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Foto: tiojimeno |
A la fuente fui por agua
y al llenar mi cantarito,
vi en el agua una carita
como la de un angelito.
Dejé del cántaro el asa
para tocarle sus rizos,
y sólo tacándo el agua
como un fugaz hechizo
se fueron los dos al fondo
como pasa un meteorito.
Entre sorpresa y espanto
porque yo sólo era un niño,
llegué a mi casa llorando
portando la tapadera,
de corcho, del cantarito.
Juan Doncel