Si usted, querida lectora, felicita por su cumpleaños al nieto y le envía a través de Correos 20 euros, le exigirán la presentación del DNI que fotocopiarán para grapar al formulario de giro. Si usted, querido lector, como presidente de la Asociación “Amigos del Dominó” abre una cuenta para que los socios abonen la cuota mensual de un euro, le requerirán acta de Constitución, acta de Nombramiento, CIF, listado de la directiva y fotocopia del DNI.
En ambos casos si pregunta la razón, le dirán que lo exige la Ley de Prevención contra el Blanqueo de Capitales.
Sin embargo si usted, querida lectora o lector, tiene -es una hipótesis- quince, cuarenta… millones de euros, podrá gestionarlos a través de banca privada -como Banco de Madrid, ahora intervenido- y “subirlos” a Suiza o Chinasin problemas. O constituir, con cuatro amiguetes, una sociedad de inversión de capital variable con una tributación por rendimientos y plusvalías del 1%. Si fija su residencia en otro país durante seis meses, como hacen algunos deportistas y cantantes patriotas, quedará exento de tributar en España.
Los más brutos desmontan el airbag del mercedes y rellenan el habitáculo con billetes de 500.
Sí. Hacienda somos casi todos.