¿Es posible la regeneración política?... por Rafael Fenoy


Aquellas personas, y son una inmensa mayoría, que anhelan vivir en una sociedad en la que puedan hacerlo dignamente, entienden que es preciso establecer unas pautas que permitan conjugar los derechos individuales con los colectivos, de forma que ninguna de ellas se vea excluida del apoyo social necesario para vivir, ni deban renunciar a los derechos y obligaciones que para vivir humanamente son necesarios. 
Estas personas podemos denominarlas de “orden”. Establecido un orden social de estas características, no cabe posibilidad alguna de que unas personas exploten a otras, se apropien de los beneficios que el trabajo socialmente produce y pretendan establecer la “ley del más fuerte”. La justicia surge precisamente como el elemento que permitiría hacer posible ese “orden” que rechaza todo atentado contra la dignidad humana y los derechos y obligaciones que ella conlleva. Pero es posible proclamar, y de hecho se ha hecho y se hace hasta en las dictaduras más sanguinarias, la necesidad del orden. De su orden, para justificar viles y asesinos atropellos contra la humanidad.

Dentro de lo que por costumbre venimos aceptando como orden democrático, surgen voces sobre la necesidad de una regeneración democrática. La dificultad para comprender el alcance de estas propuestas surge precisamente de la oscuridad, de la opacidad, con que se formula ese orden en el que tenemos que convivir. Cuando a un sistema político, como el que hemos venido padeciendo más de 30 años, se le plantea una regeneración es preciso conocer el análisis de las nocivas causas que lo promoverían.



Las preguntas son sencillas: Piensa el común que un cambio de la constitución ¿puede modificar el orden establecido por los fuertes y poderosos? Creen, aquellos que pretenden afrontar reformas, que ¿cambiando la forma, no el fondo del Estado parlamentario partidario, por ejemplo en federal, se arreglará la inmensa ausencia de participación directa del pueblo en la gestión política de sus asuntos? ¿Resolverá esta “regeneración política” la tremenda injusticia del desempleo masivo, la ausencia de perspectivas para la juventud? Y ya se sabe “juventud sin trabajo, sociedad sin futuro”. ¿De qué orden social se nos habla? Porque si la pretendida regeneración democrática es más de lo
mismo, será imposible establecer un orden humano diferente al que soportamos. Vivimos, aunque cueste asumirlo en un Caos, propiciado por la única ley de los mercados y quienes pretenden extender el caos, entendido como ausencia de forma de autogobierno de los pueblos, sólo tienen que disfrazar, (nacionalismos, federalismos...) el orden que promueve ese Caos y del que se benefician.




Rafael Fenoy Rico

4 de octubre de 2014
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