Hace 3 años : Zapateros Jimenatos


Hola TJD:
En respuesta a la invitación que hacíais el pasado día 16 bajo el titulo de “Zapateros Jimenatos”, ciertamente en las fotos publicadas echo en falta algunos de estos profesionales, teniendo en cuenta que este oficio artesanal tradicionalmente ha estado muy vinculado a nuestra población. Tanto es así, que se puede decir que Jimena “exportaba” zapateros al resto de la comarca, sobre todo a La Línea, Algeciras o San Roque.

En la antigua enciclopedia Espasa figuraban las zapaterías entre las principales actividades económicas de Jimena de la Frontera, junto a la agricultura, la ganadería y el corcho. Recuerdo a mi padre comentar que en los años 30 y 40 existían talleres con 20 o 30 personas empleadas, entre oficiales y aprendices, como era el caso de la zapatería de Fajardo, en la calle Santa Ana, de la que salieron algunos maestros zapateros que posteriormente instalaron su propio taller.

Echo de menos en las fotos, entre otros que más adelante comentaré, a Sebastián Jiménez Herrera, más conocido por Sebastián Orellana, sobrino de Fajardo y padre de vuestro colaborador Currini, en su zapatería de la calle Sevilla, donde alguna que otra vez fui con mi padre que también era del oficio, como se decía antiguamente.

En la Estación de Jimena hubo dos zapaterías, la de Juan Macías en la calle Juan de Dios y la de mi padre.

Mi padre fue Andrés Guerrero Gil, zapatero en la Estación desde el año 1940-1945 hasta su jubilación en 1.986. Inicialmente, la zapatería estuvo en la misma casa que vivíamos y donde yo nací, en la calle Gonzalo Vallecillo núm. 16, en cuya puerta está tomada la foto que remito.

En esta fotografía del año 1.950 están los oficiales y aprendices que entonces trabajaban con mi padre. Son de izquierda a derecha de pie: Alonso Corrales, mi padre (apoyado en el quicio), Juan Sánchez (más conocido por el “Santero”), Manolo Fernández el “Molinero” y José Corrales; agachados: los aprendices Antonio Sarrias y Diego Ferrer, y entre los dos estoy yo en un triciclo de madera.

Unos años después, el taller se trasladó a un pequeño local alquilado en la misma calle, al que corresponden las otras dos fotos que acompaño, las cuales he rescatado de la publicación “Retratos de Jimena de la Frontera”.

Allí lo mismo se hacían reparaciones (medias suelas, tapas….), que se confeccionaban a medida todo tipo de calzado: para el campo o trabajo (botillos, borceguíes, sandalias) o fino para vestir (zapatos bajos, mocasines, botillos de elástico, botas de montar…, con suelas de cuero, goma, crepé o suela de tocino) Las primeras botas de fútbol que tuvo el equipo de Jimena se hicieron en esta zapatería, de las que hasta los tacos que este calzado lleva en las suelas se hicieron de forma artesanal.

Era curiosa la forma de tomar las medidas del pie. Habiendo cinta métrica para hacerlo, se tomaba con una tira de papel de un dedo de ancho por unos 40 o 50 cm. de largo en la que se hacían distintas marcas para el largo, el ancho del empeine o la caña. En ella se anotaba el nombre del cliente y el tipo de calzado que había encargado.

Los últimos diez o quince años, prácticamente se hacía un solo tipo de calzado a medida que eran las ”botas altas”, como le llamábamos a la bota de montar o boto rociero. Venían clientes de todas partes, hasta del extranjero. Los pedidos se tardaban meses en servir debido tanto a la demanda como a la falta, ya entonces, de oficiales de zapatería. Todavía, de vez en cuando, encuentro a alguien que me dice que aún tiene calzado hecho en esta zapatería.

Guardo muy buenos recuerdos de todas estas personas que trabajaron con mi padre, y de otros que no aparecen en las fotos como Juan Salas y Juan Pérez (ambos de Cortes de la Fra), Rafael Casas, José Heredia… . Nunca olvidaré el balón de cuero y las botas de fútbol que me hizo Juan el Santero un año para los Reyes. Tampoco olvidaré las tertulias espontáneas que casi todas las tardes había en la zapatería con amigos y conocidos que iban a pasar el rato.

En las fotos que habéis publicado aparecen algunos de los últimos zapateros que trabajaron para mi padre: Curro Requena, Pepe Domínguez, Juan Pino o Miguel Moriche. También en esas fotos publicadas aparece Dionisio Moya trabajando en la zapatería que fue de mi padre, a quien traspasó el negocio cuando se jubiló.

No quiero terminar sin dejar constancia de la inestimable ayuda que siempre tuvo mi padre en la persona de mi madre para desarrollar este oficio. Siempre la recordaré, días tras días, aparando (coser las piezas que componen el zapato) en la vieja máquina de coser aquellas piezas que antes había cortado mi padre, para así terminar el corte que, junto a la plantilla, el cerco y la suela, formaría parte de un nuevo calzado.

Sirvan estas líneas de reconocimiento a todas las personas que trabajaron y colaboraron con mi padre.

Gracias de un asiduo visitante de Tiojimeno Digitial

Andrés Guerrero Pérez

26 de marzo de 2013
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