Ingratitud y desprecio, es el mejor de los calificativos que en boca de cualquier persona supuesta mente agradecida se puede dar a alguien.
Mientras
que la gran mayoría de las grandes ciudades y pueblos de España han
confiado con su voto el desvelo y la defensa de los intereses económicos
en la Unión Europea, dos aldeas de Andalucía, San Pablo de Buceite y
San Martín del Tesorillo, se han desentendido por completo dándole la
espalda a quien desde el primer momento con su decidida apuesta, ha
querido que nos encontremos en igualdad de condiciones, al menos, con el
resto de otros territorios andaluces que pueden presumir de un
desarrollo de zonas regables, ahorro del agua e infraestructuras
hidráulicas de alta tecnología.
Miguel Arias Cañete, quien conoce perfectamente el
subdesarrollo en el que nos encontramos los jimenatos tras más de un
siglo de serias calamidades para seguir adelante, incapaces de generar
riqueza, aprovechar el momento con el cultivo de otros productos
alternativos a la ya ineficaz e improductiva con escasa falta de
liquidez como es la naranja.
A sabiendas que las obras no han comenzado; que el
convenio regulador que las partes tendrán que rubricar para la puesta en
marcha de este macro proyecto, defendido al ultranza por este
ministro, no ha visto la luz y conscientes que entre otras cosas se
calcula unas 160 mil jornadas laborales; sampableños y tesorilleros, al
menos así lo ha refrendado las urnas, obvian a quien ha sido el
precursor; aunque sea solo por este vez, defendiendo la puesta a punto
del proyecto.
Martín Blanco - Comunidad de Regantes de Tesorillo