Basta recordar algo la historia
para comprender como, en otro tiempo y con enormes dificultades para
comunicarse las personas, fue necesario crear organizaciones que canalizaran
las maneras de entender el gobierno de un pueblo. Nacen los partidos políticos, precisamente
para hacer visible en la sociedad su ideario. Con vocación de difundir y
recoger los apoyos necesarios para, una vez en el poder del estado, desarrollar
determinadas políticas.
Las comunicaciones han mejorado
una barbaridad. Nos encontramos en estos momentos inmersos en una vorágine
comunicacional. Las ideas, iniciativas, campañas de todo tipo, reclamaciones,
recogidas de firmas on-line, los eventos, los acontecimientos y sucesos se
difunden al instante. Todas las persona parecemos estar muy informadas, eso sí,
de sólo una parte mínima, infinitesimal, de la ingente cantidad de información
que está disponible. Sin embargo, seguimos siendo ninguneados por quienes
tienen el poder (el real).
Ni siquiera quienes ostentan el poder (formal) se
dignan en hablar con la ciudadanía, ni preguntarle sobre cómo recaudar
recursos y como gastarlos, de la manera
más adecuada a las necesidades de esa ciudadanía, que cada 4 años, más o menos, es “invitada” a elegir
sus nuevos dictadores temporales.
En esta contradicción entre
dirigente-dirigidos, el elemento más anacrónico es la existencia de los
Partidos Políticos, que son considerados como los únicos entes encargados de
hacer política, que por cierto, no significa de ningún modo ejercer el poder
real. Porque hoy no es necesario pertenecer a ningún partido político para hacer
política, es más en muchas ocasiones el estar en un Partido Político coarta esa
capacidad. Millones de personas hacen política sin estar “encuadrados” en
Partidos Políticos y muchas tienen que salirse de ellos para poder expresarse
en libertad. Evidentemente las personas tenemos derecho a asociarnos libremente
para crear estados de opinión en la sociedad, organizar cuantas acciones permitan
la libre difusión del pensamiento y promover actuaciones a la ciudadanía para
mejorar la sociedad donde se vive. Los Partidos Políticos, en su papel de
asociaciones civiles, podrían desarrollar sus fines. ¿Por qué tanto interés en
que la participación política del pueblo se realice únicamente a través de los Partidos Políticos? Quienes
tienen el poder real, los poderosos de verdad, que no prodigan su identidad, es
más, son celosos guardianes de su anonimato, necesitan crear la ficción de la
soberanía popular, para mangonear el pueblo. Y esta ficción es más fácil de
gestionar, si con unos pocos Partidos Políticos tienen que tratar. A esos
poderosos reales, el poder decisorio del pueblo, les asusta, porque es más
difícil de amoldar. Si se prodigaran los referéndums para aprobar las grandes
leyes, que ordenan social y
económicamente nuestro diario vivir, otro gallo cantaría. Pero como decía
Serrat “Los muertos estamos en cautiverio, y no nos dejan salir del
cementerio”.
Fdo Rafael Fenoy Rico Comunicación Educación CGT