La tarde iba por los mismos derroteros que la del sábado hasta que llegó el quinto toro de Cuvillo y cayó en manos de José María Manzanares. Un toro exigente por su bravura y su transmisión y con el que el alicantino bordó el toreo. Cuajó una faena estética, con momentos de gran belleza por el pitón derecho. Un toro agradecido el de Cuvillo al que toreó de manera sensacional Manzanares por el izquierdo, naturales de gran profundidad y rematados con el de pecho hasta la hombrera contraría. Que calidad tiene este torero. El alicantino entendió a un animal con el que no podía relajarse. El de Cuvillo exigía estar bien y el torero lo demostró en toda la faena. Pinchazo y una estocada fulminante fueron suficientes para cortar las dos orejas y salvar la tarde. Y la feria.
Antes el torero de Alicante se las vio con una animal de embestida incierta y pegando arreones, hasta que llegó la faena de muleta y Manzanares le puso la clase que le faltaba al de Cuvillo. Un toro que terminó echándose en varias ocasiones debido a algún problema sanitario. Una pena porque en lo poco le duró Manzanares cuajó varios derechazos con su elegancia particular y un cambio de mano que duró una eternidad. Que manera de templar.
Talavante paseó la oreja del tercero de la tarde. Tuvo que cambiar el turno debido a que su primer toro se descoordinó en el primer capotazo y fue devuelto. En su lugar salió un toro jabonero sucio con el que estuvo variado con el capote de salida. Varias verónicas, delantales y chicuelinas de mano baja y el remate de una larga cordobesa.
Tras brindar al público comenzó la faena a pies juntos con estaturarios en el centro de la plaza. El de Cuvillo tuvo una embestida con genio, pero que supo limar el pacense con la profundidad de una serie por el izquierdo e improvisando en todo momento. Un planteamiento raro, ya que fue compaginando una serie por el derecho y otra por el izquierdo. Series muy largas, sin darle el tiempo que pedía el animal. Las manoletinas ajustadas del final dieron paso a la estocada. Paseó un trofeo.
Ante el sexto, el primer sobrero de la corrida, Talavante lo recibió muy bien con el capote y dejó una preciosa media en el remate. El de Cuvillo de embestida rebrincada. En la muleta, la faena fue tomando vuelo hasta que el toro se fue apagando. Un animal con una embestida brusca y que reponía muy pronto. Pinchazo y estocada.
Morante de la Puebla se las vio en su primero con un toro anovillado, manejable pero con poca fuerza. Bellos lances con el capote y luego con la muleta dejó detalles de su torería por el derecho, a pesar de que el de Cuvillo embestía cabeceando. Dejó sus esencia en algunos naturales con gusto. Pinchazo y media.
El cuarto fue devuelto y salió en su lugar un sobrero de Gavira, manso y con complicaciones. Morante no se fio en ningún momento del toro. Unas dudas que tuvieron como consecuencia que el de la Puebla cogiera la muleta con la espada de acero. Tampoco el toro era un Barrabás. Nada de probaturas y de intentos por justificarse ante el público. Entro a matar desconfiado hasta en seis ocasiones. Morante es diferente, hasta para las broncas. Como laque ayer se llevó del público de Las Palomas.
