¡porque no soy Tonto!... por Rafael Fenoy


Suena ¡Porque no soy Tonto!, a fuerza de repetición publicitaria y porque en las cercanías del negocio utiliza este “absurdo” lema. El autodefinirse como “no tonto” proyecta el pensamiento de que aquellos que no hacen lo que uno hace, lo son. Comprar ahí, porque “no se es tonto”, pretende afirmar que quien no compra ahí, lo es. Una manera nada digna de hacer publicidad, poniendo a parir al respetable que no va a comprar a esa cadena de establecimientos. Este ejemplo viene a ilustrar otro comportamiento, que va más allá del consumo y se inserta en las decisiones que cada persona en edad de votar adopta con respecto a una u otra propuesta electoral.


En la Plaza Alta de Algeciras el día 24 se celebró un acto, promovido por Podemos Algeciras, en el que se invitaba a la ciudadanía algecireña a constituir una plataforma de electores para concurrir a las próximas elecciones municipales con el nombre de ALGECIRAS SI SE PUEDE. Muchas personas se arremolinaban participando en el acto y estampando su firma para apoyar esta iniciativa. Algunas personas, bastantes, observaban a cierta distancia el evento. Una de ellas comentaba a otras que quienes apoyaban a Podemos eran tontos, y que él no lo era, y que los “Jefes de Podemos”, (citando a Iglesias, Monedero y sus dineros) no le merecían ningún respeto, además de que él estaba afiliado de un partido. (Ni lo menciono por respeto a quienes también lo están y no necesariamente comparte esta forma de pensar). Llama la atención como el discurso de la existencia de los “Jefes de Podemos” ha calado en un sector de la opinión pública. Sorprende el desconocimiento absoluto de cómo funciona localmente cada circulo de Podemos, cuya autonomía es absoluta y como las personas que se adhieren a esta organización pueden decidir y participar en todo y en cada momento. El resumen es evidente: “todo el que no piensa como yo es tonto”. El lastre de tanto autoritarismo abduce las mentes de quienes no pueden concebir, y ni siquiera desean conocer, una forma de organización social tan participativa. Y el riesgo de tener pensamientos autoritaritarios pasa por pretender imponerlos a los demás. Ridiculizar a quienes no piensan como uno, es el primer síntoma del fascismo más venenoso. Es posible considerar que pueden estar en un error quienes, después de más de treinta años de engaños de la política partidaria ejercida por los partidos de turno, siguen confiando en ellos y se fían, sobre manera, de quienes desde los partidos al uso les piden en cada cita electoral el voto. Es posible errar, pero nunca debería de descalificárseles y menos llamarles “tontos”, simplemente porque vean cualquier asunto, y más en política, de forma diferente. Peor aún y más rechazable es el sembrar la duda emponzoñada, o “insinuar” o “no descartar”, de que reciben dineros de la pérfida “alvión”. Sí es cierto (condicional) que alguien lo ha dicho, debería cuanto antes desdecirse o presentar públicamente las pruebas que fundamentan tales afirmaciones.

El derecho a equivocarnos “todos” nunca debe arrebatársenos y es posible que muchas personas en las próximas elecciones municipales no tengan miedo a ello.



Rafael Fenoy Rico

28 de enero de 2015
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