Si leemos detenidamente los Evangelios y nos despojamos de los prejuicios pseudoteológicos, podemos llegar a la conclusión de que, frente a las religiones que sólo proponen la felicidad en un cielo futuro, Jesús nos invita a una salvación que empieza aquí y ahora, y que siembra un bienestar que dura para siempre. Por eso pienso que el creyente debería vivir el presente de una forma plena, asentándolo sobre los dos pilares firmes de un pasado analizado críticamente y de un futuro seriamente cimentado. El sentido temporal de la existencia humana exige que apoyemos nuestros diferentes momentos, por un lado, en la contemplación agradecida de los episodios saludables de nuestros antepasados y de nuestra propia biografía y, por el otro lado, en la elaboración de un panorama futuro que nos oriente y nos estimule hacia nuevos horizontes. El recuerdo nos hacer renacer sólo cuando nos genera unos propósitos transformadores. Si prescindimos de cualquiera de estos dos apoyos y nos quedamos sin memoria o sin proyectos, perderemos el equilibrio y el puente del presente se derrumbará irremisiblemente.
Jose Antonio Hernandez