agosto 2003 que dí. Se recoge la calle san Sebastián donde nací y viví.
Placa en recuerdo al pregón de la feria de agosto 2003 que pronuncié. Recoge la calle san Sebastián y la casa (a la izquierda de la bailarina) donde nací y viví.
Me comunicó su mal sabor aún, por no haberme podido acompañar en su día al Pregón que con motivo del inicio de la feria de agosto del año 2003 pronuncié en la jimenense plaza de la Constitución, antiguo “El Paseo”. Le correspondí, manifestándole  que en mi caso no llegase a enterarme del que él llevara a cabo en esas mismas fechas del 2010.
Ello sirvió para que le recordara, que, precisamente, a pocos días de la charla que manteníamos, en ese nueva feria de agosto que se aproximaba del 2011, se cumpliría el cincuenta aniversario de los luctuosos hechos que generó el hundimiento de la plaza de toros portátil de Jimena, con el triste balance de varios muertos y centenares de heridos.
De inmediato, Regueira me cortó. Me dijo que no había caído en la efeméride. Me propuso que me dispusiera a escribir para publicar lo que me acordara de esa otra historia distinta a la republicana: la de la plaza de toros portátil siniestrada, y así rendir obligado recuerdo doloroso al drama que significó y que tan turbado dejó a todo nuestro pueblo.
Y que lo hiciera sin pérdida de tiempo, de cara a que diera tiempo justo para incluirse en el libreto de la feria de agosto que estaba a punto de cerrarse e imprimirse.
El taller de la imprenta de ese encargo se ubica en Cataluña, siendo titular de un generoso paisano empresario gráfico que anualmente se lo regala al pueblo. Emigró a esa fraternal tierra hacía décadas, cuando la diáspora laboral jimenata, finales de la década de los cincuenta e inicios de los sesenta del siglo pasado, en dirección al norte de España y centro Europa, y no se olvida cada nueva edición anual sobre la feria de agosto de esa encomiable tarea, que incluye algunos artículos históricos de fondo sobre el municipio muy interesantes, y que realiza con muy buena calidad impresa en ese amor que pone por su patria chica.
De esta forma, escribí apresuradamente el artículo-reportaje que me tuvo toda la noche en vela hasta el amanecer; el día siguiente era laboral. No podía perder la encrucijada de que ese aniversario pasara desapercibido en Jimena, ni para quienes vivieron el penoso episodio, ni tampoco para los que les sucedieron y algo de ello habrían oído en sus casas.
Lo di por concluido al alba y se lo remití sin pérdida de tiempo a Regueira por correo electrónico. Claro que sin tiempo para consultar o contrastarlo con fuentes de rigor que despejaran algunas dudas que durante el discurrir de su redacción se me habían agolpados sobre cuestiones puntuales que tuve que orillear.
Plaza de la Constituci´on con su campanario al aire que tantas historias han pasado por ella como mi pregón del 2003
Plaza de la Constitución con su campanario al aire que tantas historias de Jimena han pasado por ella como las relatadas en mi pregón del 2003
Ese esfuerzo primordial para no olvidar cuanto sucedió en aquella maldita fecha de 1961, se lo debo, principalmente, a la privilegiada memoria que me acompaña desde pequeño, herencia genética materna. Asimismo, haber tenido la oportunidad de reflexionar largamente sobre nuestra tragedia cuando realicé el citado Pregón de la feria de agosto de Jimena del 2003, cuyo contenido fue producto de vaciar mi baúl de los recuerdos de aquella infancia y adolescencia que viví íntegramente en Jimena, con presencia permanente hasta los quince años y de forma vacacional o intermitente a partir de entonces.
En este sentido, en dicho evento pregonero, tuve de espectador privilegiado al torero
Carlos Corbacho, el torero
Carlos Corbacho, torero
Carlos Corbacho, con el que mantuve, adelantado al acto, en el mesón “La Tasca” aledaño a una de las esquinas de la plaza, una interesante charla, aclarando, ante mis preguntas, algunos extremos acontecidos en el siniestro taurino que fabulados habían seguido circulando sin rigor alguno; como la quimera del novillo que estaba en el ruedo en el momento crítico en el que todo se derrumbó, especulándose con que, en evitación de males mayores, había sido la Guardia Civil a tiros limpio quien lo eliminó.
Asimismo, el recuerdo de lo que ocurrió se reforzaría porque el entonces alcalde, Ildefonso Gómez, todo emocionado al final del citado Pregón, me invitó a publicar, para conocimiento de las presentes y futuras generaciones de jimenatos que no vivieron aquella época, lo que había transmitido a lo largo de mi intervención; tarea por cierto nada fácil, puesto que el pregón, en contra de lo que se creyera, fue pura espontaneidad.
Y es que cuando subí al escenario, inicié mis primeras palabras con el desarrollo de unas improvisadas notas que portaba como guión; pero, conforme fui avanzando, las desatendí, al considerar, de mayor proximidad y frescura, componer espontáneos relatos sobre la marcha que resultaban ser más gratificantes, dejándome llevar por las especiales circunstancias emocionales que me rodeaban y donde quedaba latente el positivo estado de inspiración en el que me hallé.
Plaza de la Constitución, vecinos oyendo el pregón
Plaza de la Constitución, los vecinos oyendo el pregón de la feria de agosto
Mi querida pequeña tierra que tan generosamente me acogía y distinguía, con los vecinos volcados en cariño y que en silencio abarrotaban la plaza, escuchándome atentamente; solo interrumpido con risas ante el humor o por la ironía que quise introducir en algunas secuencias; como ahora recuerdo: Los pasajes que reflejaban lo más profundo de la moral puritana de aquella España en blanco y negro y de sotanas que nos convocaba a reprimir y a flagelar todo cuanto significara explicitar nuestra sexualidad, y los imaginativos métodos alternativos que pecaminosamente empleábamos para burlar la vigilancia celestial de los arcángeles.
Con mi amiguita María José en el jardin donde antes fue el albero de la plaza de toros que hubo en Jimena y hoy se eleva el centro esolar de primaria
Aquí estoy con mi amiguita María José Sánchez en el jardin donde antes fue el albero de la plaza de toros que hubo en Jimena y hoy se eleva el centro escolar de primaria
Muchas de las historias que fui narrando eran producto del guión que me brotaba al contemplar los rostros que iba reconociendo, en su mayoría castigados por la severa huella del paso del tiempo, que me llevaban la oratoria en volandas con tan solo observarlos y retrotraer mi reloj con destino a esa niñez y mocedad que pasó.
Llegué a percibir que cuanto detallaba se refería a un ayer próximo. Me engañaba. Habían transcurrido treinta o cuarenta años. Era, como si todo hubiera transcurrido oníricamente en un plis plas.
Pues bien, a pesar de la complejidad que significó la metodología practicada, tener posteriormente que escribir y desarrollar lo que me acordaba haber dicho lo representaba aún más. No obstante, le hice caso al regidor Ildefonso y procedí a transcribir lo que recordaba que transmití en el Pregón; borrador que aún conservo, entre ellos, el apartado de lo que aconteció con el derrumbe de la plaza de toros portátil, sirviéndome ahora para la tarea que, amablemente, me puso como deber Pepe Regueira.
Pregón feria agosto 2011 dedicado al 50 aniversario hundimiento de la plaza de toros. Jo´se María
Pregón de la feria de agosto del 2011 pronunciado por José María Moreno Vegas y dedicado al 50 aniversario del hundimiento de la plaza de toros.
También el azar proseguiría. Un mes después de la referida conversación telefónica, sin tenerlo previsto, me planté en Jimena en el acto inaugural de la feria de agosto del 2011, con la grata sorpresa de hallarme con que el pregonero de esa edición, José María Moreno Vegas -policía local, deportista y amante del senderismo- centraba su intervención en aquellos dramáticos hechos de agosto de 1961, año en el que casualmente también había nacido, citando parte de mi narración que había visto la luz en el libreto de la feria ya distribuido, y sin haberse enterado que me encontraba entre los presentes.
A la vez, en el mismo acto ferial, se proyectó en pantalla un buen documental, con guión y realización de José Mena y teniendo como ayudante de realización y montaje a María Rocío Cano, presentado al público por el todoterreno de cuanto se trate de Jimena, Ricardo Gómez, como monografía fílmica dedicada a conmemorar los cincuenta años del hundimiento de la plaza de toros, y donde fueron apareciendo nueve testigos (Antonio Sánchez, José Mª Cano, José Moreno, Paco Giraldo, Diego Rocha, Lorenzo Pajares, Miguelin Giraldo, Eduardo Navarro y Juan Luis Cano) que por encontrarse en el interior de la plaza portátil sufrieron su desplome, relatando cada uno de estos vecinos las peripecias que sufrieron en la epopeya. http://www.youtube.com/watch?v=W1YogbZEuOA
Libreto feria de Jimena de agosto 2011
Libreto feria de Jimena de agosto 2011
Igualmente, al abrir el libreto de la feria, junto al republicano artículo esperado de Regueira y la publicación del siniestro sobre el coso hundido que yo había escrito pocas semanas antes, venía acompañado de una excelente selección de fotos del siniestro taurino realizada por la autoría de la impresión, me topé con otro artículo, igualmente referido al mismo percance, con firma del paisano, Juan León Espinosa, que, bajo el prisma que le tocó vivir, desde la distancia de Algeciras, más lo que le llegó de oídas o en sus averiguaciones, así lo relata.
Afortunadamente, por tanto, lo que me temía, el olvido, no sucedió. No había desidia entre los jimenatos sobre aquello de su pasado que tan gordo nos había ocurrido, medio siglo antes.
No obstante, al detectar ciertas contradicciones y alguas lagunas sobre lo ocurrido, no aclarados en lo escrito o contado hasta la fecha entre los testigos que quedan, no me quedé totalmente satisfecho.
Artículo libreto feria agosto 2011
Artículo que publiqué en el libreto feria agosto 2011 (pág, 51-57)
Así, en todo lo comunicado no hay acuerdo, por ejemplo, en el número de fallecidos, ni en la aproximación al de heridos, el aforo de la plaza, la cuantía de espectadores que acogió, la causa del desplome, sí la plaza había cumplido un año o se estrenaba, el por qué del nombre que portaba, el resultado del procedimiento judicial, sí hubo corridas de toros en el pueblo antes de la trágica fecha, si había precedente de un siniestro de estas características en España u otros países taurinos. etc, etc…
Me puse en la tarea y arranqué en la investigación antes de que fuera demasiado tarde y se perdieran pistas para descifrar esos extremos inconclusos del accidente que perduraban como confusos, lo que hizo sumergirme en búsquedas de hemerotecas así como en diversas consultas con otros testigos directos a los ya conocidos.
Y he aquí lo que a continuación relato, reescribiéndolo sobre las mismas líneas que anteriormente había trazado y que complementa y da rigor a lo que publiqué en el libreto de la feria (“Hace medio siglo, la Feria de Agosto de Jimena lloró”), y reproducido igualmente en la revista digital Tío Jimeno, entonces sólo extraído de la memoria, ya con base contrastada y documentada.

LA CRÓNICA HISTÓRICA

La plaza de toros de la muerte en Jimena
Cartel de la corrida de toros
Cartel anunciador de la corrida de toros del día 17 de agosto de 1961
EN mi natal pueblo gaditano de Jimena de la Frontera,  el día 17 de agosto de 1961, hace ahora, por tanto, cincuenta y un año y medio, siendo coincidente con su feria anual, aconteció un festejo taurino que significó la mayor tragedia de su historia local, a la vez que también una de las más luctuosas de la tauromaquia universal allí donde se celebra.
La plaza de toros portátil, de nombre “La Espléndida”, (tomada de la jaca de Álvaro Domecq que fue muerta en una corrida de rejoneo en La Línea de la Concepción) estaba a rebosar. Acogía a más de cuatro mil quinientos espectadores entre sus gradas (el aforo legal era de hasta 4.800 personas)
Entrada para la corrida
Entrada para la corrida
Aquel día había amanecido con un espléndido sol agosteño, y casi todo el pueblo de Jimena estuvo presto, -junto a un gran número de forasteros procedentes de las poblaciones campogibraltareñas, costasoleñas, rondeñas y de la colonia británica de Gibraltar- desde primera hora de la mañana para asistir por la tarde a la gran novillada con picadores que tendría lugar a un kilómetro de su casco histórico, en dirección a la barriada de La Estación de Tren.
La plaza de toros portátil, que se estrenaba por primera vez, se había instalado en el interior del campo de fútbol del equipo local, Jimena Club Deportivo, “El Cañaveral”, colindante a la parcela que albergaba a los silos de cereales.
El redondel tenía como único propietario al empresario y ganadero Álvaro Domecq, que, además de presidente de la Diputación de Cádiz, era el alcalde de Jerez de la Frontera.
A la entrada de Jimena estuvo históricamente la plaza de toros
A la entrada de Jimena, ocupado ahora por el centro escolar, estuvo históricamente la plaza de toros
El municipio de Jimena no había celebrado otro espectáculo taurino desde hacía cuatro años antes, feria de agosto de 1957. Tuvo lugar, justo a la entrada del pueblo, en lo que fue su coso taurino tradicional desde principios del siglo XIX, convertido ya en parque y que posteriormente acogería el actual colegio de educación infantil y primaria, Nuestra Señora de los Ángeles.
La supremacía económica de Jimena en la comarca campogibraltareña lo significaba la importancia de su pujante sector primario (agricultura, ganadería y montes) Por ello no era de extrañar que su plaza de toros, que databa de inicios del siglo XIX, fuera de las más antiguas de la zona, anterior inclusive a la de San Roque, Algeciras (la antigua “Perseverancia”) o La Línea de la Concepción.
Así, a lo largo del siglo XIX y primer tercio del XX, durante los días de las ferias de agosto, había cada tarde en ese coso taurino situado al inicio del pueblo, justo al comenzar la calle Romo, un capeo de novillos por parte de aficionados que mataban a uno; si bien en las mañanas, en lo que ahora es la plaza de la Constitución, se
Ancestros toros de cuerda en lo que es hoy la Plaza de la Constitución
Ancestros toros de cuerda en lo que es hoy la Plaza de la Constitución
soltaban toros de cuerda donde igualmente los jimenatos más osados se enfrentaban a las reses que se soltaban, según  costumbre que venía de bastante tiempo atrás.
Ello no era óbice para que también tuvieran lugar en Jimena a lo largo del año otras corridas taurinas, sobre todo coincidente con algún acontecimiento político de lo que tan abundante fue el convulsionado e inestable siglo XIX, pleno de cambios constitucionales acompasados de golpes de Estado militar y de periodos dictatoriales.
En la citada novillada de agosto de 1957 celebrada en Jimena, las reses pertenecieron a la misma ganadería, Goizueta Hermanos de Los Barrios, que también aportaría sus vacunos a la trágica corrida de Jimena cuatro años más tarde. En aquel entonces, torearon: la rejoneadora, Paquita Rocamora, que cortó una oreja; y los novilleros, Elio Cruz, con dos orejas y dos orejas y rabo, y Luis Sánchez Blanco, que se llevaría los aplausos del respetable.
Los dos novilleros que se enfrentaban mano a mano: Rafael Pacheco y Carlos Corbacho
Los dos novilleros que se enfrentaban mano a mano: Rafael Pacheco y Carlos Corbacho
Pues bien, un cuatrienio posterior a este festejo vacuno, a las seis horas y cuarto de tan soleada tarde, comenzó un mano a mano entre dos novilleros que se encontraban en la cresta de la ola taurina, Carlos Corbacho, “el ídolo de la afición” y Rafael Pacheco, “el as de espada”; tal y como figuraban calificados en el cartel. Al igual, se informaba que la organización correspondía a la empresa Serrano Bonfligio, constituida expresamente para los eventos toreros de esa feria por aficionados vecinos de Jimena.
Los primeros espectadores que fueron ocupando los asientos
Los primeros espectadores que fueron ocupando los asientos
La cuadrilla del novillero, Rafael García “Pacheco”, estaba constituida por los picadores, Juan Gil Romero y “Niño Cándido”, así como por los banderilleros, Fernando Naranjo “Rondeño”, Andrés Naranjo y José Fernández “Pepete de Triana”. En lo que respecta a Carlos Corbacho, la formaban como picadores , Antonio Díaz Acosta “Pucherete” y José Muñoz, de Los Barrios, y de subalternos a Andrés Ruano, linense, Antonio Duarte, de Algeciras, y José Jiménez.
Rejoneador
El Rejoneador Mariano Cristóbal recibiendo los aplausos del respetable
Los toreros puntualmente estuvieron listos y preparados con sus trajes de luces en el patio de cuadrillas para iniciar el paseíllo encabezando las cuadrillas. Una vez saludado al presidente del festejo, los matadores se dispusieron a esperar la salida del primer toro tras la barrera.
Por los toriles salió la res que le correspondió lidiar al rejoneador madrileño, Mariano Cristóbal de Miguel, que hizo frente con sus caballos al primer novillo, cayendo las jacas sobre las que iba montado al suelo en dos ocasiones, y donde el toro llegó a cogerle en uno de esos derribos, quedando todo en un gran susto. Estuvo bien en banderillas y en rejones, siendo ovacionado.
Entrando a matar Rafael Pacheco
Entrando a matar Rafael Pacheco
Le continuó, el espada de San Roque, Rafael Pacheco, que sufrió una cogida tras su faena al finalizar la lidia del segundo novillo, primero de su lote que había salido al ruedo. Ingresó en la enfermería para no volver más al albero, no sin antes haber realizado una superior faena con pases de todas las marcas, para consumarla con una estocada superior que le proporcionaría dos orejas, que se las tuvieron ya que llevar a la enfermería, debido al estado que presentaba la cornada que había recibido en el muslo derecho, justo en el momento de entrar a su descabello; percance que le había obligado a ser retirado del coso en volandas.
El doctor Argüelles de Algeciras, le atendería en la enfermería, anexa a la plaza. El propio cirujano había exigido que estuviera fuera del recinto al matadero, para así evitar posibles infecciones.
Mal agüero de entrada, por tanto, entre los sustos por las caídas del rejoneo y la fatal cogida de Pacheco.
Los muletazos de Carlos Corbacho que ponían al público de pié
Los muletazos de Carlos Corbacho que ponían al público de pié
De esta forma, quedó el linense, Carlos Corbacho, como único espada a torear los tres siguientes novillos.
Venía recién llegado de Valencia, dispuesto a salir por la puerta grande.
Así lo hizo y triunfó en su primero de la tanda, tercero de la lidia, cortándole dos orejas, rabo y pata. Estuvo colosal con ese noble ejemplar que le tocó y al que le instrumentó artísticos y mandones pases naturales y derechazos acabando con una certera estocada.
Vuelta al ruedo triunfal de Carlos Corbacho.
Vuelta al ruedo triunfal de Carlos Corbacho.
Su vuelta al ruedo sería apoteósica, con los espectadores de los tendidos puestos en pie y dando saltos de júbilos, con vítores y aplausos cerrados, dirigidos al torero que se iba deteniendo para devolver, o agradecer, personalmente a su dueño, cada sombrero, ave o bota de vino para que apaciguara la sed dando un trago ante el sofoco reinante, que le era arrojado desde las gradas al albero.
Concluida la segunda vuelta al redondel,  Corbacho, ya repuesto gracias al milagroso botijo de agua de su cuadrilla, esperaba en silencio con el capote al cuarto novillo que en ese instante salía al ruedo, y que, de no haber sido cogido Rafael Pacheco, no le habría tocado lidiarlo. Encontrándose el bicho ya en la arena, dando su segunda vuelta sin control, sucedió la hecatombe: en breve instante se hundió la plaza en la que se desarrollaba el espectáculo. Se había desplomado totalmente, convirtiéndose en una horrible trampa de chatarra letal.
Instantes de pánico, tras el hundimiento de la plaza de toros
Instantes de pánico reponiéndose de lo ocurrido así como del transporte de heridos, tras el hundimiento de la plaza de toros
Toda la estructura se había venido abajo desde el palco de la presidencia donde me localizaba detrás de mi padre, que entonces era el alcalde de la localidad, justo al lado de la banda de música que amenizaba el festejo, hasta las gradas, pasando por las contrabarreras e incluyendo a los burladeros.
Momentos de confusión tras el hundimiento de la plaza de toros
La confusión continuó durante un cierto tiempo tras el hundimiento de la plaza de toros
Se derrumbó la plaza en forma de abanico, como hubiesen caído las fichas de dominó que hicieran un redondel tirando una a la siguiente. En consecuencia, desde el tendido situado a la derecha de la presidencia que quedó volcado en dirección hacia dentro del anillo, y a, renglón seguido, y con la misma velocidad, el graderío de la izquierda que se abatió hacia afuera, hasta caer al suelo casi todo el coso.
Todo se había desmoronado en unos segundos. Sólo había quedado en pié el camión que había servido de toriles y el mástil de la bandera nacional anclado directamente al suelo.
Situación de las gradas como quedaron
Situación de las gradas como quedaron
Con celeridad, observé con ojos de niño -entonces la asistencia a este tipo de diversión violenta y sangrienta estaba permitida para todas las edades, había muchos menores en ese espectáculo, y la sensibilidad por el sufrimiento de las reses en aquel tiempo era más que inexistente- en forma de nebulosa, que la zona de la grada, justo debajo de mí, se hundía, sintiendo un intenso terremoto a mis pies. Mareado por el vértigo que sentí, me derrumbé de espaldas junto a los componentes de la banda de música que tenía al lado. Ellos, a la par que se desplomaban, con impotencia se agarraban inútilmente en el aire a sus instrumentos que no los abandonarían hasta darse el sablazo en el suelo firme.
Entre las tablas buscandose
Saliendo entre las tablas descalzos para buscarse las familias
¿Después? Me desperté de la momentánea pérdida de conocimiento, no sé si por efecto de algún golpe. Mi cuerpo estaba atrapado entre hierros retorcidos y restos de maderas. Lo primero que pensé es que sólo había podido salvar mi cabeza; era lo único que sobresalía del montón de chatarra. El cuerpo, que me quedaba pillado, no lo sentía.
A escasos metros de donde me encontraba tirado, mi querida tía Rosario, igualmente apresada entre ese montón de hierros y tablones, en la permanente letanía que le acompañó en su vida, me gritaba: “Niño, reza a la Reina de los Ángeles, que nos hemos salvado”.
Dotados con zoletas para sacar a las personas enterradas entre la chatarra.
Montones de hierros, chatarras y maderas
Yo, aún medio atolondrado y haciendo caso omiso a su piadosa plegaria, quizás por mero instinto de supervivencia, nada de atisbo anticlerical o agnóstico a esa edad, le repliqué, expresándole cuáles eran mis más sinceros deseos: “Tita, yo lo que necesito es un guardia civil que me saque de aquí”.
No sé quién lo hizo, pero cuando me incorporé a mi posición vertical, reparé, ya de pie pero aún en estado zombi, que me encontraba perfectamente; no así cuanto me rodeaba. Había cundido el pánico a mí alrededor. Observaba que la gente se había vuelto loca, histéricamente gritando y corriendo de un lugar a otro, errante y obnubilada, no sabiendo a dónde ir, pero buscando a los suyos. El nerviosismo a flor de piel se extendía por doquier.
Los heridos comenzaban a ser evacuados
Los heridos, tras los primeros auxilios “in situ”, comenzaron a ser evacuados a sus domicilios o a los hospitales
Todo el paisaje inmediato, tanto material como humano, era dantesco, convertido en amasijo de hierros y maderas. Unos, estaban atrapados aún, con llantos de dolor o vociferantes peticiones de socorro a sus familiares. Los más, huían del novillo, porque decían que se había escapado. El recto larguero de la portería del campo de fútbol, en cuyo interior albergaba el redondel taurino, estaba totalmente combado; no podía soportar más, sin romperse, el peso de los numerosos aficionados que, cubriéndolo de un extremo a otro, se colgaron, sujetándose del mismo con los brazos, para eludir las cornadas del vacuno, presuntamente fugado. Seguían sin enterarse que Carlos Corbacho, con fastuosa destreza y valentía, lo había sentenciado con su espada; lo hizo, apenas se dio cuenta del espantoso aciago que en un segundo le rodeó.
En este sentido, con sabiduría y frialdad, Corbacho, ante lo que estaba ocurriendo a su alrededor, mantuvo en su atención fija al toro con el capote para que no se espantara y saliera corriendo, embistiendo a cuanto pillara por delante, mientras les vociferaba a sus subalternos: “¡rápido, la espada!, ¡la espada!…”. Momento
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Lo único que había quedado de pie era el camión que transportó los novillos.
que irrumpió el banderillero de su cuadrilla, Antonio Duarte, que presto con el acero atravesó al ejemplar por donde pudo, por la barriga. Ya mermado de fuerza el joven vacuno, el maestro novillero entró a matar, y lo remató, quedando letalmente sobre el ruedo.
Antes de retirarse, al diestro Corbacho le dio tregua para acudir, junto a su cuadrilla, a sacar a un espectador que pedía auxilio por tener aprisionada su pierna a la altura de la ingle. Se había derrumbado de la barrera del coso cayendo sobre sus extremidades inferiores lo que le había ocasionado diversas fracturas. A continuación, el novillero de La Línea, marchó en dirección a la Pensión Cuenca, sitio en El Paseo, donde se hospedó aquella noche.
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Otra perspectiva de cómo quedó la plaza
Con esta aclaración de la circunstancia que aconteció con el novillo, queda descartada la especulación, desde entonces extendida y fantaseada por la población de Jimena, de que fueron dos guardias civiles quiénes con sus disparos acabaron con la vida del astado.
Mi prima Mari Luz, no llegó a saber, cómo, en esa histeria colectiva que generó el inexistente vacuno huido, había llegado a subirse a la copa de un olivo en una parcela cercana para cuyo acceso había tenido que atravesar la carretera que comunica las barriadas de La Estación con la de San Pablo de Buceite (carretera Algeciras-Ronda); lo había hecho sin darse un respiro, ni tan siquiera, a tener tiempo de quitarse los tacones y las medias que portaba, ¡¡con el calor que hacía en ese pleno mes de agosto…!! Era preciso que los llevara puestas en aquel entonces como moderna niña pimpollo, predecesora de las chicas ye-yes.
Las gentes comenzaron a intentar correr hacia el pueblo para comunicar q no les había pasado nada
Las gentes comenzaron a intentar correr por la carretera hacia el pueblo para comunicar que no les había pasado nada
Cuando por fin nos reencontramos toda la familia y comprobamos que estábamos ilesos, aunque con algún que otro moratón o contusión, la alegría fue intensa; abrazándonos y besándonos. Seguidamente, nos subimos de inmediato al coche de don Rafael Rodríguez, director de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Jerez en Jimena, sin separarnos de mi padre, médico, para que cuanto antes se personara en su consulta y así pudiera atender mejor a los heridos.
En esas dramáticas peripecias que acontecían en el entorno del siniestro, era lentísimo el avance del vehículo en el que nos subimos. Los paisanos bajaban despavoridos desde el pueblo en masa para reencontrarse con los suyos. En su ceguera de pánico, nadie se percataba del pausado progreso del coche, un Austin de color negro modelo de los años cuarenta, al que, a pesar de los avisos de paso con la bocina y los pañuelos blancos sacados por las ventanillas que nadie veía. Iban golpeándose con sus cuerpos en las chapas del vehículo, ansiosos de saber cuanto antes el estado de sus familiares. Al fin, el auto pudo comenzar a prosperar más diligentemente aunque ya estábamos entrando al pueblo por la cuesta de la calle Romo.
Durante horas siguió
Durante horas siguió la búsqueda de personas y prendas
Los que se habían quedado en el pueblo por haberse agotado las entradas del aforo –los precios de las entradas oscilaban entre las 20 pesetas para niños y militares sin graduación en la zona de Sol hasta las 150 pesetas en barrera numerada de Sombra- o porque no lo tenían entre sus planes, estuvieron acompañando al espectáculo desde la distancia; en sus azoteas, balcones o simplemente desde la intimidad del interior de sus hogares, compartiendo los aplausos, vítores y los radiantes ¡¡olés!! que con gran entusiasmo procedían del coso taurino.
Contaron, días después de que trascurriera la tragedia, que de pronto, sonó como un fuerte crujido en seco, acompañado de un único grito colectivo desgarrador, para, inmediatamente, hacerse el silencio, dejándose de contemplar la estructura montada del anillo taurino. No podía ser posible ¿Dónde está? ¡Nada se veía!
La busqueda
La busqueda
Había desaparecido en el horizonte. La angustia de conocer qué le habría sucedido a su parentela, echó, de repente y al unísono, a la calle, a más de seis mil personas, corriendo cuesta abajo, en dirección al ansiado encuentro con sus seres queridos.
Un discapacitado del barrio alto, postrado en silla de ruedas desde hacía décadas, al enterarse de la trágica noticia, abandonó su asiento y salió horrorizado corriendo durante unos metros, justo el instante que tardó en darse cuenta del milagro que estaba protagonizando, para, a continuación, caer ipso facto sobre el cemento del suelo.
Con herramientas
Socorriendo a heridos
Otro aficionado que había asistido a la fiesta taurina, corrió en sentido contrario, cuesta arriba, desde el lugar del redondel siniestrado hasta alcanzar, un kilómetro después, la actual entrada al pueblo, donde se detuvo. Precisamente, en el lugar del antiguo y bello jardín ya desaparecido que albergó la corrida de toros última que se había celebrado en Jimena, cuatro años antes, y donde actualmente se encuentra el centro escolar, Nuestra Señora de los Ángeles, que como barrera arquitectónica acabó con una de las más bellas imágenes de la fotogénica Jimena. Se había percatado que sangraba fuertemente por su extremidad inferior; le faltaba un pie.
Los demás vecinos de Jimena, una vez producido el encuentro con sus familiares y comunicado la buena nueva de que no les había pasado nada, estuvieron, con sus botiquines particulares, vendas y sábanas, bajando y subiendo del pueblo al sitio del siniestro para ayudar a las víctimas y poderles proporcionar lo que les hiciera falta y dispusieran.
con corbatas
Todo entremezclado caballo de la corrida y espectadores siniestrados.
Todos los médicos y practicantes del Campo de Gibraltar, así como las autoridades civiles y militares fueron movilizados con destinos más cercanos a los hospitales a prestar ayudas.
Una unidad sanitaria, encabezada por el director del Hospital de la Cruz Roja de Algeciras, asistida por dos ambulancias y domésticos auxiliares, instaló un quirófano en un domicilio particular de Jimena. Atendieron y operaron a un total de 68 personas heridas, en su mayoría por fracturas y contusiones.
Los niños y h
Los contusionados y fracturados abrumaban el espacio
El expreso de Algeciras a Madrid, paró en la Estación de Jimena para llevarse a heridos con destino al hospital de Ronda. Las emisoras campogibraltareñas  estuvieron haciendo llamamiento para la solidaridad sobre todo por necesidades de sangre, emitiendo en el caso de Radio Juventud de la Línea un informativo sobre el caso con intervalos de diez minutos.
En la sala de espera de la clínica de mi padre, que además se resentía de varias heridas y contusiones, pero que se negó a ser relevado por un médico que llegó de Algeciras para tal fin, el blanco de las losas del suelo había dado paso a una inmensa laguna de sangre. Al igual ocurría con la consulta del otro médico, Juan Marina. Las calles del pueblo en los primeros momentos de la tragedia estuvieron sembradas de heridos.
Hasta las tantas de la madrugada estuvieron las ambulancias y coches particulares trasladando heridos con destino a los distintos hospitales de Algeciras (Hospital Municipal, Cruz Roja y Militar), San Roque, La Línea, Ronda, Tarifa, y hasta Cádiz en tanto los anteriores campogibraltereños se encontraron atestados por el siniestro taurino.
Desolación e impotencia ante lo que dejaban atrás
Desolación e impotencia ante lo que dejaban atrás
Hubo quiénes, como consecuencia de la intensidad y del pánico vivido, se acostaron con ciertas molestias. Al amanecer, al levantarse, ya con el cuerpo frío, sintieron intensos dolores; era consecuencia de haber sufrido fractura ósea. De igual modo, mi padre que estuvo interviniendo y curando hasta el amanecer, una vez que se acostó, tuvo que guardar cama al día siguiente aquejado de fuertes dolores.
En esa hecatombe, mi madre, que estaba embarazada, abortó. Perdimos al que podría haber sido mi tercer hermano.
Portada de la edición del diario ABC del día siguiente
Portada de la edición del diario ABC del día siguiente
Jimena de la Frontera, fue tristemente en España la primera noticia de esa tarde-noche. Los partes -así se llamaban a los informativos radiofónicos, como secuelas de la guerra civil siempre presente, que pareciera no tan lejana a pesar de los más de veintidós años desde su finalización- de las veinte y veintidós horas de Radio Nacional, informaron cumplidamente de la desdicha.
Al día siguiente, la noticia del hundimiento de la plaza de toros de Jimena se hacía hueco en las portadas de la prensa de papel de los grandes periódicos españoles, con la crisis de Berlín, uno de los momentos más críticos de la guerra fría tras la Segunda Guerra Mundial, donde, la República Democrática de Alemania, para impedir que se le fueran los cerebros que formaba, atraído por las ventajosas diferencias salariales que se pagaban en la parte Federal, había cerrado unilateralmente la frontera entre las dos países germanos, e iniciaba la construcción del Muro que aislaba la parte capitalina oriental de la occidental.
También eran fechas de solemnes declaraciones del “tecnócrata” ministro de Comercio del Gobierno de Franco, Alberto Ullastres, anunciando la etapa de desarrollismo económico que emprendería la Dictadura, también en su vano intento de integrarse en la Comunidad Económica Europea (CEE) sin modificar sus estructuras políticas antidemocráticas.
Semanario nacional Blanco y Negro sobre la tragedia de Jimena
Semanario nacional Blanco y Negro sobre la tragedia de Jimena
Asimismo, el semanario de mayor difusión nacional, “Blanco y Negro”, en su edición del sábado 26 de agosto de ese año, nueve días después de la tragedia, le dedicó un amplio reportaje al siniestro de Jimena.
En el dramático ambiente que reinaba tras el accidente taurino, mi madre me sacó de la casa donde vivíamos para no seguir viviendo más escenas de horror por las decenas de heridos que continuaban llegando, lugar donde asimismo se hallaba la consulta de mi padre. Momentáneamente me sacó de allí y me dejó en el domicilio del vecino Miguel Ruíz, en la misma calle San Sebastián, unas casas más arriba, donde se había quedado mi hermano chico de dos años, Francisco Javier, mientras los demás estábamos en el espectáculo taurino, incluido, mi hermano Miguel Ángel con siete años. Allí fue donde tomé conciencia de la tragedia que había ocurrido. Rompí a llorar por primera vez; había sido mucha la tensión acumulada, necesitaba liberar la emoción contenida ante el desastre que nos embargaba.
Como zoombies las personas deambulaban alrededor de los restos sin explicarse lo ocurrido
Como “zoombies” las personas deambulaban alrededor de los restos sin explicarse lo ocurrido
Un hecho comentado posteriormente fue que Francisco, capataz de carreteras que vivía en La Estación, se había anticipado al suceso, prohibiendo que cualquier familiar suyo fuera a la corrida. Según se decía, días antes de celebrarse el evento taurino, había revelado a personas de su entorno que no se fiaba de la estructura que se estaba montando. Había observado meticulosamente cómo habían ido acoplando, pieza por pieza, de una forma chapucera, según manifestaba, los distintos componentes materiales del redondel. En conclusión; que no se fiaba de la seguridad que ofrecía esa instalación volante. Otras lenguas comentaron que Francisco era muy asustadizo, siempre se había caracterizado por tener miedo a todo.
El cura Alegre subido a un burrito en c/ Sevilla a la altura del entonces Cine Capitol
El cura Alegre subido a un burrito en c/ Sevilla a la altura del entonces Cine Capitol
El diario Área del Campo de Gibraltar sacó en portada la foto del único espectador que no se cayó de la plaza; fue el sacerdote del pueblo, Manuel Alegre, el padre Alegre, como popularmente se le llamaba, un gran amante de montar y trotar a caballo y de ir subido por las cuestas de las calles del pueblo con un pequeño asno. En el segundo en el que transcurrió el derrumbe, en la tribuna de autoridades, donde estaba sentado, le había pillado rodeando su brazo al poste que izaba la insignia nacional rojigualda; así que, por mero instinto de salvación, al sentir que sus pies se hundían, inmediatamente se agarró fuertemente a su madera.
Todavía con personas atrapadas
Todavía con personas atrapadas
Con la negra sotana faldeando al aire, aparecía el cura en la imagen gráfica, sujetándose con ímpetu a lo más alto del mástil de la bandera; único elemento fijo que al estar anclado directamente al suelo firme no era dependiente de la frágil estructura anillada que se desmoronó. Se le observaba al clérigo en el retrato, tomado desde la superficie terrícola, solitario y desamparado, abrazado en las alturas, no a Dios, sino al poste sobre el que se desplegaba la enseña nacional.
Si Berlanga o Almodóvar lo hubieran podido observar, seguro que esa escena les habría inspirado cinematográficamente para el rodaje de un surrealista guión que encarnara lo que significó una constante de la era franquista, la íntima simbiosis de los valores de lo divino con las esencias Patria, y cuya perfecta síntesis bien podía representarlo esa peripecia del padre Alegre.
Posible ubicación del teatro que hubo en Jimena en c/ Sevilla hoy convertido en mirador
Posible ubicación del teatro que hubo en Jimena en c/ Sevilla hoy convertido en mirador
Paradojas de la historia; la última ocasión que sucedió en el pueblo de Jimena un descalabro de estas particularidades, aunque de menor envergadura, sobrevino en la segunda década del mismo siglo veinte, treinta y cinco años antes de la tragedia taurina; tal como lo cuenta en su libro nuestra heroica vecina, e hija predilecta, Ángeles Vázquez León, relatándolo al igual que me lo hizo llegar mi madre.
Se hundió en plena función la planta del teatro que existía a mitad de calle Sevilla, cercano al actual edificio del ayuntamiento, ocasionándose varios heridos. También aquí todos los asistentes, con la singularidad de un espectador, dieron con sus huesos en suelo firme, pero, a diferencia del coso taurino, no sobre el del campo de fútbol en el que se elevaba la plaza siniestrada, sino en el bajo del edificio teatral, que en este caso era donde se ubicaban unas cuadras de caballos, con el consiguiente pánico para los animales y no menos para la especie humana asistente al evento que cayó sobre ellos.
El único espectador que no se hundió, mientras se suspendía irremediablemente la función teatral, fue el que con sus manos, mientras transcurría el desarrollo de la actuación estaba sujeto a los garrotes de la reja no saliente a la fachada, enclavada también en su interior a ras de la pared de la sala teatral, situada justo a espaldas de donde se encontraba el individuo, y que al dejar de sentir el suelo firme en sus pies, se aferró a la misma, quedando colgado en el aire mientras los demás se desplomaban.
Como no, muy típico en Jimena, a aquel incidente inmediatamente se le sacó su punta de guasa, incorporándose esa anécdota a las letras de los siguientes carnavales (“… un sujeto que se hallaba muy cerquita del balcón / cuando el percance como un gato se agarró…”) que tan famosos fueron en Jimena hasta que las tropas franquistas la ocuparon y los prohibió
Pasado este bosquejo histórico comparativo y retornando al relato del hundimiento de la plaza de toros portátil, habría que resaltar que hasta la prensa inglesa se hizo eco del trágico suceso. Había muchos súbditos extranjeros en calidad de espectadores, principalmente ingleses procedentes de Gibraltar.
Parte de la Presidencia desde donde comenzó el desplome
Parte de la Presidencia desde donde comenzó el derrumbe de la plaza de toros
Además de las dos víctimas gibraltareñas fallecidas en el accidente, se encontraba en el hemiciclo taurino, como privilegiada espectadora por estar de vacaciones en el Peñón, mistress Julián Amery, hija del primer ministro británico tory, Mister Harold Macmillan, que resultó con magulladuras leves y herida en la pierna derecha y en el rostro, siendo atendida en el Hospital Municipal de Algeciras, en presencia del vicecónsul de Gran Bretaña en esta ciudad.
La señora Amery tuvo hasta su momento de humor cuando estando hospitalizada para animar a todos pidió coñac y señaló que era muy bueno para las heridas. Tras la cura se marchó a Marbella; le acompañaba cuando ocurrió la catástrofe su marido, Mr. Amery, ministro del Aire en el gobierno de su progenitor, que resultara ileso.
Herido en camilla para ser transportado
Herida en camilla para ser transportado
En el mismo centro sanitario algecireño, junto a otras decenas de heridos, se auxilió a Eleuterio Alfageme González, de cuarenta y ocho años, hermano del alcalde de La Línea de la Concepción, herido igualmente en el siniestro.
La primera víctima de la catástrofe fue, como casi siempre suele sobrevenir en catástrofes de estas características, la más inocente: un niño de ocho años, Ángel Fernández Torres, de humilde familia carente de recursos económicos, remendón de calzados, que observaba el espectáculo de balde, a través de los agujeros y las pequeñas rendijas exteriores que dejaba la unión de los tablones que vallaban el círculo portátil exterior de la plaza, y que con su desplome le aplastó.
Tras el derrumbe huyendo en dirección de La estación de tren
Tras el derrumbe huyendo en dirección de La estación de tren
Los otros dos fallecidos en la misma tarde del siniestro, aparte del menor aplastado, fueron: misstres Concepción Philips, que fue trasladada en ambulancia al Hospital de Algeciras, ya expirada, mientras el cadáver del súbdito inglés, identificado como mister Ernest Philips, de cuarenta y dos años, que resultó ser esposo de la víctima anterior, fue llevado, de igual forma, al hospital de La Línea. Dejaron dos hijos, una joven de 16 años, Nancy, y un varón con 17, Ernest. Ambos cadáveres fueron trasladados posteriormente a Gibraltar, donde residían.
Asimismo, a consecuencia de las heridas sufridas, dos días después falleció, Antonio Rodríguez Guerrero, vendedor ambulante de refrescos, vecino de La Línea, que dejó dos hijas de dieciséis y diecisiete años de edad. Y días después, también a consecuencia de heridas muy graves, murió Cristóbal Mata Navarro, del que no he hallado datos biográficos.
Fueron por tanto, y de forma definitiva, cinco los fallecidos.
Entre los heridos, en total pudo haber más de ochocientos, según estimaron fuentes judiciales, que sólo pudieron concretar en el sumario abierto, 770, entre personas heridas y lesionadas; otras informaciones extraídas de la prensa hacen elevar la cifra a más de mil, de imposible precisión exacta, ante la dispersión con que se efectuó su atención médica y hospitalaria. Sí, en cambio, los heridos, calificados como graves o muy graves, a dos días del episodio, se cifraban en 207.
Un testigo de la guerra civil, manifestó que en nada tenía que ver la envergadura de la tragedia que había contemplado en la plaza de toros de Jimena con la de las múltiples batallas a las que tuvo que asistir.
LA corrida prevista para el día siguiente ya no se pudo celebrar
La corrida prevista para el día siguiente ya no se pudo celebrar
La corrida prevista para el día siguiente, a la misma hora y en el mismo sitio, donde iba a repetir el mismo rejoneador madrileño, Mariano Cristóbal de Miguel, y asistida por cuatro novillos más, de la misma ganadería de los hermanos Goizueta de Los Barrios, para que los torearan, Francisco García “El Carbonerito” de la Estación de San Roque, y José Mateos “Molinilla” de Algeciras, ya no pudo celebrarse por falta de plaza de toros y también hubiera ocurrido por ausencia de espectadores con ganas de asistir.
La entrada que ya no se pudo usar, la del día siguiente
La entrada que ya no se pudo usar, la del día siguiente
Ganas que, por el contrario, no le faltaron a otros seguidores campogibraltareños de Carlos Corbacho, eran fechas donde la afición por la tauromaquia levantaba las pasiones que hoy suele generar el fútbol, que dos días después de la tragedia de Jimena a la que asistieron, se encontraban nuevamente presentes en la corrida prevista a torear por el diestro linense en el también gaditano municipios del Puerto de Santa María, portando aún sus vendas y brazos en cabestrillo por los percances sufridos en la plaza siniestrada de Jimena, y a los que en agradecimiento por su fidelidad el novillero les brindó su primer toro con el asentimiento de la plaza que rugió en solidaridad con las víctimas con un público en pie ovacionando cerradamente al novillero después de haber guardado un minuto de silencio antes de comenzar la corrida.
ABC, especulaba con las causas del derrumbe
ABC, especulaba con las causas del derrumbe dos días después
Como causa para el derrumbe del coso taurino, casi cada jimenato se hizo su teoría. Aparte de la presunción sobre la chapuza, ya apuntada, de su montaje, o a que habían entrado más personas de las que cabían, o que el pataleo del público eufórico por la exitosa faena realizada por Carlos Corbacho a su segundo novillo hizo resentirse el anillado del coso.
Otros especularon, a que fue debido a que cedió el terreno en uno de los puntos cruciales de apoyo en el suelo por parte de la estructura de la plaza, o que ese corrimiento se atribuyó al tropiezo del segundo novillo, el que toreó Corbacho, que con velocidad fue tirado por las mulillas con destino al desolladero hasta golpearse fuertemente con el poste de hierro de la puerta de su entrada, lo que desestabilizó toda la estructura.
La instrucción de las diligencias judiciales las llevó a cabo el juzgado de San Roque, correspondiéndole su inicio al juez de Primera Instancia e Instrucción, Salvador Domínguez Martín, que desde el primer momento se dio enorme celeridad, desplazándose a la zona siniestrada, acompañado de personal técnico para su asesoramiento. Consta en el sumario que el coso era de gran originalidad y moderno, encontrándose sus accesos, palcos, barreras, burladeros, toriles… bien dispuestos.
Fallo judicial de responsabilidad
Fallo judicial de responsabilidad
El cuatro de abril de 1967, casi seis años después, se inició el juicio en la Audiencia Provincial de Cádiz, donde fueron interrogados sesenta y un testigos y ocho peritos exigidos por las partes, requiriéndose para cada una de las familiares de los fallecidos la indemnización de 250.000 pesetas, excepto para el menor difunto que la cifra bajaría a 150.000 ptas., y para los heridos, a repartirse, hasta un total de casi tres millones y medios de pesetas.
Como único condenado por imprudencia simple, en sentencia notificada a las partes once días después del inicio de la vista pública, figuraría el arquitecto, M.L.S., responsable del montaje y supervisión de la plaza de toros, que tuvo que abonar de las indemnizaciones citadas a los afectados, a la vez que obligado a tener que pagar las costas del juicio.
Cuevas de Nerja
Cuevas de Nerja (Málaga)
En unos cuantos años, el trauma por esa tragedia lo tuve en mente. En este sentido, un mes después del siniestro taurino fuimos toda la familia a visitar unas grutas que habían sido descubiertas por unos jóvenes, dos años y medio antes y uno desde que estaba abierto a visitas, en un pueblo del extremo litoral de la provincia de Málaga. Se trataban de las Cuevas de Nerja. Durante el recorrido interior por los distintos estamentos de la gruta, sin que se lo comunicase a mis padres, estaba agobiado, deseando que la visita acabara cuanto antes. Pensaba que aquellas cavidades se podían hundir en un segundo y quedarnos encerrados o aplastados.
Estadion "El Mirador" del Algeciras CF
Estadio “El Mirador” del Algeciras CF
Otro hecho, en la misma línea, que también rememoro, como secuela de mi caída del redondel taurino, acontecía cada vez que acompañaba a mi padre al estadio El Mirador para ver competir al equipo rojiblanco del Algeciras club de fútbol. Desde que entraba al campo hasta que salía, más que atento a las incidencias del encuentro deportivo, observaba, desde que pasaba a situarme en la grada, si había alguna grieta en la estructura del campo. Suelos y paredes eran meticulosamente chequeados por mi atenta mirada infantil. Como hubiera la más mínima raja, si bien fuera de dilatación, me tiraba todo el partido asustado observándola a ver si se agrandaba, mientras pasaba olímpicamente de lo que aconteciera en el terreno de juego.
Domador encerrado en la jaula con leones en una actuación circense
Domador encerrado en la jaula con leones en una actuación circense
Del mismo modo, me resultaba cuando frecuentaba los circos; en este caso con mayor razón, al ser igualmente sus estructuras totalmente portátiles. En el momento de salida de las fieras, era cuando peor me ponía. No me fiaba de su control por los domadores, porque me venía a la mente, por asociación de ideas, la plaza taurina desplomada y el toro suelto; agravado en ese cerrado espacio circense ante la presencia de tigres y leones.
Tristeza en Jimena recogida por el ABC
Tristeza en Jimena recogida por el ABC
Sirva mi testimonio, como ejemplo, de lo que igualmente le sobrevendría –en cualquiera de las manifestaciones en que les apareciera esa sombra- a otros tantos vecinos del pueblo, si bien se lo reservarían en lo público hasta que se les desvaneció; tal y como me aconteció a mí.
Como consecuencia del formidable trabajo de emergencia sanitaria llevada a cabo in situ al siniestro por el doctor Fernando Ramos Argüelles apoyándose en la enfermería de la plaza de toros que sobrevivió a la hecatombe le fue concedido por el Gobierno la Medalla de la Gran Cruz de la Beneficencia.
Momentos antes Augüelles había estado interviniendo al novillero Pacheco de la cogida sufrida, y, afortunadamente, por su exigencia de que la enfermería estuviera externa a la estructura de la plaza para alejarse del matadero en evitación de infecciones, ambos, médico y novillero herido, evitaron verse aplastados por el derrumbe del coso.
Juan I. Trillo, médico y alcalde de Jimena, Subsecretario del Ministerio de Trabajo, Fernando Ramos Argüelles, cirujano taurino.Acto de entre.
Juan I. Trillo, médico y alcalde de Jimena, con el Subsecretario del Ministerio de Trabajo, y con Fernando Ramos Argüelles, cirujano taurino, el homenajeado. Acto de entrega de la Gran Cruz de la Beneficencia.
Consciente y conocedor de la labor que igualmente realizó mi padre con los numerosos heridos que atendió, y reforzado por su representación como alcalde de la localidad del siniestro, Argüelles llamó a mi padre por teléfono para avisarle que en el viaje que iba a emprender con su coche particular de Algeciras con destino a Madrid para recibir la condecoración, se pasaría por Jimena para recogerlo. Viajarían a lo largo de toda la noche y compartirían el acto oficial de esa concesión en la capital de la nación a la mañana siguiente.
De lo que recuerdo sobre lo que me contó mi padre a su regreso, retengo lo que de anecdótico a esa edad más sentíamos como curiosidad.
El coche modelo Cádillac.del viaje
El coche modelo Cádillac.del viaje a Madrid
La marca del coche era un Cádillac de último modelo de color negro, comprado en Gibraltar, con asientos de cueros, y que, según me confesó, como una barbaridad para aquel entonces, llegó a coger los 110 kms/h en la recta de sevillano municipio de Los Palacios.
“Por el sistema especial de amortiguadores del vehículo, los baches no se notaban para nada”. “Veía unas luces a lo lejos, que eran del siguiente pueblo, y en segundos pasabas por su lado sin dar tiempo para fijarse”. “Así que, de lo más asustado. Decidí cerrar los ojos y a encomendarme a que Dios se encargara de lo que pasara”, concluyó mi padre.
El supersónico lo llevaba un conductor y los asientos se convertían en camas, para mayor alucine de los amigos cuando se los relataba. Habría que situarse en aquellos vehículos y carreteras infernales, que, como la de Jimena a Algeciras, con tan solo 33 kilómetros, lo normal era tardar una hora en recorrerla.
Corrida
Cartel de la corrida de toros de Jimena. Mayo 2007
Plaza de toros portátil. Jimena, mayo 2007
Plaza de toros portátil. Jimena, mayo 2007
Casi cuarenta y seis años tuvieron que transcurrir para que en Jimena volviera a montarse otra plaza de toros portátil, esta vez denominada “Sacramento”, con capacidad para tres mil espectadores, que se instaló junto a la carretera y a la antigua “fàbrica de los tomates”, a escasa distancia, por tanto, de la de 1961.
presidencia
Presidencia de la corrida mayo 2007. Carlos Corbacho, que toreara en la corrida de 1961, en el centro.
Fue el domingo 13 de mayo del 2007, a las 6 de la tarde cuando comenzó la corrida; esta vez coincidente con la otra feria, la agrícola tradicional. Igualmente, se repite la presencia de un rejoneador, esta vez portugués, Joao Moura Caetano, con dos ejemplares de la sevillana ganadería de Martín Lorca que cubriría todas las reses del evento, obteniendo los trofeos de sus
el cordobés
Manuel  Díaz “El Cordobés”, en Jimena. Mayo 2007.
cuatro orejas. Y dos toreros: Manuel Díaz “El Cordobés” que cortó cuatro orejas y dos rabos. Y el almeriense, José Olivenza, con palmas en su primero y dos orejas al segundo. La plaza esta vez, no se llenó, cubriría sus tres cuartas partes. Y como asesor del presidente de la corrida, estuvo aquel novillero a quien la fecha del día 17 de agosto de 1961 no se le había borrado de su mente: Calos Corbacho.
A destacar asimismo, en esta recopilación emprendida sobre lo que aconteció en Jimena, el hallazgo con otro siniestro de la misma índole trágica al de Jimena.
Cartel de toros Alcalá la Real
Cartel de toros Alcalá la Real
Entrada a los toros de Alcalá
Entrada a los toros de Alcalá
Sucedió en el jienense pueblo de Alcalá La Real, cuatro años antes. Fue el 22 de septiembre de 1957, celebrándose la tradicional Feria de San Mateo, con una plaza de toros portátil, instalada en “La Magdalena”, junto a la Carretera de Granada, que paliaba la que existió tiempo atrás como coso taurino de obra cercano al antiguo convento de San Francisco, y con un cartel en que figuraban, el rejoneador Bernardino Landete y los novilleros Rafael García y José Urquiza “Pepete”, el ídolo de la localidad. Los precios rondaron entre las 35 pesetas del tendido de sol a las 75 en barrera con sombra.
"Pepete" con la muleta
“Pepete” con la muleta
La plaza estaba casi llena, más de tres mil espectadores. La corrida empezó a las 5 de la tarde. Al tercer toro, “Pepete” le había cortado dos orejas, rabo y una pata. Se encontraba saludando desde el centro del ruedo al respetable, que eufórico se mantenía de pie sobre las gradas aplaudiendo: El novillo aun se encontraba muerto sobre el albero sin haber sido retirado por las mulillas. En un instante, seis y cuarto de la tarde, se oyó un crujido seco.
"Pepete" mostrando los trofeos segundos antes de hundirse la plaza
“Pepete” mostrando los trofeos segundos antes de hundirse la plaza
Había reventado el cinturón de acero que afianzaba el armazón de la plaza y toda ella se abrió por el cerco de tablones que fue cayendo como un abanico se abre haciendo atrapar sobre sus hierros y maderas a los miles de alcalaínos que se encontraban en su interior, formándose un remolino antes de caer en tierra y quedar todo envuelto en una polvareda. A continuación se hizo un silencio total, para de inmediato oírse voces, lamentos y gemidos.
En este otro siniestro, se contabilizaron seis muertos y más de cien heridos. Los fallecidos fueron: Pedro Lizana Veja de sesenta años, Juan Antonio
Estado en que quedó la plaza portátil de Alcalá
Estado en que quedó la plaza portátil de Alcalá
Sánchez Salas de setenta años y vecino de Montefrío, y Juan Garrido Martín de veintidós años, se encontraba de permiso de la mili que como voluntario lo hacía en Madrid, todos ellos en el Hospital Civil de la calle Rosario. Pocos días después lo hicieron en los sanatorios de la Salud y de la Purísima de Granada, Marcelo López Castillo y José Romero Nieto, mientras Francisco Ramírez Ruíz lo hacía en Jaén.
El diario "Ideal" de Granada, al día siguiente
El diario “Ideal” de Granada, al día siguiente
Pepete“, el ídolo local, que estaba en vísperas de cumplir dieciocho años, nunca llegaría a tomar la alternativa, y se achacó a esta pesadumbre que así fuera.
He traído a colación este precedente de lo que ocurrió en Alcalá la Real porque prácticamente se reproduce lo mismo que sucedió en Jimena. Estaba claro que en aquella oscura época este tipo de grave siniestro no significaba precedente alguno para que se tomaran medidas y no se volviera a repetir.
Concluyendo, dedico esta historia real de Jimena que relato como sentido homenaje a las cinco víctimas mortales y a sus familiares, así como las de los cientos de heridos que hubo, algunos mutilados de piernas o brazos, y que desde aquella tarde infernal de agosto, hace ahora más de medio siglo, yendo a un espectáculo festivo donde las únicas muertes previstas eran las reses a lidiar, dejaron anticipadamente de acompañarnos en vida o tuvieron secuelas para sus restos.
Jimena de la Frontera, corrida de toros del día 17 de Agosto 1961. Fdo: J. Ignacio Trillo Huertas. Concluido, el 8 de febrero del 2013.

Bibliografía:

20.08.1957. Diario ABC. Página 34: “Corridas. Jimena de la Frontera (Cádiz)”
09.1957. Revista taurina: Los toros dan y quitan: “El hundimiento de la plaza de toros de Alcalá La Real”.
18.08.1961. Diario ABC. Página 15: “Trágico hundimiento de una plaza de toros portátil, en Jimena de la Frontera”. Página 30: “Taurinas. En Jimena de la Frontera”. Página 36: “Se hunde la plaza portátil instalada en Jimena de la Frontera”.
19.08.1961. Diario ABC. Página 29: “Las causas de la catástrofe de Jimena de la Frontera, sin determinar”.
19.08.1961. Diario La Vanguardia Española. Página 9: “Del hundimiento de la plaza de toros de Jimena de la Frontera”.
20.08.1961. Diario ABC. Página 41: “Tristeza en la alegre Jimena de la Frontera”.
20.08.1961. Revista semanal Blanco y Negro: “Hundimiento de la plaza de toros portátil en Jimena de la Frontera (Cádiz)”.
08.1961. Revista taurina: Los toros dan y quitan: “Cuatro muertos en la plaza de toros de Jimena”.
05.04.1967. Diario ABC, Página 49: “Vista del proceso por el hundimiento de la plaza de toros de Jimena de la Frontera”.
06.04.1967. Diario ABC, Página 57. “Prosigue la vista del juicio por el hundimiento de la Plaza de Toros de Jimena”
16.04.1967. Diario ABC, Página 94: “Condena del arquitecto como autor de una falta de imprudencia simple”.
20.04.2007. Tío Jimeno: “Hundimiento de la plaza de toros en agosto. Cómo lo comentaron las crónicas de la época”.
20.04.2007. Tío Jimeno: “Mi odisea en el derrumbamiento de la Espléndida”. Ricardo Gómez Llaves. Escrito el 19.08.1961.
22.09.2007. Noticias y Opinión de Alcalá la Real. “50 años de una tragedia: el derrumbe de la plaza de toros”. Mariano Aguilera.
28.08.2008. Carta a los medios de Paco Espinosa, recordando con pormenores el trágico suceso.
02.07.2010. “La tragedia taurina en Jimena hace 49 años”. Luis Alonso Hernández, veterinario y escritor.
14.08.2011. Diario de Cádiz: “Tragedia en La Espléndida”.  Mari Carmen Estévez.
17 .08.2011. Noticias de San Pablo de Buceite. “Hoy hace 50 años de la tragedia de la plaza de toros La Espléndida de Jimena”.
17.08.2011. La Tribuna de los periódicos andaluces de la cadena Joly (Diario de Cádiz, Málaga Hoy, Europa Sur, Diario de Sevilla…): “La plaza de toros de la muerte”. J. Ignacio Trillo.
17.08.2011. Tío Jimeno y el Libreto de feria: “Aquel fatídico Jueves 17 de Agosto”, por Juan León Espinosa.
28.08.2011. Tío Jimeno y el libreto de feria: “La feria de agosto lloró…” por J. Ignacio Trillo.
1838: “L’Espagne sous Ferdinad VII, el marqués de Custine. 1790-1857”.

12 de febrero de 2013
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