Todas las crisis económicas que hemos sufrido en nuestra historia como seres humanos, las hemos superado, sino aún estaríamos sufriendo la que se produjo con la caída del Imperio Romano. La cuestión no es si saldremos, es como saldremos.
Una vez más, habremos perdido otra ocasión de que todos seamos españoles con los mismos derechos y obligaciones, es decir seguiremos viviendo cada uno, en una de las dos España. Una de ellas; será los que vivan con una formidable y selectiva sanidad, educación, justicia, vivienda, jubilaciones, con comidas la carta, vacaciones y cualquier otra circunstancia que los que vivan en la otra España sean solo, sueños inalcanzables.
Nuestra historia nos dice que siempre ha sido de esta forma, para muchos ciudadanos es importante de mantener las dos España, más de una guerra civil hemos sufrido para que esto fuera así. Yo era uno que pensaban que de esta crisis saldríamos de distinta forma a las anteriores, porque pensaba que una sociedad con unos niveles de cultura, educación y de solidaridad que durante estos últimos 34 años de democracia y viviendo al amparo de una Constitución, nos servirían de algo, pero no será así. Esta crisis lo que ha conseguido, es destrozar nuestros valores humanistas que creíamos innatos y los derechos y principios constitucionales que nos hacían a todos personas dignas.
Podemos pensar que durante el periodo crítico de una crisis, aumente el número de pobres, lo que no se entiende en un sistema como el que vivimos, que durante la crisis se produzca una fractura social, aumenten mucho los pobres y al mismo tiempo aumente los ricos y que estos cada vez sean más ricos, esto nos dice que el sistema que vivimos, es un fracaso social.
Un pueblo culto, no se logra porque sus ciudadanos sepan que el río Ebro pase por Zaragoza, Un ciudadano culto es quien antepone los valores de solidaridad, fraternidad y altruismo hacia el prójimo, valores que engrandecen al ser humano, en contra de aquellos sentimientos que llevamos como animales que somos, como el egoísmo y la avaricia.
Nuestro futuro, se está escribiendo en nuestro presente y si alguien quiere saber como será, solo tiene que pregúntaselo a los abuelos de cómo vivían en la década de los años 60 del siglo XX. Nos guste, si o si, tendremos que aceptarlo, cada uno tendremos que ir asumiendo el papel que nos han impuesto para que lo interpretemos en esta tragicomedia de la vida. Porque nadie estamos dispuesto a contribuir por medio de los impuestos a que esto no sea así. Sacrificando los gastos segundarios como son: las vacaciones, renovar el coche, vestuario, electrodomésticos, móviles, ordenadores y unos innumerables de objetos que no son vitales el renovarlos y con ese dinero se podría dar una vida más digna a aquellos ciudadanos que su único objetivo es de llegar al final del mes con algo de comida en el estomago. Los primeros avisos de lo que está ocurriendo nos los están dando las ONG, nos están pidiendo ayuda para el tercer mundo y pronto lo harán para el nuestro.
E. Alonso