En los cursos de formación de liderazgo y emprendimiento una de las áreas que más atención requiere es el capítulo “toma de decisiones”, sin duda uno de los procesos más complicados al que se enfrenta el ser humano a lo largo de la vida.
Ciertamente el líder contará con el asesoramiento y consulta de su equipo de confianza, manejará datos y estadísticas que no todos conocen, disfrutará de tiempo para sopesar y recurrirá a experiencias anteriores.
Sin embargo, en el momento decisivo de resolver, se encontrará en la soledad más absoluta… si acaso acompañado por su conciencia. Hay que evaluar alternativas, prever resultados, conjeturar consecuencias y despejar incertidumbres.
Es fundamental creer en la autoeficacia, en la capacidad de discernir razonadamente, elegir una opción entre las posibles para finalmente asumir la responsabilidad -individual e intransferible- de una decisión que puede llevarnos -llevarles- al éxito o al fracaso.
En política también. El PSOE tuvo un líder transformador y simbólico como fue Felipe González que pesa aún sobre cualquier otro que se siente en el despacho principal de Ferraz 8.
Sin embargo esta semana Pedro Sánchez tomó una decisión arriesgada e imprevista que nadie antes fue capaz de poner en práctica.
No seré yo quien le niegue la valentía.
Manolo Mata