En plena Guerra Civil un avión franquista lanzó una bomba sobre un grupo de milicianos en el frente de Badajoz. Durante el tiempo que el artefacto tardó en llegar al suelo aquellos hombres tuvieron la certeza de vivir sus últimos segundos. Sin embargo no estalló.
Cuando los artificieros desmontan el proyectil descubren debajo de la carcasa un papelito que dice: “esta bomba no matará a nadie”.
Si en aquella época pillan al pacifista anónimo que desactivó el explosivo lo fusilan ipso-facto Hoy Saramago le rinde homenaje dedicándole su última novela -póstuma- que podremos leer a partir de la próxima semana.