Cosa de todos... Por Juan Ojeda


ANDALUCÍA es la comunidad más pobre de España. Uno de cada cuatro pobres que hay en España es andaluz, de forma que casi el cuarenta por ciento de la población andaluza, unos tres millones y medio de personas, viven en nuestra tierra en el umbral de la miseria. Ya hay seiscientos mil andaluces que subsisten sin cobertura social alguna. Así lo indica el informe hecho público por la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza. 


Se podrá discutir, y se discutirá, si este estudio está bien hecho o no, si es fiel reflejo de la realidad o si sus conclusiones están un tanto distorsionadas. Pero lo cierto es que, con más o menos exactitud, refleja una situación que no puede ni debe dejarnos indiferentes porque, punto arriba o punto abajo, la verdad es que, hoy por hoy, en Andalucía hay demasiada gente que pasa hambre, que no tiene para comprarle ropa para sus hijos o que no le llega para los recibos de la casa, el agua o la luz. Demasiada gente que se acuesta cada noche angustiada por no saber cómo se las va a arreglar al día siguiente, y el otro y el otro. Cuando se habla con responsables del Banco de Alimentos o de las organizaciones solidarias que, día a día, intentan ayudar a la supervivencia de millares de andaluces, se da uno cuenta de que estas cifras, rigurosas o no, responden a una realidad que, en muchos casos, permanece oculta por la vergüenza que, a quienes la sufren, les produce encontrarse en esas circunstancias. Tal vez por eso tenemos a veces la falsa sensación de que la cosa no es para tanto, y también porque nos cuesta aceptarla y preferimos no verlo para que el gusanillo del remordimiento insolidario no nos amargue el día o el tapeo con los amigos. 

Este informe pone cifras a algo que ya conocíamos, aunque no en su verdadera dimensión. Pero no basta con lamentarse porque, con sólo eso, no lo vamos a arreglar. Desde luego, la solidaridad individual, o la caridad, aunque suponga un alivio en casos aislados, no es la solución. Desde las instancias institucionales, todas, hay que poner en marcha medidas eficaces, y los discursos huecos y las falsas promesas de actuación, no lo son, y menos, la utilización partidista de esta situación para intentar echar la culpa al otro. Esos tres millones y medio de andaluces al límite de la miseria -y aunque fuesen sólo la mitad ya serían demasiados- no se merecen que sigamos con los fuegos artificiales y las largas cambiadas. De unos más y de otros menos, pero esto es cosa de todos.

21 de octubre de 2013
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