El espejismo de la pírrica victoria electoral del PP sobre el PSOE en las elecciones europeas se empieza a difuminar como la bruma de la mañana y está dejando a la intemperie la cruda realidad del gran batacazo electoral del Partido Popular. A tan solo dos meses y medio de la llegada de Mariano Rajoy al poder el 20-N de 2011 con más de 10 millones de votos, el PP ha perdido el 25-M ¡más de 6 millones de votos!, el 62,5 % de su electorado. Para justificar la hecatombe y haciéndose trampas en el solitario Cospedal -que debería haber dimitido como responsable del partido- afirma que esos resultados europeos no son extrapolables, lo que no es cierto, dado que si prefiere compararlos con los europeos de 2009, el PP perdió 2.600.000 votos y 8 escaños de la UE. Y ¿les parece poco?
Si profundizan un poco en el análisis y ven tambaleándose los gobiernos de las Comunidades de Madrid y Valencia y en caída libre sus posiciones en Cataluña y Andalucía, entonces veremos por qué Rajoy no se asomó al balcón de la calle Génova para festejar la amarga victoria, no fuera a ser que el vértigo electoral le invitara a saltar, o a empujar a alguien (Cañete y Cospedal) por la barandilla.
Esto es además lo que piensa y calla la inmensa mayoría de los dirigentes del PP que no se atreven -salvo Esperanza Aguirre- a abrir la boca por miedo a ser fulminados por la mirada de Rajoy, quien estará rumiando la debacle y empezando a pensar sobre lo ocurrido en el PP. Y también en el PSOE ahora que se marcha Rubalcaba y estalla el PSC, por lo que este don Tancredo (‘El Rey del valor’) de la política española quedará más solo que la una y subido en un cajón del ruedo de la plaza Monumental de Barcelona donde, simbólicamente, se lidiarán la Diada del 11 de septiembre y la Consulta soberanista del 9 de noviembre.
El argumento de que el PP ha pagado muy caros los ajustes de la crisis y el incumplimiento de su programa electoral (sobre todo en el ámbito fiscal) es muy cierto. Pero esas no han sido las únicas facturas. Está la corrupción de Gürtel y Bárcenas, con la flagrante contabilidad ‘B’ del PP, la ley del aborto de Gallardón, reformas ideológicas en Sanidad y Educación -colectivos importantes- y la regresión democrática -control judicial- y de libertades públicas, donde han sustituido la transparencia y la comunicación (tarea imposible si no hay resultados y no se hace política) del Gobierno por el directo control de los medios y la epidemia de tertulianos adictos, tipo Maruhenda, que cada vez que se asoman a la radio, periódicos o televisión provocan la estampida de los votantes del centro que difícilmente volverán, mientras se asientan las ofertas de UPyD y Ciudadanos.
Ha dicho Rajoy en Bruselas que no piensa cambiar el Gobierno, lo que puede que le induzca a continuar con el relevo, por goteo, que inicio con Cañete y continuará con De Guindos, cuando lo que necesita su Gabinete es un impulso político con ministros de talla. Y vamos a ver si se atreve Rajoy a promover un cambio al frente del PP -dijo que ‘tiene un plan’- donde la situación de Cospedal -por el caso Bárcenas, el desencuentro en Andalucía y el fracaso electoral del 25-M- es insostenible.
Como complicadas están, de cara a las elecciones autonómicas y municipales de junio de 2015, la situación de Madrid, Valencia, Andalucía y Cataluña. Todo un Sudoku de dirigentes del PP que Rajoy parece incapaz de encajar, por el sado inmovilismo que lo atenaza y del que disfruta. Él lo llama ‘independencia’, pero esta vez con el agravante y el precedente del batacazo electoral en los comicios europeos ahora que el tiempo juega en su contra y que tanto él como su partido corren un riesgo real, a sabiendas que el PSOE si ha asumido la derrota y se está empezando a renovar.
recomendado por Isidoro Herrera.