El largo río de las corralas... por Juan José Tellez


Entre Sevilla y Sanlúcar hay un río de corralas, de viviendas vacías que ahora no lo están. En la España de la burbuja inmobiliaria hay alrededor de 3,5 millones de casas sin nadie. En ese país, lo único que parece crecer son los sin techo: se calcula que más de una quinta parte de paredes sin sombras, de habitaciones sin voces y de hogares que ya no lo son, se encuentran escriturados en Andalucía.

¿Por qué se meten los desahuciados donde no les llaman?, inquiere la gente de orden en las amables tertulias de la canícula, mientras se sienta a contemplar cómo crecen los brotes verdes de la macroeconomía como si fueran eucaliptos que secan la tierra que les rodea. El nuevo milagro español se produce gracias a los exvotos de los sabios ajustes emprendidos por la troika, con un particular entusiasmo por parte de nuestro gobierno. La curación de la crisis se lleva a efecto, levántate y anda, mediante contratosprecarios, salarios miserables y reformas laborales para un país en el que el viejo estatuto de los trabajadores empieza a parecerse al Manifiesto comunista. Mientras, el único banco que da algo es el de alimentos.

Escrito por : Juan José Tellez

Se ve la luz al final del túnel pero no sabemos cuántos kilómetros nos quedan para terminar de recorrerlo. En ese laberinto de tinieblas, lo raro no es que los tiesos de solemnidad ocupen viviendas fantasmas. Lo extraño sería que no lo hicieran, sobre todo si se tiene en cuenta que desde el inicio de la crisis se registraron más de 80.000 desahucios al sur de Despeñaperros.

Bakunin debe vivir en el TSJA. Al menos, así lo parece al comprobar ciertas reacciones cavernarias en torno al archivo de la causa especial abierta contra la consejera Elena Cortes por un supuesto delito de prevaricación y a instancias del sindicato de funcionariosManos Limpias. No hubo tal, la actuación de la Consejería de Obras Públicas al realojar a familias con menores o en riesgo de exclusión social obedeció a un mandato judicial previo y no a la vertiginosa transfiguración de la consejera en Robin Hood. Que no hubo «una finalidad arbitraria o injusta», reza en los papeles. A buenas horas, mangas verdes, la noticia ya no ocupa las primeras planas, pero la miseria sigue siendo noticia. Mientras le racanean a Andalucía el dinero del hambre infantil o el de los libros de textogratuitos, las corralas se extienden como una mancha de aceite sobre el mantel de una comunidad que ha visto cómo el recurso del Gobierno central ha parado en seco la aplicación de la Ley de la Función Social de la Vivienda. De ponerse en práctica, probablemente no hubiera corralas. Quizá porque habría un poco más de piedad y un mucho más de justicia.

19 de julio de 2014
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