Se busca Papa ... por Juan José Tellez.


Benedicto XVI ha decidido jubilarse antes de que el alemán que controla ahora las finanzas de la Santa Sede decida promulgar una reforma laboral que impida cualquier retiro que no sea espiritual. Ratzinger vuelve a ser Ratzinger antes de que tenga que morirse en la cátedra de San Pedro, porque el ministerio de Hacienda de los estados pontificios impida nuevas contrataciones a fin de contener el déficit o con el propósito de someter los cepillos vaticanos a las directrices del Bundesbank o de Bruselas, que ha dejado de ser la ciudad de Jacques Brel, de Tintín y de Georges Simenon para estremecernos a todo con el escalofrío de las primas de riesgo y los ajustes severos.

El Papa dimite en un tiempo en el que nadie lo hace y otros jefes de Estado –sin ánimo de señalar– debieran planteárselo con o sin la intervención del Espíritu Santo o de principescas empresarias curiosamente también alemanas. El que fuera brazo derecho de Juan Pablo II se irá, probablemente, con su paguita a un asilo de Papas: qué soledad más grande me temo que le aguarde allí, sin ningún colega con el que cotillear, de igual a igual, sobre cómo lo hará su sucesor o de lo mayor que parece de un tiempo a esta parte Jesucristo, que hasta da la impresión de dormirse de vez en cuando.

Atrás quedan los llamativos titulares de mayordomos lenguaraces como casi todos los mayordomos y de sacerdotes que se tomaron demasiado en serio el mandato evangélico del dejad que los niños se acerquen a mí. A fin de cuentas, no son más que anécdotas en la bimilenaria historia de la Santa Madre. Por no hablar de los bancos propios y de cuántos negocios oscuros hay que emprender para que no falte la limosna de la caridad cristiana en eso que antiguamente se llamaba Tercer Mundo y que de un tiempo a esta parte empieza a ser más nuestro que nunca, más inmediato.

Los católicos buscan Papa y se reunirán para elegirlo a puerta cerrada y sin ley de transparencia. Ni siquiera comunicarán su elección por twitter sino a través de una fumarola medieval con su breve emisión de CO2 a la atmósfera, que por ahora no ha condenado Greenpeace. Ojalá encuentren un candidato adecuado, de esos que creen que la religión debe ayudar al ser humano y no perjudicarlo, resolver entuertos y no provocarlos, dar más que recibir y que su reino nunca sea de este mundo. Probablemente, como viene ocurriendo desde antaño, el perfil de los pontífices que elige la jerarquía eclesiástica con las preferencias de su iglesia. Quizá sea porque el Vaticano es el único estado de Europa en donde no existe el sufragio universal. Lo mismo si los creyentes –y yo no lo soy– usaran las urnas para elegir al representante de Dios en la tierra más de uno se habría encontrado, a lo largo de los siglos, como el pobre Mario Monti desde el último lunes. Que cuando no lo ponen de presidente a dedo, tal vez no lo vote nadie.

1 de marzo de 2013
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