Las grandes marcas de lujo vuelven a las fábricas de la localidad gaditana y se anuncia la llegada de nuevas firmas
Invertir los procesos de deslocalización es posible. La
competencia de los países del tercer mundo, hoy convertidos en
emergentes, no tiene por qué ser letal para la economía española, ni
andaluza, a pesar de haber sufrido tantas experiencias dramáticas de
pérdida de empleo e industrias por la ventaja, imposible de compensar,
de la mano de obra barata en otras zonas del mundo. En Ubrique, el
pueblo de la sierra de Cádiz, pueden presumir de haberlo conseguido y
además sin perder derechos ni salarios.
Después de décadas de bache,
las marcas de lujo han vuelto a llamar a las puertas de sus empresas y
la industria de la piel atraviesa por su momento más efervescente. No
sólo ha recuperado la producción de firmas que siempre estuvieron, pero
que habían dejado sus pedidos al mínimo, como Loewe y Carolina Herrera,
sino que han recuperado otras que produjeron tiempo atrás en sus
'boliches', como Balmain, Nina Ricci, Christian Dior, Givenchy,
Montblanc, Cartier. Llegan nuevas firmas del máximo segmento de lujo,
como Prada. Además, el sector está a la espera de un inminente
desembarco de Chanel y de una nueva marca del conglomerado de Vuiton,
LVMH.
Todo ello se sabe por las calles, donde es un secreto a
voces, porque las empresas no sueltan prenda. Están obligadas a una
cláusula de confidencialidad draconiana en sus contratos, que les impide
facilitar ninguna información acerca de su producción, tanto en qué
tipo de modelos se encargan como en los propios nombres de las firmas
contratantes, porque el lujo es muy riguroso.
En resumen, las marcas del segmento más alto han vuelto y
parece que será para quedarse. Es además el sector que mejor se comporta
en la crisis. Crece a doble dígito y se espera que en un plazo de seis a
ocho años llegue a duplicar el empleo que genera actualmente en Europa.
Las razones son múltiples, según cuenta José Pulido,
presidente de la patronal Empiel y fabricante a su vez. La más llamativa
de ella es precisamente la necesidad de rigor y control de la
producción. «En los países del sudeste asiático, sobre todo China e
India, se encargaban 20.000 piezas de cualquier producto y salían de las
fábricas 40.000, por la puerta de atrás, con destino al mercado negro».
Las falsificaciones son una de las grandes amenazas del sector que, en
estos países, donde el espionaje industrial está a la orden del día,
difícilmente pueden mantener la confidencialidad exigible en los
diseños. Por el contrario, en Ubrique el control es total, como lo es
la calidad exquisita de la fabricación, basada en una tradición
antigua, hay quien la remonta a los romanos, y que ha sido base de su
economía.
Ubrique tiene más ventajas, como es la cercanía para que
los diseñadores y directivos de las marcas acudan a revisar la
producción, lanzar nuevas líneas o controlar la fabricación. Tiene
también una materia prima de calidad, tiene tejido empresarial, tiene
trabajadores cualificados y tiene la capacidad de adaptarse al tamaño
del encargo que le venga. Así como en Asia, las fábricas son de
producción masiva, en Ubrique se admiten bien encargos menores, que se
corresponden con la habitual tónica del lujo, que por definición es de
ediciones limitadas. «Cuando llegan encargos mayores nos resulta muy
fácil buscar colaboradores en las empresas de la zona o contratar nuevos
empleados para cumplir los encargos en los plazos acordados».
Made in UE
Esta fiabilidad es también una de las ventajas que los
fabricantes encuentran en Ubrique, pero aún hay otra más y no deja de
ser curiosa. Cuenta José Pulido que la aparición de un importante
mercado de clientes en estos países asiáticos, los nuevos ricos de
China, India, Indonesia y demás 'Brics' (sigla con la que se conoce a
las naciones emergentes) no quieren que los productos de lujo que
compren estén confeccionados en sus propias tierras. De ahí que la
etiqueta «made in Europa» , o «in UE», sea un plus para estos clientes. A
los millonarios del eje Asia Pacífico, que están a punto de convertirse
en el segundo gran mercado del lujo, después del viejo continente, el
'made in China' no les gusta. Se ha convertido en sinónimo de baja
calidad y masiva producción.
Por todo ello, el presidente de los empresarios de la piel
de Ubrique puede presumir de la situación actual de su sector: «Las
grandes firmas han hecho cuentas y han visto que no les compensaba la
producción en Asia. Aquí les sale más rentable y es más seguro, además
nuestra relación calidad-precio es superior incluso a la de países de
nuestro entorno, como Francia, Alemania, Italia o Portugal. Somos más
competitivos».
«Las falsificaciones son imposibles en Ubrique», apostilla
Juan Enrique Gutiérrez, secretario general de Empiel. «Aquí garantizamos
la seriedad en las relaciones comerciales, nos adaptamos al volumen de
sus tiradas... Han vuelto porque trabajamos bien».
Más pedidos
Ahora el pueblo está en ascuas en espera de nuevos
contratos que se anuncian inminentes. Un empresario afincado en la
localidad ha comprado un antiguo cine para convertirlo en fábrica y
producir para Chanel. La marca de la mítica Coco tiene un gancho
indudable. Todo el sector espera que se confirme la noticia, pero se da
por buena, dentro de este 'pacto de silencio' por la cláusula de
confidencialidad. Podría ser incluso un proyecto importante, de los que
la firma entra en el accionariado para asegurarse la continuidad de la
producción.
Los bolsos son la estrella de la producción, aunque también
se fabrica marroquinería en general, como las carteras tradicionales,
que en Cádiz tienen el nombre del pueblo, porque decir «saca la de
Ubrique» es suficiente para indicar que es la hora de pagar. Maletas,
petacas, tarjeteros, cinturones, hay toda una gama de productos en el
muestrario. Para todos ellos hay demanda y mercado y contratos. Pero,
sobre todo, desde este pueblo de menos de 20.000 habitantes, puerta de
la Ruta de los Pueblos Blancos, en medio de una de las zonas más pobres
del país, surge un mensaje de esperanza en un contexto de crisis global:
es posible darle la vuelta a la lógica implacable del economicismo y,
sobre todo es posible mantener la esperanza en remontar el ciclo.
Leído en Diario Sur